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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Cristo Rey, 20.11.2011

Sermón sobre Mateo 25:31-46, por Fabián Paré

Más allá de lo que pensábamos

«De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños,

tampoco a mí lo hicisteis.»

Mateo plantea aquellas cuestiones medulares en torno al juicio de Dios: el hambre y la sed, el forastero/a, la vestimenta, el enfermo/a, y la cárcel. Estas cuestiones que atraviesan la convivencia humana, se presentan como desafíos de responsabilidad, una responsabilidad que va más allá de las autoridades de turno. Se trata de cuestiones que no tienen una presencia fortuita, sino que deviene como resultado de la manea comunitaria que tenemos de pensar y reflexionar los lugares que ocupan en medio de la convivencia. ¿Qué lugar ocupa para nosotros/as el hambre y la sed en los que están alrededor?, ¿y el forastero?, ¿y la vestimenta?, ¿y el enfermo?, ¿y la cárcel? No se trata de si fuera un problema mío, sino que se trata del problema que es alrededor mío, y del lugar que decido tomar en relación a él.

Abramos un poco estas cuestiones: el hambre y sed no se restringen a lo que va al estómago, dado que no somos solo estómago, sentir hambre y sed es un signo de estar vivos, y la vida no se restringe lo orgánico, involucra una cuestión de deseo. Un sujeto deseante es un sujeto que busca vivir, y las formas de vivir no se limitan a lo que vamos a comer y/o tomar, involucra aquello que en la historia se fue logrando para que se quede resguardado bajo la figura de derechos (humanos). Pensemos esto en relación a aquella afirmación de Jesús: ‘tuve hambre y me diste de comer', ¿Cuántos derechos de los demás hemos hecho o hacemos valer? Cuando hablamos del forastero, no pensemos solamente en el extranjero, pensemos en cualquier extraño a nosotros/as, y tampoco nos quedemos con la idea que el extraño es el que me cruzo en la calle, sino aquel verdaderamente extraño a mí, a aquel o aquella que no es como yo, el o la diferente. Aquí vale reflexionar la diferencia, no como la diferencia que nos condiciona como enemigos (porque el enemigo es un rival de por lo menos la misma altura), sino la diferencia por considerar al otro como inferior. Pensemos al forastero como aquellos a quienes consideramos inferiores por el motivo que fuera. Reflexionemos la vestimenta no solo por la ropa que cubre nuestro cuerpo, sino también en la identidad que se construye con el reconocimiento. Cuando Jesús dice ‘me vestisteis', hace referencia a algo más que una camisa y un pantalón, habla de un investimiento, de un reconocimiento, que nos involucra afectivamente con el otro. Pensemos al enfermo no solo como aquellos que están postrados en hospitales y clínicas, sino también a todos/as aquellos que tienen afectada su capacidad para vivir; así como no circunscribamos al preso en las cárceles, ¿cuántas cosas privan de la libertad aun estando fuera de la cárcel?, por ejemplo estigmas, rótulos, confabulaciones, condicionamientos económicos, etc., etc.

De esta manera veremos que la tarea de responsabilidad no se termina con una bolsa de mercadería, con tolerar extranjeros en mi país, con darle un poco de ropa al que no tiene, y unos medicamentos al que está enfermo, o con la visita del abogado al que está preso. Cuando no se hace algo (por estos más pequeños), no se trata solo de que algo no fue hecho porque no se sabía, sino que hay una intencionalidad de no hacerlo, y esto marca una diferencia importante. Para decir que ‘hacemos algo' recurrimos a una bolsa de mercadería, etc., y con eso nos creemos justificados/as ante Dios; pero esquivamos las cuestiones de fondo que en definitiva son las que producen hambre, sed, forasteros, desinvestimientos, enfermos y cárceles.

El juicio de Dios involucrará muchas más cosas más allá de estas que están cómodamente instaladas en nuestras formas de organizar la convivencia. El verdadero desafío esta en ver los alcances que pueda tener esas cuestiones medulares en lo que hace al juicio de Dios. Notemos una cuestión, el juicio se centra sobre los que han hecho o han dejado de hacer algo con los más pequeños (nosotros/as). En esta imagen los más pequeños no aparecen en el juicio, sino como un elemento de prueba para determinar la sentencia. El juicio recae sobre los que hicieron o dejaron de hacer con ellos. 

Para pensar a los pequeños que se refiere Jesús, no nos basta con simplificar su equivalencia con la pobreza, procuremos pensar a los pequeños como seres que buscan vivir, como el extraño a mí (que tal vez busca vivir), como identidad y reconocimiento vulneradas, como el que tiene afectada la capacidad para vivir, y como los rotulados que ven condicionada su libertad.



P. Fabián Paré
3380 - Eldorado Mnes, Argentina
E-Mail: fabianpare@gmail.com

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