Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Domingo de Ramos, 24.03.2013

Sermón sobre Lucas 19:28-40, por Fabián Paré

 

 

 

Una multitud que nos involucra


«Toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto...» Lucas 19, 28-40

La entrada de Jesús a Jerusalén señala el camino que elige Dios para encontrarse con la humanidad y redimirla, un camino con características importantes: alejado de lo instituido social y religiosamente. Un rey que monta un pollino y no un caballo de batalla, y que no es acompañado ni recibido por la religiosidad instituida, sino que es acompañado y recibido por una multitud en la que podemos distinguir parte del pueblo, discípulos y fariseos. En la multitud todos pasan desapercibidos, pero están, e intervienen cada quién según ciertas expectativas sociales y desde cierta comprensión social de la realidad, algunos con esperanzas, otros con satisfacción, y otros con preocupación. La preocupación parece girar en que Jesús prescinde de los caminos instituidos para hacer lo que hace, y para llevar adelante el propósito de salvación de Dios, y ésta no es una preocupación solo de un determinado grupo; veamos una lectura de esta multitud que recibe a Jesús.

La multitud despersonaliza comportamientos y sentimientos, casi se puede notar en ella cierto pensamiento y sentimiento latente en lo social. Si pensáramos que solo algunos tienen esperanzas, y que otros son los que tienen satisfacciones y que otros son los que tienen preocupaciones, estaríamos haciendo una clasificación muy superficial. Me inclino a pensar que en general la multitud tiene esperanzas, satisfacciones y preocupaciones, lo que nos acerca a aquella multitud que recibía a Jesús en Jerusalén, dado que hoy día también nosotros/as experimentamos -entre otras cosas- esperanzas, satisfacciones y preocupaciones. Y también parece ser que las preocupaciones suelen condicionar las esperanzas y satisfacciones que podamos tener, por ello creo que hay que prestar atención especial a ‘qué es' lo que preocupa, y hoy de entre lo que pueda preocupar nos centraremos en lo que se manifiesta en la entrada de Jesús a Jerusalén y en particular lo significativo de prescindir de lo instituido socialmente.

Por más esperanzas y satisfacciones que nos de la presencia cristiana en este mundo, hay que reconocer que las instituciones, sobre todo las religiosas, suelen incomodarse cuando algunas cosas ocurren fuera de lo instituido socialmente, de ahí puede que surja una serie de prejuicios que juegan fuertemente en la discriminación, segregación y exclusión de personas de los espacios instituidos o de las instituciones, como queramos decirlo. Especialmente los espacios religiosos se vuelven muy rígidos en lo que se considera lo correcto, lo que se debe ser y hacer, o -en el extremo de la arrogancia- con lo que Dios dice que se haga. Los espacios religiosos corren el riesgo de considerarse a sí mismos divinos, y es por eso que Jesús prescinde de ellos para instrumentar el propósito de Dios, y construye un camino en lo sencillo y cotidiano de la vida del pueblo, pueblo sobre el que pesa los prejuicios sociales. Por eso es importante que hoy reflexionemos sobre ‘lo que nos preocupa' de la vida y convivencia del pueblo; y tengamos en cuenta que cuando esa preocupación se inclina hacia los prejuicios con los que miramos y juzgamos a las personas, nos estaremos asemejando a la preocupación de los fariseos.

Es importante preocuparse por los males que nos toca vivir en la sociedad, pero no confundamos los males de la sociedad con las personas que no nos caen bien por algún motivo. Mientras Jesús está entrando en Jerusalén, está rodando una confabulación en contra de él, confabulación sostenida no en verdades, sino en la preocupación que generaba los caminos que decidió seguir. Llegó a no importar la verdad, sino el obligar a Jesús a doblegarse a lo instituido (Cf Jn 10, 31-42), y se sirvieron de los caminos instituidos para ello. Cuando le dicen ‘maestro, reprende a tus discípulos' (Lc 19,39), no es justamente porque lo respetan como maestro, sino que apelan a lo instituido sobre la figura de un maestro, para que Jesús lo reproduzca.

Vamos a comenzar el recorrido de esta semana de ocho días, que comienza el domingo de ramos y culmina el domingo de Pascua de resurrección, símbolo cristiano de confiar en Jesucristo como Dios, confianza que nos alerta sobre los caminos que están instituidos en nuestra convivencia, para no depender de ellos.

 



pastor luterano Fabián Paré
Eldorado, Misiones, Argentina

E-Mail: fabianpare@hotmail.com

(zurück zum Seitenanfang)