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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

4. domingo después de Pentecostés, 16.06.2013

Sermón sobre Lucas 7:36-50, por Stella Maris Frizs

 

 

Este texto se presta para hacer varios sermones. Según el énfasis que intentemos darle, podemos hablar sobre el perdón, el amor, la discriminación, los prejuicios, etc.

En principio aparecen en escena tres personajes claves que procuraremos analizar. A) La mujer, que se nos presenta como pecadora ("de mala vida"). Eso no significa necesariamente que era prostituta. Según comentarios podría no encuadrar dentro de los ideales de la piedad farisaica o simplemente ser la esposa de un hombre cuya profesión no era digna.

Es probable que la mujer conocía a Jesús (o había escuchado hablar de él). Ella sabe de su presencia en la casa del fariseo y el hecho de llevar el frasco de perfume muestra a las claras cuál era su intención. Ella está a los pies de Jesús y sus lágrimas son señal de profunda conmoción. No era normal que tuviera su cabello suelto porque incluso era motivo de divorcio. Pero es evidente que eso poco importa. Lo que realmente importa es que está ante alguien que podrá devolverle la dignidad y a quien ella quiere honrar, mostrándole su gratitud y su amor.

B) Simón, el fariseo es quien invita a Jesús a cenar. No sabemos cuál era la relación de éste con Jesús. Podía ser verdadero interés, búsqueda de la verdad, curiosidad o como dice Barclay buscaba "coleccionar celebridades".

Lo que sí podemos presuponer es que Simón conocía a Jesús, aunque no lo suficiente porque -en su opinión- Jesús debía pensar como él. "Si Jesús fuese profeta, se daría cuenta qué clase de mujer es..." Prejuzga. Y vemos con qué rigidez establecía límites, porque los fariseos negaban la comunión a los "pecadores" .

Los fariseos eran un grupo popular. Tenían adeptos de diferentes clases sociales y una teología muy bien elaborada. En hebreo significa "separados" porque no se juntaban con los supuestos "impuros", a quienes menospreciaban.

La característica de ellos era su celo fanático por observar la Ley. Era de vital importancia guardar el sábado, ayunar y dar el diezmo. Pero Jesús les hace ver su falta de misericordia y de amor.

C) Jesús juega un rol importante hacia la mujer a quien todos juzgan y hacia Simón a quien le hace descubrir su actitud por medio de una parábola. Lo que la mujer hace es oscurecido por la discusión en torno a su status. Simón estaba tan convencido de su carácter pecador, que no vio lo que ella hizo. Es más, quedó ofendido porque Jesús no lo rechazó.

El ministerio de ella no podía ser bueno por causa de su fama. Fue vista a través de un filtro como una mala mujer que ni nombre tenía.

Sin embargo Jesús ve en ella su ministerio. Jesús ve su acción, su devoción, su amor y la acepta. Vemos aquí un Jesús pasivo, que deja actuar a la mujer. Una mujer que toma la iniciativa movida por el amor; algo que Simón no hace y Jesús se lo hace ver.

Es difícil imaginarse a Jesús como alguien que recibe puesto que casi siempre lo vemos dando, enseñando, ayudando, curando, etc.

Jesús demuestra ser un verdadero profeta cuando adivina el pensamiento de Simón. Eso lo lleva a contarle la parábola relacionada al mundo de las finanzas y lo reprende por no haber actuado como la mujer. A quien mucho se le perdona, mucho ama. Este es el milagro de la gracia de Dios.

No es difícil imaginar que esta escena haya llamado la atención a los demás comensales, quienes seguramente quedaron atónitos ante el gesto de Jesús.

¿Quién es este?

¿Quién es este que aprueba la acción de la mujer y desaprueba la actitud de Simón? ¿Cómo puede poner Jesús a una mujer así como ejemplo? ¿Por qué se sintieron tan mal aquellos hombres "piadosos"?

Jesús es el gran Maestro quien a través de esta historia quiere enseñarnos una vez más. Todos somos deudores, lo importante es sabernos humildes como la mujer para reconocer nuestra falta. Si tenemos una actitud soberbia como los fariseos nunca estaremos en condiciones de poder aceptar la gracia de Dios. La autosuficiencia nos cierra la puerta. El apóstol Pablo reconocía su pecado. En I Timoteo 1:15 dice "que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero".

Este texto nos obliga a una confrontación. Ya no podemos permanecer iguales. Somos llamados a revisar nuestras posturas y actitudes con relación a los que son diferentes.

Aquí Jesús nos enseña una vez mas que cada persona merece dignidad y respeto. Que cada persona tiene un enorme potencial de cambio y vida nueva. Que todas las personas tienen derecho a una nueva oportunidad.

Que nos somos dignos de juzgar, sin mirar primero nuestro propio comportamiento.

Es evidente que tanto Simón el fariseo como la mujer están en la búsqueda de un cambio de vida. Hay insatisfacción. Hay necesidad de reorientación. No sabemos qué pasó con ellos. Si esta lección les sirvió o no.

Lo que sí sabemos es que esta mujer de mala reputación es considerada ejemplo de fe y acción. Solo nos resta agradecer porque Jesús nos enseña que no necesariamente tenemos que ser personas puras, santas, piadosas y devotas para servirle. De hecho existen muchas personas que, sin conocer esta historia, sirven con devoción y cumplen así con un verdadero ministerio.

Quiera Dios regalarnos humildad para reconocer nuestro pecado; gratitud por todo el amor que Jesús nos ha manifestado y fe para obtener la salvación.

Amén.

 



P. Stella Maris Frizs
Basavilbaso – Entre Ríos, Argentina
E-Mail: stellafrizs@hotmail.com

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