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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

7. Domingo después de Pentecostés, 31.07.2011

Sermón sobre Mateo 14:13-21, por Fabián Paré

 

Aquellas cosas que recuperan la esperanza

«Y los que comieron fueron como cinco mil hombres...»

El relato de la multiplicación de los panes es uno de los más conocidos y más interesantes, dado que en esa situación convergen la presencia del reino de Dios y el marco de convivencia humana; y nos deja una enseñanza personal y comunitaria en forma simultánea.

Pensemos los motivos por los cuales la multitud buscaba a Jesús, parece que no se trata tanto de personas que buscaban parecerse más a él, o que quisieran ser mejores personas, al menos en un primer momento no es así. La gente buscaba la posibilidad de curarse sus enfermedades, buscar algo que les saque del estado en el que se encontraban, estado que en alguna manera les resultaba angustioso, sufriente, agobiante, o por lo menos incómodo. Nada muy diferente a lo que nos motivaría a nosotros/as a buscar a Dios, y por supuesto lo buscaríamos en los lugares donde se puedan ver algunas ‘señales', igual que aquella multitud se acercaba a Jesús porque veían en él ‘señales'. ¿Qué veían en Jesús que les llevaba a su búsqueda? No hay que subestimar a aquellas personas, que sería como subestimarnos a nosotros/as hoy en día, no podemos creer que les atraía algún ‘poder mágico'. Hoy también es difícil que nos lancemos detrás de trucos y falsas propuestas de salvación que pueden provenir de distintos lugares, eso suele suceder cuando se pierde la capacidad de razonar, cuando la desorientación nos tiene tan confundidos y algunos ‘magos' -siempre dispuestos a aprovecharse- tratan de ‘pescarnos'. Jesús no hipnotiza en ningún momento a las personas, no les despoja de su razonamiento, por el contrario procura conciencia, y agudiza el razonamiento. Las ‘señales' las viene ‘sembrando': su forma de hablar con la gente, su manera de involucrarse en las realidades que les tocaba vivir y muchas veces sufrir, el lugar que iba tomando y proponiendo ocupar en la convivencia, esto es lo que iba haciendo a Jesús convocante.

La multiplicación de los panes no es un signo que impacta como novedoso en las personas, es más bien un resultado o un efecto de lo que Jesús viene enseñando. Es la consecuencia de la empatía que Jesús tiene con las realidades, realidades diferentes, con infinidad de particularidades, a las que no decide homogenizar simplificando las dolencias y malestares, sino y más bien, respetarlas y unirse a ellas con el propósito de devolverles vitalidad, salud y la actitud o acto de correrse de aquellos lugares donde la desesperanza reinaba. Si damos cabida a este razonamiento, estaríamos planteando que los cambios sociales (que todos/as coman y que hasta sobre), son el resultado no solo de la enseñanza transmitida verbalmente, sino que también juega una relevancia fundamental el lugar que decide ocupar Jesús. Su presencia siempre dispuesta empáticamente, se disponía a la escucha y comprensión de las realidades de los demás; recorría y se involucraba en las situaciones de la gente, no pretendiendo corregirles, sino para brindarse como acompañante, compañero, alguien con quien podían contar. ¿Díganme si no se hace convocante alguien así?

La empatía es una identificación mental y afectiva con el estado de ánimo del otro, esto es lo que hacía Jesús con las personas, y permitía que el sentimiento de soledad desaparezca, y cuando desaparecía provocaba cambios, cambios fuertes e importantes, en primer lugar en la salud mental de las personas. Esto nos lleva a preguntarnos ¿Cuál es el verdadero alimento que comparte aquella multitud? Con esto no quiero decir que no es importante el pan, pero el pan es más sabroso cuando llega a todos los estómagos. Aquél día la multitud pudo poner en acto aquella empatía que recibieron -cada quién a su manera y en su realidad- de Jesús, y entre otras cosas, compartieron el alimento que cada quién guardaba. Un evento comunitario por excelencia que va más allá del pan (que cada quién escondía), evento en el que se pudo llegar entre todos/as a una identificación mental y afectiva con el estado (de ánimo), de los demás. Esto no es fortuito, es el resultado de un proceso, un proceso de escucha, de acompañamiento, de involucramiento en lo que les pasa a los demás, de resonancia empática en el transcurso del caminar por esta vida. Sin esta actitud sembrada por Jesús, sería imposible llegar a estos eventos comunitarios, que son los lugares donde se refleja el reino de Jesucristo. Hoy nosotros/as podemos predisponemos a ser reflejo de la empatía que Jesús tiene en las situaciones que nos toca vivir.



P. Fabián Paré
Buenos Aires
E-Mail: fabianpare@arnet.com

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