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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

9. Domingo después de Pentecostés, 14.08.2011

Sermón sobre Mateo 15:10-28, por Fabián Paré

Posicionamientos salubres e insalubres

¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron...?

La palabra ‘contaminado' nos lleva a tener presente ‘lo puro', y ambos conceptos siempre nos van a estar indicando una postura o posición que toman las personas ante ellos. Habrá diferencias entre las formas de entender lo puro y lo contaminado, y como en la mayoría de las cosas, habrá razones que motiven esas formas de entender. Son estas razones -que muchas veces no llegan a ser conscientes- la vertiente de conflictos, peleas, malestares, desentendidos, incomodidades y cualquiera de esas cosas que conducen a los quebrantos y divisiones en la convivencia. Es decir, el problema no está en el concepto de las palabras, sino en la manera de interpretarlas y el para qué se pretende usarlas (podemos notar que bastante de la problemática en torno a la ley de Dios, gira en torno a la misma cuestión). Entonces la cuestión nos lleva a reflexionar sobre el concepto e interpretación, y la posición subjetiva que se asume de acuerdo a la manera de entender el concepto. Los fariseos y escribas (Mt 15,1ss), habían asumido el lugar de ‘lo puro', y se esmeraban en distinguirse de ‘lo contaminado', dejando como a priori una asimetría intencional en la convivencia, una asimetría que generaba sentimientos de superioridad y de inferioridad, sentimientos de necesidad de subordinación, y todas las consecuencias que desencadenan.

Cuando Jesús plantea que lo que contamina al ser humano no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella (Mt 15,10), invita a reflexionar sobre aquello que realmente perjudica la vida, y que ello no tiene que ver con la comida que se consuma, la manera de consumirla o si las manos están limpias o no al hacerlo. Lo que realmente perjudica la vida, eso que sale de la boca, es producto del resultado de la posición subjetiva asumida, resultado del lugar que suponemos tener en relación a los demás. Si mi convivencia tiene como principio comprenderme totalmente puro o totalmente contaminado (impuro), son dos extremos altamente dañinos, pues desde uno me consideraré superior, y en el otro como casta inferior. Tal vez el camino más saludable es ir comprendiendo que no hay pureza ni impureza plenas, al menos en este mundo; cuestión que nos lleva a pensar que es absurdo asumir lugares de completa pureza, o lugares de completa impureza. Esta relatividad nos permite volver a reflexionar nuestra posición en la convivencia.

Jesús plantea que no es impuro comer con las manos sucias, sin embargo es impuro o contaminante apelar a una legalidad tradicional con la finalidad de satisfacer la necesidad de subordinación que tenían. Apelar a recursos de poder considerándose los únicos autorizados a interpretar correctamente las leyes y las tradiciones, y pretendiendo condicionar la vida de los demás, es la conducta claramente contaminante que tuvieron los escribas y fariseos, según Jesús. Esto nos deja una gran enseñanza para nuestra convivencia: No pretender subordinación, no considerarnos los únicos autorizados para interpretar correctamente las leyes y tradiciones, y -tal vez lo más importante es- no condicionar la vida de los demás. Esto nos lleva a respetar el lugar del otro, su verdad o punto de vista, y a su propia realidad, sin pretender adaptarlo/a a la mía. A la hora de sentirse ofendidos los escribas y fariseos, ¿Qué es lo que en ellos sintieron tocado? (Mt 15,12).

La escena con la mujer cananea (Mt 15,21-28), muestra a Jesús teniendo la posibilidad de resguardarse en aspectos legales y tradicionales para mostrar indiferencia a la realidad de aquella mujer (no judía), realidad que clamaba misericordia. Jesús hace algo diferente a los escribas y fariseos, en lugar de ofenderse ante la impertinente insistencia de aquella mujer, dialoga con ella y -tal vez adrede- busca herir su orgullo comparándola con un perro (Mt 15,26); ella priorizó la misericordia a su orgullo, y sobreviene esta respuesta a de Jesús: ‘Oh mujer, grande es tu fe...' (Mt 15,28). De aquí también nos queda una gran enseñanza para nuestra convivencia: nunca desestimar las realidades ajenas, no ofendernos rápidamente a pesar de insistentes impertinencias, y a pesar de que quieran herir nuestro orgullo, nunca dejar de priorizar la misericordia, esto será un signo visible de nuestra fe en Jesucristo.

Hoy nuevamente estamos invitados/as a reflexionar sobre el lugar en el que nos ubicamos para relacionarnos con los demás, y desde nuestro bautismo, pensemos ¿Qué lugar hubiese tomado Jesús?



P. Fabián Paré
3380 - Eldorado Mnes, Argentina
E-Mail: fabianpare@gmail.com

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