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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

8º Domingo después de Pentecostés, 22.07.2007

Sermón sobre Lucas 10:25-37, por Sergio Schmidt

 

Titulo: Justificando una pregunta.

Apreciada comunidad:

En el día de hoy nos encontramos con un texto muy conocido. Este texto que solo aparece en el Evangelio de Lucas es un clásico: lo hemos aprendido en la escuela dominical, lo hemos charlado en los estudios bíblicos, y si, lo hemos escuchado como el texto base de muchísimas meditaciones y sermones. Hoy es uno más que agregamos a la lista.

Y, hablando de clásicos, un típico error es pensar que, porque conocemos de memoria a un texto bíblico, este ya no tiene nada nuevo por decirnos. Y no es verdad. Si es verdad que, para que un texto nos hable hoy, debemos aprender a escucharlo como si fuera la primera vez. Y esto puede llegar a ser un poco difícil. En ocasiones cuando más lo conocemos es más difícil. 

Permitamos que este texto tan conocido nos sorprenda.

1) Jesús no esta, por así decirlo, hablando con cualquiera: esta hablando con un maestro de la ley. Se entablaba una conversación con un especialista, con un teólogo.  El tema de la conversación es -nada menos!- como alcanzar la vida eterna. Debemos siempre prestar muchísima atención a como comienzan y terminan los textos. La clave para decodificar a la parábola es, justamente, esta pregunta respecto a la salvación eterna.

2) Jesús, sabiendo que se encuentra frente a un especialista, le responde con una contra-pregunta: ¿que dice La Torah? La respuesta del Maestro de la Ley es un texto clásico: Deuteronomio 6:4-9, (recordemos también a Levíticos 19:18 y su contexto) hay amar a Dios como al prójimo con un amor tan fuerte como podamos.  Jesús le responde que, si cumple con este mandamiento, tendrá la vida -eterna-.

3) El maestro de la ley no queda conforme. El texto lucano en el vs.29 dice: "y queriendo justificar su pregunta". Nosotros podemos preguntar: ¿por que esta necesidad?

En muchísimos estudios bíblicos, muchas personas pensaron que la necesidad de la justificación era porque el maestro de la ley no quería pasar por tonto, o no quería sentirse minusvalorado con Jesús frente a una pregunta tan simple -vs. 26-, o que el maestro de la ley quería poner a prueba a Jesús. Tal vez, podríamos encontrar un poquito de estas cosas, tal vez, pero el tema principal pasa por otro lado.

El maestro de la Ley conocía a La Torah -¡y muy bien!-; la Ley en general, pero se le estaba pidiendo a Jesús que contextualizara mas su enseñanza.

Por así decirlo, es la diferencia entre la ética y la moral. Por poner un ejemplo concreto: una cosa es hablar sobre el si o no al aborto pero es totalmente diferente cuando estamos frente a una mujer con un embarazo no querido. Una cosa es hablar en general y otra cosa, sumamente diferente, es cuando estamos en una situación concreta.

¿como contextualizar lo que dice la Ley general?  La justificación de la pregunta por parte del Maestro de la ley es sumamente interesante y, en verdad, no tenía como no tiene hoy en día, una respuesta ni fácil ni unánime.

4) La pregunta, "¿Quien es mi prójimo?" no es tan simple como podemos imaginar. La respuesta clásica, y siguiendo el texto de Lev 19:18.33-34, era que este concepto solo se entendía a todo israelita y a todo extranjero que viviera en Israel. Para los judeos -no judíos- en la época de Jesús los samaritanos no pertenecían al pueblo de Dios. Esta es una larga historia que comienza con Esdras y Nehemias en la cual solo las personas que fueron al exilio babilónico son el verdadero pueblo de Dios. Ergo, los samaritanos no lo son.

5) ¡Finísima ironía la de Jesús!  Las dos primeras personas que pudieron ayudar al hombre asaltado y no lo hicieron eran un sacerdote y un levita que, justamente, ¡trababan en el templo!  Hicieron un rodeo para no contaminarse y quedar impuros. Poniéndonos en la perspectiva de ellos, si quedaban impuros no podían trabajar en el templo; la persona estaba "como muerta", si lo estaba realmente, automáticamente ellos quedaban igualmente impuros por una semana.

Pero pasó un samaritano, un impuro, casi un pagano a los ojos del Maestro de la Ley, y se hizo prójimo del pobre hombre asaltado y golpeado. ¡Jesús pone como ejemplo a un samaritano! "Ve y has tu lo mismo".

6) Es interesante, Jesús no solamente extiende las fronteras del concepto de quien es o no es mi prójimo, sino que directamente le da un nuevo significado: no tenemos personas que son o no son nuestros prójimos. No somos prójimos de otra persona. Nos hacemos prójimo o no lo hacemos de otra persona. El hecho de ser un prójimo para alguien no solo es un concepto -en general- sino también una acción -¡en particular!-.  En el caso del sacerdote y del levita su ética y su moral le impidieron hacerse prójimo de un hombre necesitado de ayuda.

7) ¿Como andamos en nuestras comunidades? ¿Quien es mi prójimo, para mí? ¡Que hermoso texto para profundizar la diaconia en nuestras comunidades!  La diaconia esta directamente relacionada con algo tan importante como la vida eterna y la salvación.  El tema no pasa por a quien  ayudo o a quien no.  El texto no pretende confrontarnos en lo concreto cuando alguien me toca el timbre pidiéndome pan y yo debo decidir  si es verdad una persona necesitada o no. La parábola quiere cambiarnos a nosotros como personas.

8) Por así decirlo, la parábola del buen samaritano no pretende darnos un parámetro para calificar a los demás, sino quiere que cambiemos nuestros conceptos mentales para que podamos ser más accesibles como personas -cristianas-. Jesús buscaba que el maestro de la ley cambie sus preconceptos y pueda acceder a la fiesta -y estoy eligiendo cuidadosamente las palabras que utilizo- que implica poder llegar a SER como seguidores de  Jesús mas y mejores prójimos para mas personas. El que se "beneficia" no es solamente el otro, sino también yo.

9) Absolutamente y sin lugar a dudas a esto lo podemos aplicar a nuestras comunidades, iglesias y a nuestras instituciones eclesiásticas!!!

10) Resumiendo: ¿como alcanzar LA VIDA? Es tal como lo dice Rene Trossero[1]:

            "El destino del hombre

            es como el de la rama seca...,

            o se quema con las otras

            en el abrazo del amor,

            o se pudre solitaria.

    No es el número de encuentros

lo que aumenta la compañía...;

sino la intensidad y la hondura

del encuentro.

  

Llevo conmigo a cuantos encontré

A lo largo del camino... /.../

  

No tiene más prójimos

el que esta rodeado de gente,

por afuera,

sino el que tiene más poblado el corazón,

De las personas a quienes ama."

           

 

 

Que así sea,

                      Amen.

 

 

 

 

 




Pastor de la IERP en licencia Sergio Schmidt
Luisville, Kentucky, US.
E-Mail: Schmidt048@gmails.com

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