Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

8º Domingo después de Pentecostés, 22.07.2007

Sermón sobre Lucas 10:25-37, por Alfredo Abad Heras

"¿Y quién es mi prójimo?"   Lucas 10, 29b

Tema central del sermón

Los seres humanos somos competitivos, ambiciosos, soñadores y esto tiene muchos y buenos beneficios para nuestras aspiraciones, para nuestra mejora, calidad de vida o bienestar.

Pasamos mucho tiempo en la vida tratando de buscar la manera de cumplir con un ritual, una fórmula, alguna condición que nos de el paso a la etapa superior, a veces, un atajo, un truco, alguna recomendación.

Ansiamos alcanzar un ascenso, una mejora en el sueldo, un afecto, la admiración de quienes nos rodean, compañeros, familia, esposa, padres, hijos. No nos abandona, generalmente el anhelo de superarnos a nosotros mismos. Somos seres sedientos de reconocimiento, por vanidad o por falta de cariño.

La cuestión puede ser tan simple como lograr pasar al día siguiente, o tan compleja como cumplir con nuestro deber religioso, nuestro compromiso de fe, sabernos aceptados por Dios.

Es fácil generalizar y más desde estas breves líneas, y aun más mezclando aspiraciones profesionales, afectos y ambición. Lo que es cierto es que nos agradan las mejoras que logramos, también cuando aprendemos, nos realizamos, alcanzamos algún derecho o somos capaces de hacer algún bien por alguien.

En realidad es un asunto complejo, ¿que es mejorar? Muchas veces lo que consideramos como un buen logro, un ascenso, por ejemplo, es en realidad una complicación: aumento de responsabilidad, poco o mal compensadas con el salario, complicaciones con los compañeros. También cuando hacemos algún bien podemos llegar a situaciones en las que sin querer hemos equivocado la intervención. O en situaciones afectivas, no es bueno que se alimente nuestro ego sin que controlemos realmente nuestras verdaderas capacidades.

En el caso que nos ocupa nos encontramos ante una buena solución de criterio.

Elementos clave y consecuencias

La historia del buen samaritano es precisamente una historia de criterio. El criterio es el signo que nos permite distinguir, la base para emitir un juicio, la manera de poder diferencia un valor.

En nuestra historia la cuestión es como poder alcanzar la vida eterna, es el cumplimiento religioso para estar definitivamente bien con Dios, ya que la palabra viene de un maestro de la ley; podría ser también para nosotros la cuestión del cumplimiento de la voluntad de Dios: cuando estaremos haciendo realmente lo que Dios quiere de nosotros.

En esta meditación me quiero quedar en el contraste entre la pregunta y la respuesta de Jesús, que a mi parecer aborda cuatro cuestiones muy importantes, para poder tener un criterio, de lo que es una mejora, de lo que es la búsqueda de la voluntad de Dios, o podríamos decir de lo que es la felicidad, en un sentido más amplio.

El contraste al que he referido se sitúa entre la pregunta del levita ¿quién es mi prójimo? (v. 29 b) y la pregunta de Jesús ¿quién fue el prójimo del hombre asaltado por los bandidos? (v. 36). Es decir un cambio de perspectiva, por la imagen y el relato, de la teoría a la práctica; por el sujeto de reflexión de mi punto de vista al punto de vista de la víctima; en definitiva, el paso del rito a la misericordia como actitud y vivencia.  Lo que podríamos retomar en palabras del profeta Oseas citadas por Jesús: "Quiero que me améis (Os.), quiero que seáis compasivos (Mt y Mc) y no rituales (sacrificios)" Oseas 6, 6 -Misericordia quiero y no sacrificios-.

Las cuestiones son las siguientes ante el cambio de perspectiva:

1) Soy libre de un cumplimiento, el criterio de lo que me hace aceptable por Dios esta en lo que vivo, en lo que siento, en el sentido de lo que hago: Gracia

 2) No depende mi felicidad de sentirme bien, en realidad el criterio de mi acercamiento a Dios está en como el otro me recibe, de lo que depende mi felicidad es de hacer sentir bien al otro: Amor

3) La aspiración hacia lo alto, lo sublime, no se encuentra en realidades nebulosas, sino concretas, de personas, de situaciones con las que me confronto y enfrento: Compromiso / solidaridad

4) Cuando de verdad me transformo en algo mejor, es cuando me pongo en el lugar del otro: Misericordia.

El cambio de la realidad que vivimos en una realidad más habitable no está en palabras mágicas, su abracadabra son las personas mágicas cambiadas por la voluntad amorosa y compasiva de Dios, encarnándola.

¿Qué tengo que hacer?

Pienso que el mejor ejercicio que podemos hacer es darnos cuenta de que la mayoría de las ocasiones los filtros y criterios que utilizamos para valorar nuestras actuaciones o situaciones de vida esta viciado, roto, por nuestra tendencia a buscar lo que más nos conviene, lo que nos resulta más fácil o llevadero, en lugar de aquello en lo que prestamos un servicio verdadero.

Debemos cambiar de filtro y de criterio, o lo que es lo mismo, lo que el Evangelio llama conversión, de nuestra mirada sobre las cosas, de nuestras limitadas sensaciones, sentimientos y opiniones, a la manera en que Dios mira y siente a las personas en su necesidad. Esa y no otra es nuestra mejora y nuestra felicidad.

Amen.



Pastor Alfredo Abad Heras
Madrid
E-Mail: aabad@moebius.es

(zurück zum Seitenanfang)