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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

11º Domingo después de la Trinidad, 11.08.2013

Sermón sobre Lucas 12:32-40, por Fabián Paré

Temores que condicionan la vida

«Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre

 llegará a la hora menos pensada.»  

Dentro de las advertencias o señalamientos que Jesús está realizando en este capítulo 12 de Lucas, subraya el saludable desapego de los bienes materiales y la necesidad de no postergar la educación de los sentimientos que se tiene en relación a esta ansiedad humana sobre lo económico-financiero.  El relato de hoy comienza diciendo: ‘no temas pequeño rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino’. (Lc 12,32).  Es el pequeño rebaño que debe ‘estar preparado’, porque el hijo del hombre llegará a la hora menos pensada, ese es el marco del relato.  Hay algo que ese pequeño rebaño ‘teme’, algo en lo que se ve atemorizado, y pareciera que tiene que ver con lo que Jesús les viene planteando, es decir, el desapego de la comprensión de que la salvación humana gira en torno a los bienes materiales.

Cuando Jesús plantea este desapego, no pierde de vista que las personas necesitan de lo económico financiero para sustentarse, pero tampoco pierde de vista que las personas somos capaces de hacer cualquier cosa para tener resuelto el problema del sustento.  Y cualquier cosa abarca todo lo insalubre y destructivo que somos capaces de realizar y sostener.  Entre los ejemplos de esto vemos instalados en nuestro sistema de convivencia la corrupción institucional, el narcotráfico, la tarta de personas, los distintos mecanismos por medio de los cuales el engaño perjudica a algunos en beneficio de otros.  Un sistema de convivencia que se impone como ineludible, ante el cual pareciera que las opciones giran entre sufrirlo (sin la posibilidad de evitarlo), someterse a él, sacar provecho de ese sistema, o sostenerlo desde la indiferencia.  Cuando Jesús plantea que es necesario estar alerta, lo que hace es llamarnos la atención sobre estos estados en los cuales nos acostumbramos a vivir, estados insalubres y perjudiciales para lo que tiene vida, sin embargo sostenido desde los temores, temores que giran en torno a la posibilidad de no poder lograr el sustento.

La sociedad humana fue instalando en su comprensión de la realidad, que la solución de todos sus problemas o dicho de otra forma, la salvación de sus vidas, se da con el logro del poder económico, de modo que la comprensión de lo sustentable se apoyó concretamente en el poder adquisitivo, es decir en la capacidad de poder sostenerse en un mercado de compra y venta, y por más religiosamente que se quiera adornar ese concepto, no deja de ser algo que se despliega en contra del proyecto de salvación de Dios.  No olvidemos que no solo de pan vive el hombre, recordemos aquel encuentro de Jesús con el diablo en el desierto y reflexionemos sobre el planteo de Jesús, que demuestra que el sustento de la vida del ser humano no está apoyado en el sistema de salvación construido por la humanidad, sino en lo que Dios es capaz de darnos.  El tesoro en el cielo que propone Jesús, tiene que ver directamente con la independencia de un sistema de convivencia que sostiene la comprensión de que el poder económico es la meta a la que debe aspirar a las personas.

No olvidemos que Jesús no pierde de vista la necesidad del sustento, y que también necesitamos convivir en este mundo, por lo que será necesario comer, vestirse, tener una vivienda, etc., etc., todo lo que haga a la dignidad.  Pareciera que es más por eso que señala la necesidad de estar alertas, es decir no terminar confiando en que los logros de poder económico equivalen a la salvación brindada por Dios, dado que de esa manera se pierde de vista lo central de la vida.  Pareciera que es habitual que perdamos de vista lo central de la vida, lo que podríamos mencionar como tener la vista perdida o estar perdidos, palabras que fueron cobrando una significación religiosa ‘cristiana’.  Estar perdidos, sumergidos en el pecado, ciegos a la voluntad de Dios; el problema está en que los conceptos sociales religiosos, no necesariamente coinciden con la enseñanza de Jesucristo.  ¿Cuándo estamos ‘perdidos’? o ¿Cuándo estamos en pecado? o ¿Cuándo estamos ciegos a la voluntad de Dios?  En relación a Cristo, no se trata de perdernos, sino que ya estábamos perdidos; o no se trata de que caigamos en pecado o quedemos ciegos, sino que ya estábamos en pecado y ciegos.  No se trata de caer en falta con Cristo, sino que ya estábamos en falta, es más, no se trata de caer, sino que ya estábamos caídos.  Nuestra inclinación a considerar que la salvación está en lograr el sustento con el poder económico, nos ubica en falta o en ese lugar de perdidos, pecadores o ciegos ante Dios.  Por eso el estar alertas implica una reflexión constante sobre lo que Jesús plantea como central en la vida humana, y que trata de un sustento que tiene su apoyo en la confianza en Dios y no en los que han logrado un poder económico; es decir una confianza en la voluntad de Dios, y no en la de los que manejan cierto poder económico.  De aquí podemos reflexionar sobre el temor que muchas veces nos invade, temor a independizarnos de un sistema de convivencia que cree prescindir de la voluntad de Dios.



Pastor Fabián Paré
Eldorado-Misiones
E-Mail: fabianpare@gmail.com

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