Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3º Domingo de Pascua, 22.04.2012

Sermón sobre Lucas 24:36-49, por Cristina Inogés


Nueva dimensión divina

Según la creencia popular, en los tiempos de Cristo, después de la muerte, el lama podía vagar por determinados lugares como un fantasma (I Sam 28,13-14; 2 Sam 5,1; Gn 29,14); así pues, no es de extrañar que los apóstoles estuvieran aterrorizados creyendo que veían un fantasma. Lucas les está diciendo a sus lectores que el alma incorpórea de un muerto, en este caso, no es un muerto, sino el Viviente, dotado de una plenitud corporal nueva en una dimensión divina.

Cierto es que son Lucas y Juan quienes utilizan relatos que hablan de la corporalización de Jesús como un recurso pedagógico para que las cosas queden claras. O esa era su intención. Lucas quiere mostrar que el cuerpo de Jesús conservaba las huellas de la pasión. Una especie de huella digital que evidenciaba que a quién veían era al mismo Jesús crucificado.

 

¿nueva dimensión divina para nosotros?

Tal vez para nosotros la nueva dimensión divina haya perdido parte de su encanto y frescura a fuerza de ‘verla' y de comentarla una y otra vez. Pero está ahí, la tenemos con nosotros. Cuando Jesucristo muestra sus manos y sus pies, cuando pide de comer no está empleando una estrategia de comunicación, no es un puro marketing de comunicación. Es simplemente la manera de mostrar que la muerte, que tras la muerte, no está el abandono de la condición humana. Está la máxima expresión de esa condición.

Si el panorama cambió radicalmente para los apóstoles ¿no debería cambiar también para nosotros? A partir de la aceptación por los apóstoles de la resurrección de Cristo todo fue transformado. Su fuerza para predicar queda evidente en los pasajes del Nuevo Testamento, en las expresiones que utilizan, en el poder de sus mensajes.

En la Biblia el acto de comer se relaciona con la existencia de una nueva vida, de un cambio de vida. Por ejemplo, Elías comió pan antes de emprender el camino hacia el monte Horeb (I Re 19,1-8). Por eso el hecho de que Jesús coma delante de sus discípulos significa que ya no está muerto, que ha resucitado, que ha iniciado una nueva existencia.

Para nosotros hoy, por extraño que parezca, puede resultar mucho más complicado llegar a aceptar la resurrección de Cristo porque, como comentaba anteriormente, hemos perdido la frescura del acontecimiento inicial. Y me pregunto ¿no tendrá esto qué ver algo con la pérdida de la vivencia de la fe en comunidad? Es cierto que la experiencia de la resurrección es una experiencia personal. En realidad todas las experiencias lo son, pero en concreto ésta que es tan vital para nuestra vida de creyentes ¿no habrá perdido parte de su encanto ante tanta ‘privacidad'? ¿Qué sentido hubiera tenido la experiencia de la resurrección de María Magdalena si la hubiera mantenido en secreto para sí?

Es imposible abrirse a una nueva dimensión, humana o divina, y no compartirla.

Y aquí está lo más interesante de esta aparición para nosotros, hoy. Si durante la vida pública de Jesús los apóstoles vivieron los grandes acontecimientos juntos y si ahora, llegada la resurrección la experimentan juntos ¿qué debemos hacer nosotros?

Los apóstoles estaban relacionados y comunicados entre sí. Pero esto que parece una perogrullada si lo analizamos hacia nosotros no queda tan claro.

Cualquier persona, en cualquier aldea perdida del planeta, y con conexión a internet está mucho mejor comunicada que cualquier emperador romano o rey que haya habido en la historia. Pero tanta comunicación ¿aumenta la relación? No reniego de los avances en comunicación ¡vágame Dios qué haríamos ahora sin ellos! pero ¿dónde queda la relación? Veamos la razón.

Cuando leemos los relatos evangélicos los leemos por separado, algunas veces acudimos a las concordancias para ver qué dice este autor en comparación con otro y ver las diferencias. Pero entre esto y las diferencias e interpretaciones de las traducciones perdemos una visión de conjunto que nos ayudaría a abrir los ojos a esa nueva dimensión divina. Cuando Juan (20,22-18) relata el encuentro entre Cristo resucitado y María Magdalena, nosotros leemos que Cristo le dice "no me toques". En realidad en griego dice "no me toques más" que es muy diferente.

Recordando los elementos pedagógicos que Lucas y Juan utilizan para explicar a los lectores ciertas realidades, no deja de ser curiosa la expresión ‘no me toques más'. No cabe nada más relacional que el contacto físico y si esa reacción de María Magdalena la trasladamos a la aparición que nos relata Lucas, aunque no lo cuente, ¿no se abrazarían los apóstoles al reconocer a Cristo resucitado? Vamos a ver ¿no nos abrazamos entre nosotros cuando celebramos un gol de nuestro equipo de futbol o cuando nos llevamos una gran alegría por algún acontecimiento? Pues a eso me refiero. La experiencia de la resurrección no se puede vivir sólo en nuestros cultos o liturgias con una serie de ritos. A esos ritos hay que darles vida y la vida se la daremos después del culto o de la liturgia que habremos vivido en comunidad, pero esa comunidad hay que llevarla a la vida cotidiana.

Nos queda el reto más bello que un ser humano puede plantearse, el de construir nuestra historia presente: leer los gestos y signos cotidianos como expresión de la experiencia de Cristo resucitado hecho vida en nuestra vida. Nos queda hacer de nuestros pasos, pasos del Dios de la vida; hacer de nuestras manos, signos del Dios de la bondad; hacer de nuestros afectos, gestos de alumbramiento del amor en los hombres.

¿Cuántos nos abrazamos al celebrar la resurrección de Cristo? Sé que algunas veces la distancia física es un impedimento y precisamente por ello ¡viva la tecnología! Con nuestras manos y nuestra voz podemos hacer signos de la bondad de Dios de muchas maneras. Un abrazo cariñoso nunca le viene mal a nadie. Recibir ese abrazo a través de las redes sociales, tampoco.

No olvidemos que la escritura y la palabra han sido los medios por los que nos han llegado a nosotros los elementos para vivir esa dimensión divina que los apóstoles ‘vieron'. Ya sé, Escritura Sagrada y Palabra de Dios, pero escritura y palabra al fin.

Una comunidad comunicada y relacionada, capaz de mostrar alegría, afecto y decisión por hacer presente la nueva dimensión divina inaugurada por Cristo resucitado.

Un abrazo inmenso (como imagino que fue el de Cristo resucitado y María Magdalena) y una vivencia de la resurrección en comunidad abierta al mundo. Un reto maravilloso y abierto a la nueva dimensión divina.     

Cristina Inogés
Zaragoza (España)


E-Mail: crisinog@telefonica.net

(zurück zum Seitenanfang)