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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

7. Domingo después de Pentecostés, 07.07.2013

Sermón sobre Lucas 10:1-20, por Leandro D. Hübner

 

Tema: Somos embajadores al servicio de Cristo.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo.

 

Casi todos los países suelen tener sus representantes oficiales en otros países - los embajadores. Podemos decir que para alguien poder ser un embajador de su país, necesita tener por lo menos tres cosas: (1) conocimiento de su país y su gobierno y de cómo actuar y hablar en nombre de ellos; (2) entusiasmo, dinamismo y fuerzas para desarrollar bien su función; y (3) autoridad para hablar en nombre del presidente y gobierno de su patria.

Pocas son las personas elegidas para ser embajadores. Sin embargo hay un reino en que todos sus ciudadanos son llamados a ser embajadores del rey - es el reino de Cristo. En su reino, cada cristiano bautizado es un representante oficial de su Rey, Jesucristo.

Así, podemos decir que nosotros somos embajadores al servicio de Cristo.

Para ello necesitamos de conocimiento: conocer a nuestro rey y saber como actuar y hablar en su nombre. Para esto ser posible, sus enseñanzas nos guían. Es lo que leemos en el salmo 19.7-8,11: LEER.

Estas enseñanzas del Señor, sabias, ciertas, claras y perfectas, que alumbran nuestra mente y merecen confianza, están registradas en nuestro manual de embajadores de Cristo - la Biblia. Para saber cómo hablar y actuar en nombre de Cristo, es necesario leer, estudiar y profundizarse más y más en la Palabra de Dios. Este estudio debe ser constante y sin cesar: todos los días, hasta el último de nuestra vida en este mundo.

Somos embajadores al servicio de Cristo. Para ello, necesitamos de entusiasmo, dinamismo y fuerzas para desarrollar bien nuestra función. Para esto, Cristo nos hace nuevas personas con nuevas fuerzas. Es lo que nos dicen Pablo y Isaías en las lecturas de hoy: LEER Gl 6.8,15 y Is 66.14a. También en 2 Corintios 5.17 Pablo afirma que el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo.

Por medio del bautismo Dios nos hace nuevas personas y nos da la fuerza y el poder del Espíritu Santo. Por medio de la Santa Cena y de la Palabra de Dios, el renueva nuestras fuerzas y alimenta nuestra fe, haciéndonos vivir como nuevas personas, que tienen entusiasmo, dinamismo y fuerzas para ser verdaderos embajadores de Cristo con nuestras palabras, acciones y ejemplos de vida diferente, alegre y consagrada al Rey que dio su vida por nosotros.

Estas nuevas fuerzas vienen solamente de Cristo y por ello necesitamos estar íntimamente, totalmente y continuamente ligados, unidos a él, como él nos dice en Juan 15.4-5: Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí. Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada.

Somos embajadores al servicio de Cristo. Para hacerlo necesitamos tener la autoridad para hablar en nombre de nuestro Rey. Por eso, es en nombre de Cristo que predicamos, como él mismo se nos dice en el evangelio de hoy: El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; y el que rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió (Lc 10.16).

Pablo también afirma lo mismo en 2 Corintios 5.20: Así que somos embajadores de Cristo, lo cual es como si Dios mismo les rogara a ustedes por medio de nosotros. Así pues, en el nombre de Cristo les rogamos que acepten el reconciliarse con Dios.

Por lo tanto, el que oye nuestro testimonio sobre Cristo y su salvación, oye el propio Cristo hablando por medio nuestro. El que no oye o rechaza este mensaje, no nos rechaza solamente a nosotros, sino que le rechaza a Cristo y a su Padre que lo envió.

Entonces, cuando el pastor o un hermano en la fe nos aconseja, corrige o enseña con la Palabra de Dios, vamos a escuchar con atención, pues es Dios que está hablando a nosotros por medio de ellos. Si los rechazamos o despreciamos, es ¡al mismo Dios que lo hacemos!

Somos embajadores al servicio de Cristo. Es en su nombre que predicamos. Él nos ha llamado y elegido para esta misión, como él dice en Juan 15.16,8: Ustedes no escogieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que este fruto permanezca. En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos.

Somos embajadores al servicio de Cristo. Esto, hermanos y hermanas, es una gran responsabilidad y un grande privilegio también, un honor, como es un honor el ser llamado por el presidente para ser embajador y representante de nuestra patria en otro país.

Usted, hermano y hermana, también es un embajador llamado para servir a Cristo, que por usted murió en la cruz, pagó por sus pecados y le da el perdón y salvación en lugar de muerte e infierno que todos merecíamos. Como dice Jesús en el evangelio, hay una gran cosecha a ser hecha - millones y millones de personas en nuestro mundo que no conocen la salvación de Cristo y por ello están caminando hacia el infierno.

Es por eso que somos llamados, capacitados, guiados, renovados, fortalecidos y autorizados por Cristo para ser sus embajadores.

Por la fe en Él, ya están nuestros nombres escritos en el cielo. Vamos entonces a llevar esta salvación para otros, aquellos que Dios coloca en nuestro camino, en la vida diaria, con coraje, alegría y dedicación, pues dice Jesús: El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; y el que rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió (Lc 10.16).

Sí, ¡somos todos embajadores de Cristo! Que Él nos haga cumplir muy bien nuestra misión. Amén.




Rev. Leandro D. Hübner
Rio Branco, AC, Brasil
E-Mail: ledahu@gmail.com

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