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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

11º Domingo después de la Trinidad, 11.08.2013

Sermón sobre Lucas 12:35-48, por Stella Maris Frizs

 

 

Estamos ante tres parábolas de temática semejante, donde Jesús advierte y exhorta a cerca de la vigilancia, la espera confiada y atenta.

La llegada del Reino de Dios que busca eliminar lo que está mal y que promueve una nueva sociedad es inminente. Por eso, en medio de un mundo donde predomina lo material, el afán de riqueza, la codicia de poder, la competitividad, las preocupaciones, la desconfianza, Jesús llama a mantenerse fieles.

Vemos un trasfondo apocalíptico que anuncia la segunda venida del Señor que puede ser repentina, cuando menos se espere, como ladrón en la noche. De allí la recomendación a los discípulos a mantenerse en una vigilancia fiel, activa y servicial hasta tanto el Señor llegue.

La conclusión final es lapidaria. El juicio conlleva premio o castigo. El castigo está relacionado a la desobediencia y al mal uso de los dones recibidos.

 

Probablemente nos pase como a los discípulos. La espera se hace demasiado larga. Los años pasan y la rutina cotidiana hace que muchas veces descuidemos nuestra vigilancia, porque total "tenemos mucho tiempo por delante". Así caemos también en el engaño al pensar que es imposible que la vida termine súbitamente. Hacemos planes y proyectos para el futuro como si la vida nos perteneciera. Sin embargo en cualquier momento puede ser demasiado tarde. Y es nuestro desafío como cristianos vivir preparados como para recibir al Hijo del hombre cuando menos lo imaginemos.

Existe una gran tentación de descansar o dormirnos en los laureles porque el Señor tarda en llegar. Existe la gran tentación de pretender que Dios haga todo y concluya su obra, mientras nosotros esperamos pasivamente cruzados de brazos.

Cuando en el versículo 31 dice que busquemos el Reino de Dios y las demás cosas serán añadidas, está sugiriendo que tomemos parte activa, sea en la edificación personal, sea en renovación comunitaria, sea en el cambio social.

El gran peligro es no reconocer los signos de los tiempos o creer que ya hicimos lo suficiente (satisfacción del deber cumplido) y que la proclamación del Evangelio pierda su fuerza.

Existe el gran peligro de estancarse, de detenerse (o dormirse) y cuando eso sucede todo muere, porque el ser humano (como seguidor de Cristo) es un eterno caminante y porque una fe inactiva, estéril (sin obras) desaparece.

La advertencia de las parábolas a cerca de lo intempestivo y desconocido (inesperado y sorprendente) de la venida, obliga a estar despiertos y vigilantes.

Eso significa tomar conciencia de los tiempos que se viven donde urge ser colaboradores que apunten a una nueva humanidad.

La imagen de estar listos con las lámparas encendidas, nos muestran justamente que es necesario iluminar donde hay oscuridad, confusión, desorientación. La noche (no como tiempo cronológico, sino cuando la desesperanza/maldad nos torna ciegos) es ideal para armar planes macabros, planear ataques despiadados, Por eso se dice "la noche en que Jesús fue traicionado", "la noche (antes que cante el gallo) en que Pedro negó al Señor",

"la noche en que los discípulos de Emaús no pudieron reconocer al maestro", etc.

Tener las lámparas encendidas significa que hemos de dejarnos iluminar por aquel que dijo "yo soy la Luz". Esa luz ha de ser nuestra guía para estar despiertos, atentos a las necesidades, prestos para obrar, fieles para servir, preparados para amar.

De manera tal que si Jesús viniera ahora, nada deba reprocharnos. Mucho se nos ha confiado y mucho se nos exigirá.

Amén.

 



P. Stella Maris Frizs
Basavilbaso – Entre Ríos - Argentina
E-Mail: stellafrizs@hotmail.com

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