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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

8. Domingo después de Pentecostés, 14.07.2013

Sermón sobre Lucas 10:25-37, por Fabián Paré

Ser subordinados y sumisos... o prójimos 

¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado..?

Jesús no busca a las personas para explicarles cuál es su verdad, tampoco se preocupa de que lo sigan y le den la razón, sin embargo sí se ‘acercan’ a él con cuestionamientos y pedidos de explicación.  El relato de hoy nos presenta un doctor en la ley que se acerca a ‘poner a prueba’ a Jesús, con cuestionamientos sobre lo que hoy podríamos llamar: la praxis cristiana.  El doctor en la ley comprendía que la vida que Dios nos da se podía conseguir de una manera diferente a la manera en que Jesús lo planteaba, es la probable razón del cuestionamiento del ‘conocedor’ de las leyes de Dios que con sus preguntas, tal vez, intentaba ‘hacer entrar en razón’ a Jesús (en su manera de comprender lo razonable).  Me parece interesante tener en cuenta este ‘tipo’ de acercamiento a Jesús, dado que corresponde a ciertos modelos que se instalan en las organizaciones, sobre todo en las religiosas.  Este tipo de acercamiento no se da para escuchar, razonar y aprender, sino para demostrar la propia verdad; no hay intención de aprender algo del otro, sino de someter al otro a la creencia propia.  La primera parte del diálogo, el doctor deja entrever que no le falta conocimiento, es decir, no es una cuestión que pasa por la ‘formación’ que tenga, la intranquilidad del doctor pasa por otro lado, pasa por el hecho de que Jesús es eficaz en lo que hace y prescinde de la ‘formación’ instituida en las organizaciones.  En otras palabras, Jesús no es sumiso a las autoridades y modelos de turno, pero es eficaz en darle paz y armonía a la vida de las personas; y tal vez lo que le molesta al doctor religioso (y por ende a determinado grupo de poder), no es tanto que Jesús sea eficaz en lo que hace, sino que no sea sumiso.  Se trata de uno de los males más dañinos que se instala en las organizaciones, y -lamentablemente- sobre todo en las religiosas; y señalo esto como ‘males’ porque conduce a un mecanismo de sometimiento y subordinación incondicional, ante el cual se produce una adaptación o una expulsión.  Cuando en las organizaciones se experimentan sobre-adaptaciones o sistemáticas expulsiones, es señal de los daños en la organización.

En la organización del pueblo donde estaba Jesús, cada quién se ocupaba de lo suyo y todo se desenvolvía dentro de la 'normalidad' siempre y cuando nadie saliera de los marcos de sometimiento y subordinación incondicional.  Y en el ejemplo de Jesús no vemos una rebeldía contra el modelo instalado, tan solo se desenvuelve siendo eficaz en lo que hace prescindiendo del modelo instituido.

Cuando el doctor de la ley no puede ‘someter’ el discurso de Jesús al suyo, insiste con una nueva pregunta: ‘¿y quién es mi prójimo?’; tal vez desde el afán de justificar el modelo que, más o menos inconscientemente, defendía.  Ante este afán Jesús despliega una parábola, conocida como la parábola del buen samaritano; en lugar de defender una idea o reaccionar al afán del doctor de la ley, procura el razonamiento y el sentido común.  Y no razona ni busca el sentido común sobre cualquier cosa, sino sobre el modelo organizacional instituido en el pueblo.  La parábola presenta un escenario social  y una escena social, que representa al estado ‘normal’ en el que se desenvuelve la convivencia, una convivencia donde nada ni nadie sale del sometimiento y subordinación incondicional al modelo establecido, salvo el samaritano.  Notemos que dentro del modelo está instalada una violencia preocupante: asaltantes, asaltados, una notable indiferencia de la mayoría, y esto es lo común, aceptado y reproducido, aun por muchos que creen cumplir la voluntad de Dios en este mundo.  Lo novedoso que trae Jesucristo, es el concepto de prójimo.  La vida que Dios nos brinda, se la puede encontrar al hacernos prójimos de las personas que padecen la violencia instalada en las organizaciones de convivencia, y no por la sumisión y/o subordinación a determinado modelo instalado.

Es curioso porque en el razonamiento que nos deja Jesús, prójimo no es aquel que está cerca de nosotros, sino que me hago prójimo cuando me brindo con compasión a transformar la integridad vulnerada de una persona o grupo.  La compasión no es un sentimiento sin acción, la compasión moviliza a poner en acto lo que esté al alcance, no para sostener o reproducir el estado sufriente de las realidades de personas o grupos, sino para transformarlas.  Golpear la espalda de otros y decirle que las cosas son así, no es sentir compasión; adaptarse y someterse a las distintas realidades violentas,  no es sentir compasión; dar una moneda en el semáforo, tampoco es sentir compasión; como tampoco lo es sostener la pobreza y miseria de un pueblo.  La compasión nos compromete a ocuparnos, en lo que esté a nuestro alcance, de transformar el estado sufriente de personas y grupos.

Jesús se ocupa de estas realidades sufrientes y las transforma, mientras otros/as se ocupan de adaptar y amoldar a las personas al modelo de conveniencia del poder de turno de alguna organización.  Y nosotros/as como bautizados/as, ¿qué hacemos?



Pastor Fabián Paré
Eldorado-Misiones
E-Mail: fabianpare@gmail.com

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