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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3er Domingo de Cuaresma, 03.03.2013

Sermón sobre Lucas 13:1-9, por Fabian Paré

 

 

Mirando y comprendiendo sin culpar

« ¿Creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?» Lucas 13, 1-9

 

En nuestro imaginario solemos instalar concepciones que luego ejercen cierto condicionamiento en la manera de interpretar el comportamiento o las conductas en la convivencia social. Esto no es novedad, en la historia humana es algo que ocurre constantemente, el desafío es identificar estas concepciones instaladas para reflexionar cómo inciden en nuestro razonamiento. Es lo que Jesús está proponiendo al plantear que, la ‘culpabilidad' de las personas que murieron al desplomarse la torre de Siloé, es la misma culpa de los demás habitantes de Jerusalén. Lo que nos lleva a reflexionar nuestra propia (mala) costumbre de pronunciar frases como: ‘por algo le pasó eso', o ‘por algo le pasa eso', lo que nos remite a la penosa expresión ‘algo habrá hecho'. Frases que procuran generar la sospecha de la culpabilidad que existiría para sufrir determinada situación, con mayor o menor desgracia. Esta sospecha de culpabilidad, merecedora de determinado castigo, es un flagelo que envenena la comprensión de las realidades que nos toca vivir como sociedad, dado que condiciona la interpretación de las situaciones que le toca sufrir a otras personas, provocando un distanciamiento que separa lo que es comprendido como ‘malo' y lo que pasa a ser comprendido como ‘bueno': al que le pasa cosas ‘malas', es porque es ‘malo', y al que no le pasan cosas malas es porque es ‘bueno'. A su vez esto nos lleva a la absurda comprensión de que mientras a mí no me pase, es porque soy ‘bueno'; obviamente que si considero que soy ‘bueno', no necesito replantear nada de mi conducta o comportamiento social. En otras palabras, puedo llegar a creer que yo no tengo nada que ver con lo que le toca sufrir a otros, y esto es lo que Jesús quiere señalar como una equivocación o error, y por eso exhorta a la conversión.

 

En el aceleramiento que vivimos en nuestra convivencia, vamos construyendo distancias que postergan la posibilidad de cambios, replanteos, reorientaciones, en los que nos podamos sentir involucrados; se pasa a protagonizar una soledad tenebrosa por la incapacidad de resolver los problemas que pretenden sumergir a personas o grupos en el sinsabor de la vida. El replanteo, cambio o reorientación, no debían hacerlo solo las personas que podrían morir cuando se desplomó la torre de Siloé, sino todo el pueblo de Jerusalén; lo que nos lleva a reflexionar que el replanteo de los males que sufren las personas en nuestra sociedad hoy en día, no deben hacerlo solo los afectados directamente, sino que debemos hacerlo todos/as, y alejarnos de la creencia de que ‘por algo les pasa lo que les pasa'. Cada quien desde su lugar puede reflexionar y replantear -en lo que está a su alcance- aquellas conductas que pueden generar algún daño o sufrimiento a otra/s persona/s, o a veces aquellas conductas que lo avalan, consienten, o lo toleran. Cada quien puede tomar conciencia de la manera en que se contribuye a las formas de violencia que no solo daña la vida de algunas personas, sino que nos afecta a todos/as.

 

La parábola de la higuera estéril (Lc 13, 6-9), refuerza esta idea de que el replanteo y reorientación de las conductas es un tema de todos/as en la sociedad (sobre todo de aquellas personas que creen que no es un problema suyo), y nos da la comprensión de un Dios que permite una oportunidad más antes de ‘cortar' la higuera. Cuántas veces se han presentado las oportunidades de replantear y reorientar las conductas que provocaban o avalaban el daño que le tocaba sufrir a otros/as, y cuántas veces dejamos de hacer lo que estaba a nuestro alcance para impedir que siga ocurriendo. El cristianismo en este mundo tiene una tarea que no consiste en rotular situaciones con frases como ‘por algo será que le pasa'; sino y por el contrario, su tarea está en ‘remover la tierra y abonar la tierra', para que la higuera de frutos, tarea de desarticular las comprensiones que distancian y aíslan las realidades que sufren las personas, procurando reorientar las conductas -de todos/as- hacia aquello que permita cuidar y proteger la integridad y dignidad de las demás personas.

 



Pastor Fabian Paré
Eldorado-Misiones, Argentina
E-Mail: fabianpare@gmail.com

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