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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

5. domingo después de Epifanía, 06.02.2011

Sermón sobre Mateo 5:13-20, por Fabián Paré

Ser parte de algo mayor

«No penséis que he venido a abrogar la ley o los profetas;

no he venido para abrogar, sino para cumplir.»

Las comunidades cristianas, al educarse para permitir que el Cristo habite entre ellas, se vuelven reflejos del reino de Dios, sal y luz en medio de las realidades oscuras y desabridas que nos toca vivir como humanidad. Tengamos presente al pensar en comunidades cristianas que se trata de cualquier grupo humano de la población que trabaje en un estilo de convivencia acorde a la justicia de Dios, no se reduce a la institución social Iglesia. A nosotros -como humanidad- nos resulta imposible cumplir los mandamientos o leyes de Dios por medio de nuestras fuerzas, voluntad e intención; pero somos alcanzados por la gracia, es decir por el perdón amoroso que recibimos del Padre que está en los cielos en Jesucristo, y en ese acto es que se da cumplimiento a la voluntad de Dios (Ley). Es Jesucristo el que da cumplimiento a la ley, y no nosotros/as; la luz de Dios llega a este mundo y se revela a través de Jesús, él es el que devuelve el sabor-dignidad a la vida humana. Si aceptamos la verdad de Jesús como Dios hecho ser humano, el cumplimiento de la ley consiste en los actos de restauración de dignidad-sabor de la vida, que llegan por medio del perdón y amor; de modo que no es a través de hostigamientos, violencias, persecuciones, rencores u otra cualidad humana dañina, que se da el cumplimiento de la ley de Dios; sino que lo hace a través de la comprensión, del perdón y amor.

La justicia es el cumplimiento de la voluntad de Dios, y Jesús dice que si nuestra justicia no es mayor a la de los escribas y fariseos, no podremos entrar en el reino de los cielos (Mt 5,20). De aquí hay dos cuestiones importantes: una reflexionar a qué hace referencia la justicia de los escribas y fariseos; y la otra en qué consiste el ingreso al reino de los cielos. Los escribas y fariseos se consideraban superiores a los demás, capaces de cumplir la ley de Dios, y por ello se proponían como el modelo que los demás debían imitar, modelo al cual los demás deben volverse sumisos y condescendientes. Lo central es comprender que ellos se creían la expresión de la voluntad de Dios en ese mundo, por lo tanto con el derecho de juzgar a los demás exigiendo lealtad. ¿Cómo sería una justicia mayor a la que ellos practicaban? Algo mayor a creerse superiores, desde el punto de vista cristiano, es ubicarnos en un mismo plano de convivencia, con roles y responsabilidades diferentes; algo mayor a considerarse el modelo a ser imitado por los demás, es tener la humildad de reconocer errores y aceptar verdades de otros; algo mayor a pretender la sumisión y condescendencia de otros/as, es solidarizarse con situaciones en las que se puede ayudar y acompañar propugnando libertad, independencia, y un mayor cuidado y responsabilidad con lo que tiene vida; algo mayor a juzgar a los demás, es comprender y cuidar la dignidad y honra de otras personas; algo mayor a exigir lealtad, es disponerse al servicio de las diferentes necesidades existentes a nuestro alrededor.

Podríamos entender que ingresar al reino de los cielos, en primer lugar consiste en ingresar en la vida comunitaria que se educa para que Cristo habite entre ella, en la cual se trabaja en procurar de forma constante poner en acto una justicia superior a la que practicaban los escribas y fariseos, una justicia superior a todas aquellas personas-grupos que se consideran modelos superiores, que se dedican a juzgar y exigir sumisión y lealtad. En la medida que podamos involucrarnos en este tipo de vida comunitaria, que nos hace parte de algo mayor a lo que podemos hacer sin Cristo, seremos parte del reflejo del reino de los cielos que se ha acercado a nuestro mundo.

‘Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? (Mt 5,13); ¿de qué se trata el ‘desvanecimiento de la sal'? Según venimos reflexionando se trataría de la desvinculación de aquello que nos hace parte de algo mayor a la justicia que estamos acostumbrados a que se practique en este mundo. ‘Ustedes son la luz del mundo' (Mt 5,14) ¿De qué se trata ser la luz del mundo? En la misma línea de reflexión sería predisponemos al servicio, a valorar la humildad, a propugnar la libertad e independencia, a cuidar la dignidad y honra de las personas, a reconocer errores propios y verdades de otros/as; ésta es la luz que no debe ocultarse, sino ponerse el lo alto para que ilumine a los demás, y de esta manera permitir que las realidades oscuras y desabridas se esclarezcan, y recuperen su sabor.



Pastor Fabián Paré
3380 - Eldorado Mnes, Argentina


E-Mail: fabianpare@gmail.com>

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