Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

17 Domingo después de Pentecostés, 09.10.2011

Sermón sobre Mateo 22:1-14, por Fabián Paré

¿A la fiesta de quién somos convocados/as?

«Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida... ellos sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios...»

Vuelve a ser por medio de una parábola que Jesús invita a reflexionar sobre el reino de Dios, y ahora nos hace referencia a una fiesta de bodas del hijo de un rey. No es muy difícil establecer que en la imagen de la parábola, el rey es Dios y su hijo es Jesucristo; en donde surge una variedad de matices y posibilidades es cuando pensamos en a quiénes harán referencia los siervos y los invitados, y en particular de qué se trata la comida.

En primer lugar nunca está de más recordar que el reino de Dios es de Él, y no es reductible ni asimilable a las estructuras de las organizaciones o instituciones humanas. Cuando se habla de los siervos del reino, no se hace referencia a la servidumbre, esclavitud, miserabilidad, que es generada por nuestras organizaciones de convivencia social. El siervo en el reino es el que trabaja en lo que Dios le pide que trabaje, y la tarea encomendada en este caso es la de convidar a la fiesta, avisar que todo está preparado, convocar a la participación de esa fiesta -vuelvo a subrayar- de Dios. Es necesario subrayar esto porque hay personas, grupos y organizaciones que, aprovechando el espacio religioso, se empoderan y terminan convocando a ‘su propia fiesta' (en la línea de la parábola anterior a la de hoy, la de los labradores malvados Mt 21,33-46)). Es importante reflexionar esto, más en los ámbitos religiosos, y pensar que la tarea -en el caso de la Iglesia- es de convocar, y muchas veces no está muy claro a qué se convoca, si es a lo que a una persona, grupo u organización cree que es la Iglesia, o a este reino que predica Jesucristo. Con esto vale también decir que el reino tampoco es reductible a la Iglesia, no olvidemos que la Iglesia es una organización humana, que debería trabajar en lo que Dios pide; pero como toda organización humana está permanentemente expuesta o tentada a trabajar en lo que le conviene. Jesús jamás refirió que el reino de Dios está dentro de algún Templo, o en una determinada forma religiosa, sí anticipó que el reino se acercó a la convivencia humana, es decir más allá de los límites religiosos en los que suponemos que está. Por lo pronto sería bueno tener en cuenta que desde la Iglesia se tiene una tarea de convocar, no tanto a algún Templo, sino a la fiesta que Dios preparó para sus convidados.

¿Quién hoy en día rechazaría una invitación a comer?, en especial carne con los precios que tienen, en la época de Jesús era bastante similar; en la parábola se habla de toros y animales engordados, tal vez lo más importante es la expresión: ‘mi comida'. Toros y animales, junto a siervos y convidados, son roles que se prestan a la reflexión. La comida que Dios tiene preparada va más allá del estómago, tal vez es por eso que no hay una masiva participación en un primer momento. La comida de Dios tiene que ver con la misericordia y el amor, con el perdón y compasión; no es una ‘comida' que ‘alimente' nuestras formas de organización social, a nuestras formas de convivencia. La no concurrencia a la fiesta que Dios prepara, es también un signo de las resistencias, que desde nuestras organizaciones -personales y grupales- ponemos, a llevar a la práctica lo que Dios nos da como alimento. El que cada uno vaya a su labranza y/o a sus negocios en lugar de ir a esta fiesta (Mt 22,5), significa indiferencia al perdón y misericordia que Dios pide en la convivencia, y cuando definitivamente se está en contra de esa compasión y amor, se cae en el maltrato, afrenta y en ocasiones la muerte (Mt 22,6). Ahora podemos reflexionar que rechazar la invitación a participar del reino, no es equivalente de no aceptar la participación de un Culto o Misa, se trata de negarse a introducir en su convivencia la misericordia y el perdón.

Los convidados perdieron exclusividad, vale resaltar la siguiente cuestión: ante la negativa a participar de algunos/as, la invitación se extiende a ‘buenos y malos' (Mt 22, 8-9). Bueno y malo son categorías culturales que se construyen sobre las valoraciones sociales, desde donde establecemos muchas diferencias y distancias; tendríamos que leer en esa frase: fueron invitados todos los que nosotros/as consideramos buenos y malos, y participaron. Y para terminar pensemos que el que no está vestido de fiesta, es el que guarda en su corazón rencor y sentimientos de venganza, ese es el que no tiene cabida en el reino de Dios, y un detalle, es Dios el que se da cuenta de su presencia, no nosotros/as.

 



Pastor Fabián Paré
3380 - Eldorado Mnes, Argentina
E-Mail: fabianpare@gmail.com

(zurück zum Seitenanfang)