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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Ascención del Señor, 17.05.2012

Sermón sobre Lucas 24:44-53, por Fabian Paré

 

Evaluar la historia desde un futuro mejor

«...el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. »

 

Todo tiene su tiempo, y llega el tiempo en que lo anteriormente vivido comienza a cobrar sentido. Así es este tiempo que gira alrededor del Pentecostés, tiempos que comienzan a brindar sentido a lo anteriormente acontecido. Así como Jesús recorre un largo camino desde su nacimiento, a través de su ministerio, que lo lleva a los tiempos de pasión, muerte y resurrección; la fe cristiana también recorre caminos y tiempos, y tratamos -desde esa fe- interpretar los acontecimientos que Dios sigue realizando. En este ejercicio de interpretar la acción de Dios, juega fuertemente lo que entendemos por el sentido, el sentido que tuvo lo anteriormente realizado, en función del futuro en el que se vislumbran nuevos caminos y nuevos tiempos. En este momento litúrgico, el de la ascensión de Jesucristo al cielo, por un lado es revelador del sentido de los acontecimientos de los cuales el discipulado fue testigo, y por otro es generador de esperanza por la confianza -transmitida por Jesús- sobre la promesa hecha por Dios. Revelación y esperanza, son dos cuestiones que laten en el corazón o en el sentido de la Iglesia en el mundo.

 

Cuando la Iglesia busca su sentido, busca en su historia algo que revele la acción de Dios, y lejos de tratarse de una historia de triunfos y victorias, mayormente se observa una historia en la que hubo problemas, dificultades, fracasos y desilusiones. Muchas veces se nos confunde las desilusiones con los triunfos y las victorias con los fracasos, y eso también confunde el sentido que buscamos del ser Iglesia de Cristo en el mundo. ¿Qué sería una victoria o triunfo para la Iglesia?, y ¿Qué sería una desilusión o fracaso para ella?, ¿Cómo podemos ver la acción de Dios en esa historia? Para no caer en algún tipo de manipulación de sentidos, debemos recordar lo que enseñaba Jesucristo, especialmente lo que nos permite evaluar la historia, entre otras podemos destacar aquella importante enseñanza de que ‘por sus frutos los conoceréis'; lo que nos lleva a reflexionar sobre aquellos frutos que Dios pretende que produzcamos en los caminos y en los tiempos. Pero el sentido de la Iglesia no se alimenta solo de la interpretación de la historia que podamos hacer, de los frutos que se fueron logrando, de los triunfos y victorias o de las desilusiones y fracasos; también y de manera relevante, ese sentido de Iglesia se alimenta de la esperanza en el cumplimiento de la promesa de Dios en algún futuro. Esta esperanza que juega un papel similar a la utopía, moviliza, replantea, reorienta, hasta invita a buscar nuevos sentidos a la luz de lo que interpretamos como fracasos o victorias. Es importante recordar que no es una esperanza vacía de acción, es una esperanza clara en su cometido, porque Jesús fue claro en ese cometido: ‘...comenzando por Jerusalén, en su nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.'

 

No se puede predicar aquello que no es experimentado en lo propio; si la Iglesia predica la conversión, es porque lo experimenta, y cuando deja de experimentarlo es cuando pierde sentido su predicación. Al igual que si la Iglesia predica el perdón, debe experimentarlo, o cuando deja de experimentarlo pierde sentido en su predicación. Una Iglesia sin sentido es la que perdió la capacidad de experimentar la conversión y el perdón, y es el caso en que los caminos y tiempos están orientados y dedicados a un fin que no evalúa los frutos que produce a la luz de la enseñanza de Cristo, sino a la luz de otros intereses. En este razonamiento una Iglesia con sentido es la que se brinda a la experiencia de la conversión y el perdón, la que se deja sorprender por el amor, Paz y libertad que Dios promete, y con ello esclarecer y distinguir en nuestra interpretación el triunfo del fracaso: si en la historia ganaron los rencores y odios, las peleas y divisiones, no podemos hablar como Iglesia de triunfos, sino más bien de fracasos, pero la esperanza es la que nos motiva a sumergirnos en la conversión y el perdón, confiando en un futuro prometido por Dios.

 

Tengamos en cuenta estos tiempos, tiempos que nos ayudan a evaluar la historia, a interpretar victorias y fracasos, pero sobre todo a experimentar la conversión y el perdón, confiando en la esperanza de lo que Dios promete, ese motor de acción en nuestro presente.

 



Pastor Fabian Paré
Eldorado-Misiones
E-Mail: fabianpare@hotmail.com

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