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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3. Domingo de Pascua, 08.05.2011

Sermón sobre Lucas 24:13-35, por Fabián Paré

¿De dónde llega la resurrección?

¿...eres tú el único forastero que no ha sabido...?

Desconcierto, dudas, sentimientos encontrados, confusión, es lo que comenzó a surgir entre las personas que formaron parte del discipulado de Jesús, y su desencadenante es la resurrección. Es importante resaltar que la resurrección no genera certezas, sino dudas; no trae respuestas mágicas a lo que consideramos problemas de prioridad, sino replanteos o preguntas que nos hacen reflexionar sobre las condiciones de ceguera que fabricamos. En el camino a Emaús van caminando ‘dos de ellos' (Lc 24, 13), se está refiriendo a parte de los discípulos, uno de los dos se llamaba Cleofás (Lc 24, 18), interesante referencia a personas que no están en el grupo de ‘los doce' pero que forman parte de un grupo más ampliado de discípulos. Es un dato interesante para la futura tarea-misión atribuida a ‘los doce' (en ese momento once), no será posible sostener una exclusividad o grupo privilegiado dedicado al propósito de Dios en este mundo, el privilegio no está en ‘el grupo' sino en participar de la tarea que lleva adelante Dios en Jesucristo. Ellos van caminando y hablando de los acontecimientos ocurridos con Jesús, podríamos tomarlo como una metáfora del ‘caminar' o desenvolvimiento que tiene la Iglesia en este mundo, donde va ‘predicando' sobre esos acontecimientos. Es en esa caminata o desenvolvimiento donde aparece el resucitado, en esto nos detendremos a darle relevancia a unas cuestiones.

Los dos estaban hablando y deliberando sobre los acontecimientos que tenían por centro a Jesús, en esa situación estaban con los ojos velados-cubiertos (Lc 24, 16 ¿Qué estaba presente y cumpliendo esta función de velo o cobertor de la vista?), aun en esta condición transmitían-comunicaban a ‘aquel único forastero ‘que no sabía' lo que había acontecido en Jerusalén (Lc 24,18). Hasta aquí aun no se reveló la resurrección. La Iglesia en este mundo puede desenvolverse hablando y deliberando sobre el acontecimiento que tuvo por centro a Jesús, y puede transmitir (como ‘grupo que sabe'), a los ‘forasteros' que nada saben del acontecimiento ocurrido. Aquello que muchas veces se entendió -o se entiende- por ‘misión' puede quedar girando en esta idea de tener-poseer el privilegio de saber algo que otros no saben, y (desde una generosa condición de superioridad), transmitirlo a los que nada saben: seres inferiores. En esto, que puede reflejar en alguna medida la historia de la Iglesia, aun no se revela la resurrección.

El resucitado o la resurrección, se revela desde el lugar del forastero, ese personaje al que ‘los dos' le dicen que no sabe nada (no es que no sepa nada, se le atribuye esa ignorancia), y es importante tener en cuenta que mientras le atribuyen esa ignorancia, permanecen sus ojos velados-cubiertos. Se encadena un pequeño proceso desde esa situación diferenciada por Cleofás y su compañero respecto al forastero-desconocido, surge un diálogo donde el forastero se corre del lugar de ignorancia que le es atribuido, interviniendo en el diálogo (Lc 24, 25ss). Pero aun cuando el forastero demuestra no ser ignorante, los ojos de los dos continúan velados; sobreviene el gesto de hospitalidad que invita al forastero a quedarse y compartir; y aquí se hace presente el acontecimiento superador del hablar y deliberar, y de tratar de enaltecer nuestro propio conocimiento (que implícitamente atribuye ignorancia a otros/as), la sencillez de reconocernos y sentirnos iguales, aun con los forasteros, desconocidos. El relato de la institución de la Santa Cena en Lucas (22, 7-23), tiene una escena inmediata (Lc 22, 24-26), y se trata de una disputa sobre quién era el mayor (es decir, quién tendrá el lugar de poder atribuirle ignorancia a los demás), disputa a la que Jesús le deja una inmensa enseñanza: ‘...sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.' Cuando Jesús parte el pan, se actualiza esta escena, esta enseñanza que quiebra con el sentimiento de omnipotencia que genera el considerarse parte de un grupo que tiene un saber superior a los demás. El forastero cobra un nueva significación para ellos.

En esta línea de reflexión se propone que la Iglesia puede recorrer este pequeño proceso de: a) dialogar con los que considera forasteros, ignorantes, inferiores; b) ser hospitalarios, especialmente con ellos/as; y c) actualizar la escena, mandato y enseñanza de humildad, sencillez y sentimiento empático, principalmente con aquellos/as que no son de del propio grupo de referencia.

 



Pastor Fabián Paré
Argentina

E-Mail: fabianpare@amet.com.ar

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