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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Noche Buena, 24.12.2012

Sermón sobre Lucas 2:1-20, por Fabián Paré

Buscando una gloria diferente a la nuestra

« ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!»

Lucas 2, 1-20

Jesús nace en medio de un mundo convulsionado, y en la circunstancia de que María y José debían ir a registrarse a su ciudad de origen, por el decreto de Augusto que exigía un censo. En medio de ese mundo convulsionado y de las circunstancias que se vivían, es notable que ‘no había lugar' para alojar a una mujer embarazada, y esto nos da un indicio de que la mirada social estaba puesta en algo distinto a la necesidad del otro. Cada quién ensimismado en su propia realidad, perdía de vista la realidad de los demás, y esto podría ser un efecto del mundo convulsionado, o podría ser un factor importante de los que convulsionaba al mundo. La gloria buscada por los pueblos, era una gloria de logros personales, conquistas que saboreaban la derrota de otros, esto se proyectaba a las relaciones entre los pueblos y se introyectaba en los modelos de convivencia hacia el interior de los mismos. Se trataba de una gloria que se servía de estructuras y formas violentas para lograr victorias, victorias que se paraban sobre muerte, denigración, intolerancia, descalificaciones, rencores y odios. La gloria buscada por la humanidad se tornó en la bandera de combate que demostraba poder a través de la fuerza de sometimiento del que se llegaba a considerar enemigo. La circunstancia de que el pueblo no pudiera atender la necesidad de una mujer embarazada, no es fortuita, sino que corresponde y responde a una forma de entender la gloria perseguida por la humanidad; esa gloria perseguida tiene incorporado que alguien tiene que perder, que alguien tiene que sufrir, que alguien debe ser derrotado y sometido, hasta que alguien tiene que morir como consecuencia de no tener la fuerza de sometimiento, esa ‘bandera' que se levanta pisoteando al más débil. Por eso María y José quedan desamparados, dejados de lado, olvidados, habían quedado en la indiferencia del pueblo, porque la gloria perseguida por la humanidad no estaba en peligro con ser indiferentes a ellos.

Entre las realidades que vivía el pueblo, estaba la de los pastores que vienen a ocupar un lugar importante en el acontecimiento del nacimiento del niño Dios. La gloria de Dios los envuelve, es decir, una gloria distinta a la buscada por la humanidad, una gloria que trae la buena noticia de la Paz. Es una gloria que no se levantará como bandera de poder de sometimiento, sino que es una gloria que envolverá a los humillados, abrazará a los humildes, provocando una fuerza de amor y no de imposición. El primer efecto de la manifestación de la gloria de Dios a los pastores, fue el de ir a Belén y ver lo que pasó, se interesaron por el acontecimiento y entraron en diálogo con esta otra realidad que estaba comenzando a desarrollarse en torno a aquel pesebre.

Cuando los pastores se dirigen a ver lo acontecido en aquel pesebre de Belén, están motivados a ver lo anunciado por el ángel: el nacimiento del salvador, en quién se concentra lo dicho en el canto del coro de ángeles: ‘Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres'. La salvación está en las alturas, donde el ser humano no puede llegar por sí mismo; esto permite paz en la tierra, lugar en el que habitamos como humanos y que si llegamos por nosotros mismos, y en esa paz se manifiesta la buena voluntad de Dios para con la humanidad. Es decir que si se busca la Gloria de Dios y no la nuestra, estaríamos desarticulando esa gloria humana que se busca desde la intención de pisotear al más débil, o desde comprender que lo más débil debe ser pisoteado. Al desarticular esa bandera de combate que con la conquista saborea la derrota de otros/as, sobreviene la paz, una paz en la que se cristalizará la buena voluntad de Dios para con la humanidad. La propuesta de Dios al hacerse humano, tendrá que ver con esta desarticulación (en términos de Juan el bautista sería conversión), de lo que el ser humano aspira como gloria en el desarrollo de su historia.

Un primer momento en este proceso de procurar la Gloria de Dios en nuestras realidades, es el de revertir el ensimismamiento de nuestras realidades, personales, familiares y sociales, que implica reducir uno de los factores que convulsiona el mundo, o nuestros mundos (dado que cada uno/a es el centro de su propio mundo); y también implica ver las circunstancias que nos tocan vivir no como designios divinos, sino como resultado de lo construido socialmente.

La Paz de Dios podrá llegar a nuestras vidas, en la medida que nos interesemos en ver la realidad de los demás de una manera diferente, no desde la indiferencia, no desde el sentimiento a priori de buscar una victoria que me brinde el sabor de la derrota del otro, de no desde la rivalidad dañina que violenta la salud y libertad. Debemos descubrir el interés de ver las realidades de tal manera que nos permita lograr Paz, y para descubrirlo debemos dirigir nuestra mirada a aquel niño del pesebre de Belén.

¡Feliz Noche Buena!



pastor luterano Fabián Paré
Eldorado, Misiones, Argentina
E-Mail: fabianpare@gmail.com.ar

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