Göttinger Predigten
Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach
22 º Domingo después de Pentecostés, 13.11.2011
Sermón sobre Mateo 16:1-13, por Fabián Paré
¿Salvarse o servir?
Esta parábola se abre marcando un tiempo futuro: ‘el reino de los cielos será semejante a…’; esta cualidad ya nos sugiere pensar en el futuro, y al hacerlo generalmente es para anticiparnos en algunas cuestiones del presente. La escena del futuro presenta el cumplimiento de la promesa de Dios, de esa vida plena que aguarda al pueblo redimido junto a Dios, y la antesala de ese acontecimiento presenta a protagonistas prudentes e insensatos, el acento del relato recae en estos actores movilizando la reflexión sobre la prudencia y la insensatez. La sugerencia de ‘velad’ o de ‘estar preparados’ del final, directamente nos implica en el trabajo presente que es necesario realizar sobre los posicionamientos prudentes e insensatos, que caracterizan nuestra convivencia.
La prudencia nos remite al buen juicio, la cautela y moderación, y la insensatez nos remite a la necedad, falta de sentido o de razón; el contexto de los evangelios nos dará el respecto a qué, así los términos no quedarían tal liberados a algunas apreciaciones subjetivas. Jesucristo trae consigo una acción no violenta, una dedicación al servicio en la que prioriza la necesidad de salud, de dignidad, y sobre todo de amor y misericordia, sobre el pueblo. Cuando Jesús convoca y envía, está convocando a este dispositivo de acción no violenta, y el envío nos involucra en una acción y/o trabajo cristiano en medio de las distintas realidades. ¿De qué se trata este trabajo? De servir a las necesidades de salud, de dignidad, de amor y misericordia desde una acción no violenta. Y esto no resulta tan sencillo, por más ‘cristianos/as’ que creamos ser, dado que en nuestro comportamiento individual como institucional, muchas veces no puede dejar de ser violento. No creo que la cuestión sea tratar de forzar una imagen no violenta, porque sería no más que eso: una imagen, y toda imagen existe solamente mientras se repite. Más bien parece que la cuestión gira en torno a visualizar la violencia que muchas veces se naturaliza en medio de nuestras organizaciones o instituciones, violencia actuada por los roles que la reproducen a través de los tiempos (muchas veces con una creencia ciega de que están haciendo bien). El insensato no se da cuenta de que es insensato por sí solo, hace falta que ‘otro’ aparezca como interlocutor para poder generar un espacio dialéctico que permita visualizar algunas cosas, entre ellas el sostenimiento de situaciones o realidades por insensatez.
Pensemos la prudencia desde cuestiones de salud, dignidad, amor y misericordia en las situaciones de convivencia que protagonizamos, sea en la familia, en el trabajo, en la sociedad. Reflexionemos sobre las acciones que podemos desenvolver a través del buen juicio, cautela y moderación, y que nos permitirían superar estados de violencia que afecta a todos/as. Lo imprudente es comportarnos como necios ante las situaciones de violencia, que muchas veces ni siquiera vemos, actuar como si no tuviese sentido participar de un espacio dialéctico que nos mostraría un reflejo del grado de insensatez que cada uno/a aporta para la reproducción de situaciones violentas.
El diálogo entre las diez vírgenes se da ante la urgencia, antes eran solo cinco y cinco, ese diálogo generó la conciencia de que el aceite no alcanzaría, y por el inevitable correr del tiempo, cinco pasaron a formar parte de lo perdido. Por inercia humana solemos considerarnos entre los prudentes, pero como decíamos, la reflexión no está en quién se salva y quién no, sino en cómo podemos visualizar la insensatez. No se trata de procurar estar entre las cinco que tenían aceite, se trata de que a tiempo podamos prever con prudencia lo insensato que lleva a la perdición aquello que pudo haberse salvado.