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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

4. Domingo después de Pentecostés , 10.07.2011

Sermón sobre Mateo 1:1-9, por Fabián Paré

Crisis: riesgo y oportunidad

«El que tenga oídos para oír, que escuche.»

El ministerio de Jesús se centra en ‘sembrar', y siembra el reino de Dios; en otras palabras se trata de revelar o dar a conocer la voluntad de Dios en medio de la convivencia humana. El campo donde el ‘sembrador' se lanza a trabajar, no refiere a personas y grupos aislados, sino particularmente la convivencia entre las personas y entre los grupos. El sembrador siembra, y lo hace sobre distintos terrenos, no dice que solo se dedicó a sembrar en la tierra fértil, de modo que el reino de Dios no es algo exclusivo ni excluyente, no se trata de círculos selectos que poseen verdades que otros/as no tienen. Si hay ‘elegidos/as', no es de ninguna manera para pretender algún tipo de superioridad, más bien será para participar del ministerio de Jesús, es decir, sembrar el reino de Dios en las distintas realidades de nuestras convivencias. Éstas están influenciadas por diferentes contextos, muchas veces condicionantes, que facilitan o perjudican el crecimiento de la voluntad de Dios entre nosotros/as. Señalemos que si hay condiciones que perjudican el crecimiento de esta siembra, lo que se manifiesta es un conflicto entre voluntades: la voluntad de Dios y la humana. Se trata de un conflicto latente en cada realidad de nuestras convivencias, si hay conflicto es porque alguna semilla lanzada por Jesús cayó, y la presencia de esa semilla genera algunos cambios, o podríamos decir que genera ciertas crisis. Toda crisis tiene un doble momento, uno es el riesgo y el otro la oportunidad, si se supera el riesgo sobreviene la oportunidad. Esto nos lleva a pensar el conflicto como un momento de crisis, el conflicto como riesgo y como oportunidad, conflicto que si supera el riesgo le aguarda una oportunidad.

Cada semilla sembrada por el sembrador (Jesús) generará crisis o conflictos, dado que la voluntad humana está en conflicto con la de Dios; la cuestión está en los factores que facilitarán o perjudicarán su crecimiento, es decir en aquellos factores que permitan superar los riesgos para que llegue la oportunidad. ¿Riesgos de qué?, ¿oportunidad de qué? Los riesgos que genera una crisis en una persona trata del peligro que corre su cuerpo, su integridad, que llevado a la vida grupal nos hace pensar en la convivencia de nuestras distintas realidades, y del peligro que corre su unidad, su articulación y su integridad. Como el propósito de Dios no es armar un reino con un grupo selecto, sino trabajar para que todos/as puedan ser parte de él, cualquier realidad que sostiene los quiebres, rupturas, divisiones, espacios exclusivos y excluyentes brindarán los factores necesarios para interrumpir, coartar o destruir la voluntad de Dios en medio de la convivencia. En otras palabras el riesgo gira en torno a la posibilidad de asumir roles mesiánicos que determinen y condicionen una convivencia selecta, ‘mejor' o ‘superior', en la que se prescinda de otras personas y grupos. Hay muchas maneras en que estos riesgos se manifiestan, a veces de manera más sutil, otras no tanto. Si se superan estos riesgos sobreviene la oportunidad, y se trata de la posibilidad de superar un estado anterior: superar aquellas cosas que nos llevaron a la imposibilidad de convivir, que signaron nuestra historia con quebranto, dolor, rencor, angustias, impotencias, y el corolario de la victoria de esta voluntad humana se expresa en la división, rupturas, quiebres, dando un claro testimonio de que no podemos convivir. Esta es la forma en que ‘las semillas' se secan, se mueren o son arrebatadas. De modo que superar un estado anterior implica que se pudo lograr un espacio para convivir, un espacio para reconocernos por sobre las diferencias, un espacio donde se puede aceptar la verdad del otro, enriquecerse de ella, espacio donde se puede reflejar la propia identidad y ser parte del reflejo de la identidad de los demás.

‘El que tenga oídos, que oiga' (Mt 13,9). La traducción al español de esta expresión es bastante pobre. Agreguemos datos: la referencia a ‘oídos' se refiere a las orejas, y la expresión ‘oiga', se refiere a que escuche, reciba noticias, preste atención, entienda, recupere la facultar de escuchar. Es decir que el oír, tiene que ver más en nuestro castellano con ‘escuchar': no solo oír, sino prestar atención a lo que se oye. Prestando atención a lo que se oye surge la posibilidad de ingresar en una crisis, lo que consecuentemente nos lleva a enfrentar el riesgo y trabajar en superarlo, para poder brindarnos una nueva oportunidad.



P. Fabián Paré
3380 - Eldorado Mnes, Argentina


E-Mail: fabianpare@gmail.com

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