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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

20 º domingo después de Pentecostés, 10.10.2010

Sermón sobre Lucas 17:5-6, por Felipe Lobo Arranz

 

"5 Dijeron los apóstoles al Señor: -Auméntanos la fe. 6 Entonces el Señor dijo: -Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: "Desarráigate y plántate en el mar", y os obedecería."

Los días que corren son complicados como para plantearse hablar de la fe. Pero estaremos de acuerdo en que sin fe no se puede hacer nada en este mundo. La fe es un principio universal en la vida, un motor que junto a la esperanza y el amor lo pueden impregnar todo sentido. La existencia humana, la tuya y la mía, hallan sentido en la confianza de algo que no vemos, pero que podemos vislumbrar en el tiempo como ya realizado. La fe es una anestésico, un dulcificador de la dureza de la acción humana, del trabajo duro, comprometido y de la fatiga que implica la insistencia y la perseverancia en el objetivo hasta contemplar su realización.

La fe es la idea primaria que esboza un proyecto, un proyecto de vida o cualquier otro proyecto. La fe aporta ilusión a la dureza de las condiciones que un mundo finito e imperfecto nos muestra a veces con su cara más fiera. Este proyecto define a la persona que lo porta, como decía Adolfio Kolping en una famosa frase: "Como es su fe, así es el hombre y su obra."

La fe nunca fracasa, fracasan los medios y los métodos que usamos para ver lo que no es todavía, hasta tocarlo con las manos y disfrutarlo con todos los sentidos. Estaremos de acuerdo en que sin fe no hacemos nada, tampoco es de extrañar escuchar del escritor de Hebreos (11.6) que "sin fe es imposible agradar a Dios".

Dios se muestra amigo de los hombres y mujeres de fe, de los que no tienen que ver las cosas hechas para creer, sino que sin saber hacia donde van y ni hacia qué destino les conducirá sus intuiciones de fe se abandonan a ella y a Él a través de la misma fe para cambiar el mundo.

La fe es un principio creador, por eso Dios ama la fe y la establece como uno de los dones más grandes y hermosos que Él nos puede dar. No hay proyecto eclesial sin fe, no hay una obra a los demás sin fe, no hay reino de Dios sin la fe, no podemos vivir sin la fe.

La fe es esencial, fundamental, para acercarnos a Dios y para poder ver más allá en las personas que reciben el discipulado en Cristo. Sembramos, sembramos y volvemos a sembrar con mimo y cuidad, con amor, bajo la esperanza de recoger el fruto que nos alegra y que nos realiza.

 

Los apóstoles del Señor comprendieron que la fe era algo importante. Jesús hablaba de la importancia de la fe para ver los milagros actuar, para superar la dureza de cada uno de los días de la proclamación del Evangelio, para incursionarse en la vida espiritual y su rica experiencia en relación abierta con el Padre, para superar la duda y que dé lugar a una nueva relación de confianza en Dios en vez de devolvernos estérilmente al infierno de la desconfianza, el agnosticismo, el ateísmo, o la indiferencia.

El texto no se vuelve para nosotros hoy meramente como narrativa de un hecho más de los Evangelios, sino que estamos ante toda una oración que pide.

La oración pide algo que se considera importante, pide más fe.

"Señor, auméntanos la fe". Ellos sabían que la fe de Jesús sería la que permitiría hacer cosas incluso más grandes de las que el Maestro realizaría. Conocían que esa era la clave que abriría muchas puertas y si la eficacia ante el Señor era importante para ellos, enlazando con lo emocional en la relación con Él, sabían que lo que más agradaba a Jesús en los discípulos y en los que se acercaban a su persona por primera vez era la mismísima fe.

Sinceramente, yo no le pediría a Dios nada que le desagradara, sí me atrevería a pedir algo que le agradara y mucho, porque sabría que se me concedería.

"La fe mueve montañas" famoso dicho que cuenta con muchos refranes y dichos que encuentran su eco en muchas tradiciones occidentales y orientales, nos recuerdan que sin fe nada podemos hacer, pero que ella es la llave que abre todas las puertas en esta vida y más allá de esta. La fe práctica y viva es la puede mover las cosas más grandes en las que nos veamos envueltos.

La semilla de mostaza se hace un lugar en esta historia como metáfora del desarrollo de la fe en el corazón humano. La fe es como un pequeño grano de mostaza, del tamaño de un alfiler, que no vale nada, en tanto no se realiza, creciendo, desarrollándose, dando su fruto, entonces todo tiene sentido y multiplica su valor.

A su vez la fe pequeña y sencilla es la que crece dentro de la persona a la medida que esta madura, crece y se realiza, de igual. Dios se mueve y crece en nosotros a medida que pasa el tiempo. En la medida en que contemplamos la obra de Dios en nosotros, nos entregamos más y más, por la evidencia de su acción y sin darnos cuenta, nos convertimos en algo, que ni siquiera podríamos pensar ni en el mejor de los sueños. De hecho Dios se realiza en nosotros en base a una relación de confianza íntima, que en definitiva es fe íntima.

Si la fe mejora nuestras vidas, nosotros querremos más fe.

El sicómoro es otra viva imagen de la realidad que la fe vence, ante una simple fe, tan pequeña o insignificante como una pequeña semilla de mostaza hace que un árbol quede a merced de la voluntad de la fe, haciendo más evidente que quién entra en la tierna y sencilla confianza en Dios para su provisión y su fruto, tiene las de ganar, a su vez la confianza se fortalece tanto que no solo se crean lazos continuos de dependencia de Dios mismo, sino que se ven cosas inmensas de manera sencilla y fácil. Esa fue la de Jesús. Esa debe de ser la fe del cuerpo de Cristo, la Iglesia. ¿Es tal experiencia la de la iglesia de esta generación? ¿Es esta experiencia tu experiencia personal? ¿Quieres tener más fe o te conformas con la que tienes? ¿te sirve de algo?

La gran pregunta que Jesús nos hace y te hace a ti: ¿Quieres más fe? Si es así, di conmigo: -¡Señor, auméntanos la fe!

 

"Da el primer paso en la fe. No necesitas ver toda la escalera, sólo dar el primer paso." Martin Luther King.

 

Iniciando y dando el primer paso imitando a los héroes de la fe decimos juntos:

¡Amén!¡Así lo haremos!



Felipe Lobo Arranz
Bilbao - España
E-Mail: loboarranz@gmail.com

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