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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

12. Domingo después de Pentecostés, 15.08.2010

Sermón sobre Lucas 12:49-53, por Fabián Paré.

El valor del disenso

«Pensáis que he venido a echar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión.»

Tomar este relato desprendido de lo que anteriormente viene diciendo el evangelista Lucas en su capítulo 12, tiene una alta probabilidad de ser mal interpretado. Como texto aislado serviría para justificar el abandono del trabajo por la unidad y por la curación de aquellas cuestiones que llevaron a cualquier división que se pueda producir; y más de uno estaría feliz de verse -a sí mismo o a su trabajo- reflejado en estas palabras de Jesús: ‘¿Pensáis que he venido a echar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión.' De esta manera se podría justificar los motivos, muchas veces individuales (o individualistas), que terminan provocando discordias, peleas, broncas y finalmente divisiones, y ante la incapacidad de contener y revertir todo aquello que llevó a la división, se puede recurrir al argumento de que Jesús no vino a traer paz sino división, y de esta manera se termina por abandonar completamente el trabajo de saneamiento de lo quebrantado en las relaciones.

Sin dudas es muy difícil apelar a Jesús como argumento de algo que esté en contra del perdón, del amor, de la equidad, de la unidad. Suena muy raro decir: ‘estamos todos unidos, pero divididos de aquellos', mientras escuchamos a Jesús decir: ‘si amas solamente a los que te aman, ¿Qué haces de especial?...' Antes de llegar al texto que compartimos hoy, Jesús viene enseñando muchas cosas a su discipulado y a la multitud presente, y es a eso que se refiere cuando dice: ‘Fuego vine a echar en la tierra...' (Lc 12,49), ese fuego son sus enseñanzas que educan sobre a quién verdaderamente hay que temer, sobre el tiempo dedicado a la acumulación de riquezas, sobre qué hay que hacer con las riquezas, hasta que aparece la pregunta que hoy nos hace reflexionar. Me gusta la traducción de la Reina Valera, que utiliza el término de disensión: ‘no vine a echar paz sobre la tierra sino disensión'. Disentir no es sinónimo de ser enemigos, si no hubiera disenso, no habría forma de que se pudiera ver las mismas cosas de una manera nueva, diferente, seguramente enriquecedora. Lamentablemente en nuestra habitual manera de entender, interpretamos el disenso como un atentado a las ideas propias, y cuando surge una idea distinta, hay que reconocer que se procura disuadirla rápidamente para quitarla de entre las probabilidades de que perdure en el tiempo. Por ejemplo, cuando surgen temas en el diálogo, siempre se parte de algunos pensamientos ya existentes y generalizados, si una opinión sale del marco dado por esos pensamientos ya existentes, eso pone en evidencia el disenso. El disenso puede ser tomado como algo enriquecedor y positivo, desafiante a la reflexión; o como algo negativo, como algo que pone en peligro mis propias ideas. Cuando se lo toma como algo negativo, se apelará al recurso de poder que esté al alcance para aniquilar al disenso propuesto (recordemos lo que tuvieron que pasar Galileo y Copérnico y nos basta como ejemplo, ¿no?); mientras que cuando se lo toma como algo positivo, nos involucra en un diálogo que nos permitirá ver las mismas cosas de una manera nueva o renovada. De modo que el disenso para nada pretende ser causa de división, sino de enriquecimiento en las posibilidades de ver las cosas de una manera diferente; ante una sociedad donde consideraban que lo central era la administración de los bienes, Jesús disiente proponiendo que lo central es el servicio al necesitado. No condena ni maldice a los que tenían por centro sus riquezas, pero se involucra con el disenso, y desde allí se genera la posibilidad nueva de entender, juntos, la realidad.

El disenso no aparece quebrando la unidad, aparece como una nueva oportunidad para todos, y busca fortalecer la unidad. Lo que lleva a la división termina siendo siempre la ausencia de aquel fuego que Jesús vino a echar sobre la tierra, recordemos siempre que el fuego está ‘entre', no de un lado o del otro, sino ‘entre'. ¿Qué ganaría Jesús con división y más división? Nada, sería un fracaso total de su proyecto de salvación, su propósito está en redimir-salvar a su creación, curar lo enfermo, poner luz donde hay oscuridad, unir lo que fue dispersado.

Quiera nuestro buen Dios fortalecernos con su palabra, y que se haga fuego entre nosotros, para que así tengamos la oportunidad de volver a ver, sobre todo aquellas cosas que nos han hecho daño, y de esa manera actúe la salvación de Cristo entre nosotros. Amén.



Pastor Fabián Paré.

E-Mail: fabianpare@arnet.com.ar

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