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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Nochebuena, 24.12.2011

Sermón sobre Lucas 2:1-20, por Fabián Paré

Tiempo de meditar más allá de lo propio

«...Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.»

Muchas cosas son las que suceden, inclusive al mismo tiempo. Cuando nos ponemos a pensar la sumatoria de cosas a las que les dedicamos tiempo, nos vemos absorbidos/as, a tal punto que vamos decidiendo dejar de dedicar tiempo a algunas cosas. En cada cuestión que dedicamos tiempo, podemos afirmar que hay cosas que ocurren, las consideramos reales, ciertas, importantes, cruciales, aspiramos a que se respete y considere, dada la centralidad que tiene en nuestras vidas, son las cosas sobre las que medita nuestro corazón.

Pero también hay otras cosas que suceden, que acontecen, cosas distintas a las que yo conozco, diferentes a las que considero importantes, valiosas, y que hasta creo que merecen poco respeto y consideración. El acontecimiento que tiene por centro el nacimiento del Hijo de Dios, es un acontecimiento que es tenido por menor e insignificante: una mujer que estaba por dar a luz, termina pariendo en un establo, la población no pudo darle un lugar en medio de sus cosas importantes, cruciales, que no se pueden dejar de respetar y considerar. Aun así, ante la indiferencia de este acontecimiento, el pueblo no puede evitar que suceda, que ocurra, y prácticamente en forma simultánea y paralela a la realidad aceptada por la sociedad.

Estos tiempos navideños son muy especiales, dado que desde la fe cristiana no solo recordamos un acontecimiento histórico del pasado, sino y más bien nuestros corazones vuelven a meditar en el tiempo presente aquellas cosas que acontecen más allá de nuestras propias realidades. Esto es interesante y muy importante, dado que la persona de fe cristiana no medita en su corazón el ‘cómo va a salvarse' (en todos los sentidos que quieran dar a esta expresión), sino que medita en la forma en que Dios se manifiesta en las distintas realidades, a pesar y más allá de las circunstancias que no permiten que pueda ser identificado por unos u otros, y muchas veces por nosotros/as mismos/as. Es decir que ante esta parte de la realidad compartida, que implica la cuestión de que no podemos identificar con facilidad los acontecimientos de Dios que están sucediendo, ¿Qué se nos presenta como desafío a la fe cristiana?

Parece que no es posible obviar el camino de la humildad, la que nos llevará a reconocer que no somos capaces de saber todo por nosotros/as mismos/as, camino que nos predispondrá al encuentro con otros/as. Recordemos el ‘desencuentro' simbolizado por esos caminos desparejos o torcidos, los que Juan exhortaba enderezar o emparejar; el ‘encuentro' con otros/as es algo fundamental para poder meditar las cosas que Dios es capaz de hacer, y dejar de pensar solamente en lo que nosotros/as somos capaces de hacer. Cuando hablamos de ‘encuentro' no estamos hablando de choque de fuerzas, por ejemplo, a la conquista de América no podemos disfrazarla de ‘encuentro de culturas'. El encuentro para que conserve su condición de tal, no debe conllevar sometimiento, quebranto, dolor o alguna forma de pérdida de libertad y/o vitalidad de alguna de las partes. Sin embargo pareciera que el ser humano no conoce otra manera de llevar adelante los ‘encuentros', le cuesta demasiado despojarse del deseo de someter al otro, del deseo de sentirse superior, del deseo de dominar o controlar al otro; cuestión que inevitablemente acarrea el ‘desencuentro'.

Dios pretende ‘encontrarse' con su creación, y a través del tiempo, o mejor dicho de distintos tiempos -muchas veces simultáneos y paralelos a los nuestros- lo intenta. ¿Que solemos hacer como seres humanos cuando algún otro quiere encontrarse con nosotros/as? Naturalmente surge, casi en forma de reacción, el intento de someter, quebrantar o doblegar a ese otro con la finalidad de ‘controlarlo'. Nada más pensemos qué se ha hecho con Jesucristo, y en esta fecha particularmente pensemos qué se ha hecho en el momento de su nacimiento ante la imposibilidad de darle un lugar, y no olvidemos la matanza de los santos inocentes que fue un despliegue estratégico, perversamente planeado o planificado, con la finalidad de impedir que otro ocupe el lugar de control y poder, y/o para no perder los privilegios de los que se apropian al estar en estos lugares de control y poder.

La fe cristiana nos conduce al encuentro con los demás, con aquellos otros que están más allá de lo propio, no dejemos de meditar esto, dado que es posible que desde ‘esos otros' Dios esté intentando encontrarse con nosotros/as.

 



P. Fabián Paré
3380 - Eldorado Mnes, Argentina
E-Mail: fabianpare@hotmail.com

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