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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

13° domingo después Pentecostés, 26.08.2007

Sermón sobre Lucas 12:49-53, por Rodolfo R. Reinich

  

En un grupo de estudios bíblicos en nuestra Parroquia trabajamos el texto propuesto para el domingo siguiente.

Esta vez fue sorprendente la primera reacción de la agente al escuchar esta perícopa: ¡No conocíamos esta imagen de Jesús! ¡Se nos aparece como un "incendiario" y "mete púa"! ¡Está jugando con fuego!

Fue un inicio provocativo.

Seguimos, tratando de comprender este Evangelio, en principio tan chocante.

Y, comenzaron a desfilar imágenes bíblicas y de la realidad de la vida, imágenes de fuego y división, también de desafío y decisión.

La Palabra del Evangelio "es más cortante que cualquier espada de dos filos." (Hebreos 4, 12)

Por infidelidad a Dios, el hombre y la mujer son expulsados de la vida paradisíaca.

Como los personajes en las series televisivas, - que tanto atraen a niños y jóvenes-,  "seres alados y una espada ardiendo que daba vueltas hacia todos los lados" ya no les permite volver a la vida anterior donde estaban unidos y juntos. Ahora fueron separados de la comunión para tener que arreglarse en soledad (Génesis 3).

Pero el fuego es el elemento que utiliza Dios para sus propósitos con los humanos:  

Convoca Moisés, entra en diálogo con él, le encomienda una tarea y lo desafía a tomar una decisión por medio de un mensajero del Señor que se le apareció en una llama de fuego, en medio de un arbusto (Ex. 3).

El pueblo liberado puede caminar hacia la tierra prometida a través del desierto iluminado desde el atardecer por una especie de fuego que duraba hasta el amanecer (Ex. 9).

Los profetas, - personas elegidas y a través de quienes Dios llama la atención, exhorta, corrige, consuela, anima, etc. - experimentan como la palabra de Dios "se convierte en fuego en sus corazones" (Jeremías 20, 9).

Nosotros sabemos que donde el fuego quema nada sigue siendo como era antes.

Destruye viviendas, bosques, pastizales, interrumpe el tranquilo desarrollo de la vida y transforma todo lo que es alcanzado por él.

Pero, calienta los espacios fríos y transforma en ambientes agradables los hogares ó los lugares de trabajo, las escuelas, las universidades... (¡Siempre y cuando haya conexiones necesarias y no estemos en medio de una crisis energética como en este invierno en nuestro país, justamente cuando más  frío hace o cuando la gente más pobre no tiene el dinero para comprar las garrafas encarecidas!).

El fuego ablanda y funde p.e. al metal rígido, lo purifica, lo hace maleable, utilizable.  Pero, también, como ya vimos más arriba, transforma la oscuridad en claridad.

De pronto nuestro grupo de estudio comenzó a ver la imagen de un Jesús, vio su misión de acercarnos el Reino de Dios como un prender fuego en el mundo y con el ferviente deseo que ya esté ardiendo  (Lucas 12, 49).

Pero, los cristianos sabemos que Jesús no vino para juzgar ni destruir. Sabemos que su corazón arde de amor por nosotros y quiere la vida plena para cada persona.

La presencia del Jesús resucitado supera las frustraciones, reanima a los decepcionados, restablece la comunión, abre una perspectiva de esperanza, devuelve el sentido de la vida. De modo que al venir Él junto a nosotros con su Palabra también decimos como los discípulos de Emaús uno a otro: "¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por caminos y nos explicaba las Escrituras." (Lucas 24, 32).

Jesús seguramente está preocupado cuando aclara a sus discípulos que Él vino a traer discordia.

Quizás su preocupación sea que la sal deje de salar (Mateo 5, 13) y que nosotros hablemos sólo de amor cuando nos conviene, y no preguntemos por la voluntad de Dios para orientar nuestra vida.   

En Hechos 2, las lenguas de fuego son el símbolo de que las personas reunidas son alcanzadas por el Espíritu de Dios, son transformadas por él y llenas de alegría comienzan a compartir una manera diferente de vivir en comunidad.

Como vimos más arriba en la Biblia el fuego significa precisamente que la Palabra de Dios también juzga y separa la paja del trigo, precisamente en la convivencia con los demás.

El Reino de Dios es diferente al reino de este mundo. Vivir a la manera de Jesús es diferente a la vida que no tiene en cuenta la voluntad de Dios. 

En este sentido para Juan bautista "Todo árbol que no trae fruto, se corta y se echa al fuego." (Lucas 3, 9). Posiblemente Jesús esté relacionando el fuego del V. 49 con el juicio a las naciones (Mateo 25) donde son evaluadas las opciones humanas.

Aquí vemos que tomar el Evangelio en forma liviana e indiferente tiene consecuencias.

Jesús es el camino al Padre y su el Evangelio es también desafío para tomar opciones que marcarán nuestra manera de vivir con sentido hasta el final. Su opción ya está hecha, es siempre a nuestro favor.

Vemos como las palabras de  Simeón en Lucas 2, 34 comienzan a cumplirse en forma extraordinaria.

Nosotros somos convocados a comprometernos con Jesús, dejarnos interpelar por él y alabar a Dios. Para ello propongo que lo hagamos con las palabras de Nikolaus Ludwig von Zinzendorf (1700), traducidas al español por J.A. Sogguin, para ser cantado con la melodía de "Herz und Herz", Herrenhut, 1740, y cuya letra completa encontramos en nuestro Himnario "Canto y fe de América Latina, bajo el número 323, 1 y 3:

¡Ardan nuestros corazones, adorando al Salvador,

y en amor ferviente unidos busquen paz en el Señor!

De su cuerpo somos miembros, de su luz reflejo fiel:

entre hermanos es maestro, suyos somos, nuestro es él.

 

Oh amor, tú has ordenado que arda nuestro corazón;

vivifica nuestras almas, Líbralas de confusión.

¡Prende tú la llama viva del amor que así unirá a

las criaturas que ha engendrado nuestro Padre celestial.

 

 

 



Pastor Rodolfo R. Reinich
Iglesia Evangélica del Río de la Plata
E-Mail: reinich@ciudad.com.ar

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