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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

19º Domingo después de pentecostés, 03.10.2010

Sermón sobre Lucas 16:19-31, por Pablo Munter

 

De una cosa podemos estar bien seguros... Todos morimos de la misma forma. La muerte es la única que no hace diferencias entre ricos y pobres... Caminando por los cementerios uno se da cuenta de eso. Podemos hacer nichos, bóvedas, sepulturas de lujo... pero dentro o debajo de ellas siempre lo mismo: alguien que ha dejado de existir.

No nos vamos a llevar nada de lo que tenemos en esta tierra, aunque queramos, porque nada nos pertenece. Solo usamos las cosas y las devolvemos. Aunque, a juzgar por el actuar de muchos en este mundo, daría la impresión que hay una creencia que cuantos más tenemos y acumulamos en esta tierra, más privilegios tendremos en el cielo.

Jesús nos viene enseñando que es justamente al revés la cosa: cuanto más nos brindemos a los demás, cuanto más ofrezcamos de lo que tenemos a los demás, más ricos vamos a ser en la morada eterna. Y lo queda claro, después de esta seguidilla de textos bíblicos, es que Dios va a medir la fe, o el derecho de ir al cielo, no por lo que sabemos de la Biblia, o las veces que fuimos al culto, sino por algo más concreto: como nos comportamos frente al prójimo.

"lo que hicieron por alguno de estos mis hermanos más pequeños, por mi lo hicieron..." es como la vara para el juicio final. 

Podríamos ver esta parábola desde los dos aspectos: el pobre Lázaro que después de tanto sufrimiento y humillación es recompensado en el cielo y por el contrario el rico, avaro y poco solidario, que como le fue bien en la tierra, tiene que pasar tormentos en el cielo.

Ahora bien, dos cosas: la primera es seguir insistiendo en que el tema no es que todos los ricos serán castigados con el infierno, sino que se trata de las actitudes de avaricia y mezquindad. Es decir aquellos que no pueden "ver" que en las propias narices suyas hay necesidades.

Lo segundo es y creo que este es el meollo de la cuestión: si en esta tierra podemos vivir, con suerte, 80 o 90 años y, supuestamente muchos más en la eternidad... ¿en donde es preferible sufrir menos?

Muchas veces nos quejamos de que no tenemos tal o cual cosa y sufrimos por eso.  Quizá nos sirva un poco como consuelo ver el cuadro de Lázaro y podríamos decir: "Pero, pucha, ¡a mi no me esta yendo tan mal!"

La descripción de Lázaro es bien patética: pobre, harapiento, con llagas, sin tierras ni posesiones, sin salud y sin afecto de nadie... solo de los perros, (que una vez más se comprueba que son más humanos que los humanos, sin ánimo de ofender a los perros). Lázaro sólo recibía migajas que caían casualmente y no fue objeto de la más mínima caridad. Podemos ver al rico como un ejemplo concreto del mal uso de la riqueza (ver el evangelio del domingo pasado).

Tenemos un rico bien rico y un pobre bien pobre.

Un rico vestido a la manera de los reyes y altos dirigentes: purpura y lino son conocidos en la Biblia como ropa de ocasiones solemnes, aunque acá se usaba todos los días. Se podría suponer, que se esta refiriendo a gente dirigente y de mucho poder.

Quizá hoy podríamos tener en el trasfondo de este texto, las diferencias sociales que muchas veces, para no decir casi siempre, son generadas por la misma clase dirigente. Diferencias que generan odios, broncas, rechazos, cuando... unos jubilados reciben migajas para vivir y otros tienen jubilaciones de privilegio. Y así podríamos mencionar una infinidad de ejemplos.

Pero también diferencias que hacemos nosotros mismos, sin ser parte del gobierno: ¿Cuántas veces miramos con desprecio a alguien que no es del mismo color de piel que nosotros, y le decimos "negro de..."? ¿Cuántas veces nos cruzamos a la vereda de enfrente cuando vemos un alcohólico, o a un "mugriento" y ni siquiera le dirigimos la palabra tratándolos peor que a los perros?

A diferencia del rico, el pobre tiene nombre El nombre Lázaro tiene una significación: el término hebreo La‘azar es una abreviación de 'el‘âzâr, "Aquél a quien Dios ayuda". El detalle vale la pena porque es el único caso en el que Jesús le pone nombre a un personaje en sus parábolas. El significado anotado apunta a la misericordia de Dios.

La realidad es que ambos mueren. Aquí es donde se hace la justicia divina: La descripción que se hace de la muerte de Lázaro y del rico cambia: el rico solamente fue enterrado y el pobre fue llevado por los ángeles a la presencia de Abraham en el paraíso.

De repente, el egoísta, el que vivió sin ver a Lázaro, porque no era de su misma condición social, ahora lo ve, porque lo necesita. Acude a Abraham, padre de la fe, y le ruega a los gritos por una gota de agua. Tan solo una gota, ni siquiera un vaso. Sigue su vida, después de la muerte, creyendo que todos lo tienen que atender a él. El rico, que nunca tuvo misericordia de los demás, ahora la está exigiendo de Abraham que lo mande a Lázaro. Como no logra el agua que solicito, intenta un nuevo recurso para hacer abuso de su poder, tan acostumbrado que estaba. Le pide a Abraham que "use" a Lázaro de correo para advertirles a sus hermanos de esta situación de tormento y no corran la misma suerte que él.

El rico, ya muerto, esta intentando hacer que sus hermanos se conviertan y no vayan al infierno. Y la respuesta de Abraham es la "frutillita" de esta historia. Ellos tienen donde encontrar la salvación: en la Biblia y en la predicación dominical.

Si no hacen caso de eso, si no les interesa seguir las enseñanzas de Jesús, de todas maneras no van a cambiar su manera de pensar. Por mas que Jesús resucite y les muestre a ellos que la propuesta de amor al prójimo es válida, si no sale del corazón y de las enseñanzas recibidas, no vale de nada.

¿de que manera le enseñamos a nuestros hijos a ser misericordiosos y solidarios con los demás?

El rico sabe por experiencia personal que su familia no toma en serio lo que dice la Palabra de Dios escrita, por eso quiere algo más contundente para que sus hermanos se arrepientan e insiste en el milagro. Abraham aparece inflexible. La petición es denegada y se le recuerda al rico el por qué: los milagros no convencerán a aquellos corazones endurecidos moralmente y sin arrepentimiento. No se persuade quien no quiere ser persuadido.

Para concluir podemos decir dos cosas: el rico en este relato no quiere ver la necesidad del otro y tampoco quiere oír la advertencia de Dios.  La advertencia de Dios es bien clarita: quien hace diferencias sobre esta tierra no merecerá la vida eterna, quien se porta egoístamente en este mundo, no será recompensado por Dios. 

La parábola anuncia una buena nueva tanto para los ricos como para los pobres. Los primeros, son llamados a través de esta "Palabra" a la conversión y los segundos saben que Dios ha asumido su causa y les hace justicia.

Este relato nos deja pensando acerca del sentido de la vida: para los pobres, la muerte es una oportunidad de ver la justicia divina. Es decir, muchas veces los pobres se consuelan con la recompensa eterna.  Podemos decir que para ellos la muerte es el comienzo de la verdadera vida. Y para los ricos, la muerte es la pérdida de todo, el final de la vida de privilegios y de disfrutes.

Pero plantear esta problemática de esta forma, tiene también sus riesgos. Muchos grupos religiosos usan el esquema: "vení, vamos a la iglesia, ahí cantamos y alabamos a Dios y el te va a compensar en la eternidad por todos tus dolores y sufrimientos".  Por otro lado, nos enfrentamos a la teología de la prosperidad que plantea que "si le das diez a Dios, el te va a compensar con cien". Mucha gente se empobreció y le fue aún peor por esta creencia en la que solo se beneficiaron los promotores de la misma.

A ese planteo Jesús fue bien radical: el mayor enemigo del Evangelio de amor es el egoísmo con el que nos manejamos frente al dinero. Si buscamos mayor justicia y mayor equidad en esta tierra, seguramente los ángeles también nos llevarán a la presencia de Abraham.

Entonces, no hay disculpa para una vida egoísta y falta de solidaridad. Para reconocer y cumplir la voluntad de Dios basta leer y comprender la Biblia que nos habla del amor a Dios que se hace concreto en el amor al prójimo. Menos disculpa todavía tiene un discípulo de Jesús: de nada sirve la fe en el Resucitado para quien no cree lo que lee en las Escrituras o no vive lo que cree. De ahí que vivir la solidaridad es la mejor manera de expresar nuestra fe en Cristo. Vive en armonía con Dios y de acuerdo a la fe cristiana quien ama y le tiende la mano a su hermano.

Para finalizar, oremos con la oración de la madre Teresa e Calcuta:

Señor, cuando tenga hambre, dame a alguien que necesite comida.

Cuando tenga sed, mándame a alguien que necesite bebida.

Cuando tenga disgusto, preséntame a alguien que necesite consuelo.

Cuando esté pobre, ponme cerca de alguien necesitado.

Cuando alguien me falte, dame la ocasión de alabar a alguien.

Cuando esté desanimado, mándame a alguien a quien tenga que darle ánimos.

Cuando sienta la necesidad de comprensión, mándame a alguien que necesite la mía.

Cuando tenga necesidad de que me cuiden, mándame a alguien que tenga que cuidar.

Cuando piense en mi mismo, atrae mi atención hacia otra persona.

Hazme digno, Señor, de servir a mis hermanos que viven y mueren pobres y hambrientos en este mundo de hoy.

Dales, a través de mis manos, el pan de cada día.

Y derrama sobre ellos tus bendiciones a través de nuestro amor comprensivo.

Amén.



Pastor Pablo Munter
Paysandú, Uruguay
E-Mail: munterpablo@gmail.com

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