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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

9. Domingo después de Pentecostés, 25.07.2010

Sermón sobre Lucas 10:38-42, por Stella Maris Frizs

 

En principio nos encontramos con un Jesús itinerante que va de pueblo en pueblo hasta llegar a una aldea donde es recibido en casa de Marta. Ella es la anfitriona, aunque se informa que tiene una hermana llamada María.

Llama la atención que en el capítulo anterior Jesús es rechazado por los samaritanos. También se da a entender que es rechazado por los de Betsaida y Corazín. Sin embargo vemos en nuestro texto que una mujer valiente y arriesgada recibe en su casa a un hombre. Cuando en realidad no era bien visto según las costumbres de la época.

Tampoco era bien visto que un Rabbi permitiera a una mujer sentarse a sus pies para escuchar sus enseñanzas. De entrada vemos un Jesús transgresor que no respeta las prácticas sociales. Sea porque va a la casa de una mujer, sea porque permite que una mujer lo escuche. A nosotros quizás no nos llame la atención puesto que hace poco hemos oído que permitió a una mujer de mala vida derramar perfume y lágrimas sobre sus pies. Siempre es bueno ubicarse en la época para entender mejor.

Decía un comentarista que al escuchar este texto no podemos dejar de sentirnos molestos. Marta la activa es criticada o reprendida. María la pasiva eligió la mejor parte.

Parecería que el oír es más importante que el hacer. Como si la fe fuera más importante que las obras. Sin duda que una lleva a la otra. Ya Santiago decía que la fe sin obras es muerta.

El texto nos muestra una Marta sobre-exigida, sobre-cargada, atareada. No entiende a su hermana y tampoco entiende a Jesús que nada hace para llamarle la atención a la cómoda María. Hay un choque de temperamento. Hay tensión. Hay explosión.

Y viene el reproche a quien ella utiliza como mediador: ¡No te preocupa que yo esté sola con todo! ¡No ves que estoy demasiado atareada! ¡Que no puedo sola con todo!

No espera respuesta. Da una orden: Dile que me ayude!!

De alguna manera ella quiere que su trabajo sea valorado y reconocido. Creo que nos sentimos identificados con Marta. Especialmente las mujeres. Cuando preguntamos: ¿Su esposa trabaja? Y escuchamos la respuesta: "No, ella está en la casa"; caemos en la cuenta que el trabajo de ama de casa no se valora. Sabido es que muchas trabajan más duro en la casa que en una oficina.

Marta se cierra porque cree estar en lo cierto. La equivocada es María.

Y al cerrarse no alcanza a comprender en ese momento que el que sirve es Jesús. Que El no vino para ser servido sino para Servir. En ese momento la presencia de Jesús modifica toda la situación.

No es que Marta estuviera equivocada. Ella quiere mostrar al amigo cuánto lo ama. No tenía otra forma de demostrarlo sino agasajándolo quizás con una buena comida. ¿O no es eso lo que nosotros también hacemos cuando especial viene a visitarnos?

No es que a Jesús no le importa Marta. El no la critica. No la rechaza. Valora su esfuerzo y su dedicación. Siente compasión por ella.

En todo caso lo que Jesús hace es mostrarle que hay momentos irrepetibles. Que las muchas ocupaciones a veces nos desvían de lo verdaderamente importante.

Al igual que Marta, a menudo, no nos hacemos tiempo para escuchar esa Palabra que libera, que restaura, que corrige, que le da sentido a nuestra vida. Porque la vida no es solo trabajo. En todo caso es más que eso. Trabajamos para vivir pero no vivimos para trabajar. Eso no significa que el trabajo no sea importante. Ya Pablo decía "el que no trabaja que no coma". (II Tes 3:10)

El problema se da cuando priorizamos un aspecto sobre el otro. De allí el llamado de Jesús: - Marta, Marta, estás preocupada y te inquietas por muchas cosas, pero pocas son necesarias. Es más: una sola es necesaria.

El texto no especifica que es lo único necesario. Creemos interpretar que apunta al Reino de Dios. "Busca primero el Reino de Dios y lo demás vendrá por añadidura"(Mt. 6:33). En este texto de Mateo ya Jesús insistía en que no debemos preocuparnos por el que vamos a comer o beber o con qué vamos a vestirnos.

Es evidente que las demasiadas "preocupaciones" pueden distraernos de lo esencial o absorbernos de tal manera que no nos demos tiempo para lo verdaderamente importante. Ah! El tiempo. Cuántas veces escuchamos decir: "No tengo tiempo". Sin embargo sabemos bien que cuando algo nos interesa, nos lo hacemos.

¡Ojo! No estamos diciendo que la tarea de Marta merece condena. Jesús estaba tratando de hacerle ver que estaba simplemente empleando mal sus energías. Que ese momento era irrepetible. Que tal vez era la última vez en que lo verían y era momento de disfrutar de su presencia.

Si volvería a vivir -dijo Borges- disfrutaría más de la vida, caminaría descalzo bajo la lluvia y tomaría más helados....

¿Cuál es la mejor parte que nunca nos será quitada? Aquella que atesoramos en nuestro corazón (María) y que nos lleva cada día a ser mejores personas en el compromiso, en el servicio y en la acción concreta (Marta)

Así vamos entendiendo que solo se puede ser activo como Marta, luego de haber oído como María.

En el oír está la clave.

. Marta no oyó. Interpela a Jesús, pero no espera la respuesta. Se cerró en su postura. Imaginó estar en lo cierto. Es peligroso aún hoy cuando no nos dejamos cuestionar, cuando creemos que los demás están equivocados. Al cerrarnos perdemos la oportunidad de aprender porque en la diversidad podemos crecer.

. Marta no oyó correctamente. Ella ya conocía a Jesús, sabía cuál era su misión, su propósito al venir a este mundo. Pero en ese momento sus energías estaban puestas en otra cosa. No de mala fe. Ella fue auténtica y sincera.

Así también nosotros, cuando abocados en recaudar fondos para mantener las estructuras y edificios de nuestros templos, salones parroquiales y casas pastorales, pero nos olvidamos del dolor y la miseria de los que deambulan muertos de frío y soledad, no hemos oído correctamente. En todo caso nos pareceremos al levita y al sacerdote de la Parábola del Buen Samaritano que, bajando del templo tenían la oportunidad de poner en práctica lo oído y siguen de largo.

. Si María se quedó solo a los pies deslumbrada por el mensaje pero no llevó a la práctica la enseñanza, tampoco oyó bien. Porque como dice la canción que solemos cantar: "La palabra del señor no vuelve a El vacía..."

Con frecuencia quisiéramos aplaudir un mensaje. Pero los mensajes no se aplauden como los discursos políticos sino que se traducen en acción. Se concretizan..

. Finalmente hemos de darnos tiempo para sentarnos, escuchar y meditar. No hemos de olvidar que hay oportunidades únicas, que se dan una sola vez en la vida. Que debemos ser tierra fértil. Que debemos dejarnos transformar por la Palabra y convertirnos en Martas . Porque actuar sin oír nos puede hacer equivocar, pero oír sin actuar es desperdiciar la Palabra. Amén



P. Stella Maris Frizs
(Basavilbaso – Entre Ríos – Argentina)
E-Mail: stellafrizs@hotmail.com

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