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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3º Domingo después de Pentecostés, 03.07.2011

Sermón sobre Mateo 11:16-19. 25-30, por Fabián Paré

-La orientación de los esfuerzos

«Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.» Mateo 11,16-19.25-30

Hay varias cuestiones que influyen en nuestros estados de ánimo. La palabra ánimo, está relacionada con ánima, es decir, alma o alma viviente; ánimo está vinculado con la vida, dar ánimo es como dar vida, no en el sentido teológico divino, sino en el de dar aliento, o recomponer aquello que fue des-animado, aquello que se le quitó la posibilidad de tener vida. Muchas veces nuestras ánimas se cansan, se ven afectadas por circunstancias que desgastan nuestros esfuerzos. Encontrar descanso para el alma, es como encontrar nuevamente el ánimo, el aliento, el sentido de la vida. Cuando no encontramos sentido a la vida, es cuando ha actuado algo o muchas cosas, que arrebató o arrebataron el ánimo. O podríamos decir que cuando el sentido de la vida se reduce a una constante sobre-adaptación, o cumplimiento de rutinas que arrebatan el sabor de descubrir algo nuevo en mí mismo y en los demás, es cuando experimentamos el des-aliento, o la falta de ánimo. Cuando las cosas se vuelven pesadas, y nos transmiten un sentimiento de carga que se acrecienta, se vuelven un yugo cada vez más difícil de soportar. Es una imagen muy interesante la de este ‘yugo' que hoy se nos ofrece reflexionar.

El yugo es un instrumento de madera colocado en el cuello de los animales que pueden -por su fuerza- tirar un arado o aquello que pueda ser sujetado al yugo, también le permite a alguien direccionar esa fuerza (el animal no ejerce esa fuerza voluntariamente). Y cuando hablamos metafóricamente de yugo en nuestras vidas, no solo hablamos de aquellas circunstancias que ocasionalmente están ocupando un lugar ‘en nuestro cuello', sino también de aquellas cuestiones que son colocadas para que con nuestras fuerzas tiremos de ellas, y lo más interesante de la imagen es que no somos nosotros/as los que direccionamos voluntariamente la fuerza aplicada. El animal no puede ponerse o sacarse solo el yugo, hay alguien que hace ese trabajo. Es imposible que podamos evitar los yugos que están preparados para nosotros/as desde antes que naciéramos; preparados no por Dios claro, sino por un sistema de convivencia que se dedica a guiar los esfuerzos que hacemos en nuestro corto tiempo de vida. En función de las circunstancias o yugo, dedicaremos nuestras fuerzas, pero ¿quién o qué determina estas circunstancias?

Hay una determinación que termina teniendo su mayor rigor en la función de la ley, una ley utilizada para proteger los intereses de cierto grupo. Una cosa es la ley y otra es la interpretación o uso que se le da, cuando la ley cobra la dimensión de matar (des-animar), claramente se ha terminado de alejar del propósito de Dios, y por supuesto no es un yugo puesto por él, sino por los intereses de determinado grupos que ven la posibilidad de que sean afectados sus intereses. Existen muchos factores que influyen determinando nuestras realidades, y por ende afectan nuestras ánimas; Jesús propone un yugo que traerá alivio a nuestras realidades, realidades muchas veces violentadas por factores que están más allá del alcance de nuestras fuerzas. Él dice: ‘aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón', con ello nos da un lugar donde atar aquellas cosas que debemos estirar, aquellas cosas que exigen nuestro esfuerzo. Sea lo que sea que debamos estirar, sea cual fuere el esfuerzo que hagamos en la vida, si lo atamos a la mansedumbre y a la humildad de corazón, el alivio llegará a nuestras almas. Ahora la pregunta que nos podemos hacer: ¿Cómo atar a lo manso las cuentas a pagar, la agresión y violencia que recibo?, ¿Cómo atar a la humildad de corazón la soledad, la falta de solidaridad, la indiferencia y la desconsideración que me dan? Pues habrá que trabajar (poner esfuerzos), para colocar cada cosa en su lugar, y para ello necesitamos mansedumbre y humildad; sin ellas los lugares donde quedan las cosas, son lugares que no solo acarrean desaliento a nuestras vidas, sino también a la vida de los que nos rodean.

Poner cada cosa en su lugar, ayuda a no confundir los responsables del desánimo que podemos sufrir, y también recuperar los factores que traen descanso a nuestras almas. Es bueno revisar cuál es el yugo o instrumento que orienta nuestras fuerzas, y reflexionar sobre quién o qué es el/lo que se beneficia con nuestros esfuerzos en esta vida, y que muchas veces nos termina arrebatando la posibilidad de encontrar algo nuevo en nosotros/as y en los demás.



P. Fabián Paré
3380 - Eldorado Mnes, Argentina


E-Mail: fabianpare@gmail.com

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