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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

17° domingo después de Penteco, 15.09.2013

Sermón sobre Lucas 15:1-10, por Leandro D. Hübner

Queridos hermanos y hermanas en el Salvador Jesús.

En el evangelio de hoy vemos que Jesús recibe bien
y come con los pecadores, o personas de mala fama. Esos pecadores ven en Jesús
un amigo e por ello oyen lo que El dice con atención.

Pero, ¿qué clase
de pecadores Jesús recibe y trata como amigos? Jesús recibe e ayuda a cualquier
pecador que reconoce que es pecador y que se demuestra arrepentimiento.

Por eso nuestro tema: ¡Un pecador arrepentido es alegría en el cielo! Las parábolas que cuenta
Jesús muestran eso: que más grande es la alegría en el cielo por un pecador
arrepentido que la alegría del pastor que encontró su oveja o la mujer que
encontró su preciosa moneda.

¡Un pecador
arrepentido es alegría en el cielo! Dios se alegra con nuestro arrepentimiento.
Muchas veces somos como los fariseos y escribas, que criticaban a Jesús porque
El recibía pecadores. Esas personas piensaban ser justas delante de Dios e, por
eso, creían que no necesitaban de arrepentimiento. Por eso Jesús dice en en
verso 7: Les digo que así también hay más alegría en el cielo por un pecador
que se convierte quer por noventa y nueve justos que no nececitan convertirse.

Jesús está siendo irónico e le dando un aviso a
aquella gente que se cree justa, cuando habla de las 99 ovejas que no necesitan
arrepentirse.

Nosotros a veces solimos ser así. Pensamos que Dios
se lo debe algo a nosotros a causa de nuestros talentos, nuestra gran
dedicación a la iglesia o porque somos mucho mejores que los otros. Sin
embargo, cuando creemos que merecemos un lugar en el equipo de Dios, nosotros
automaticamente nos estamos alejando de el, pues en el reino de Dios no hay
lugar para "justos".

Como leemos en 1 Timoteo 1.12-17, Jesús murió para
salvar pecadores y, como Pablo, deberíamos consideranos a nosotros mismos como
el peor de los pecadores. Cuando disminuímos la seriedad de nuestro pecado,
nosotros también disminuímos el valor de la muerte de Jesús para salvarnos del
pecado. O sea, si pensamos que nuestra vida espiritual es muy buena, nosotros estamos
retirándonos del equipo de Jesús, por falta de arrepentimiento y humildad.

Dios se alegra con nuestro arrepentimiento. Por
eso, si reconocemos que no estamos alcanzando lo que Dios espera de nosotros,
por más esfuerzo que tengamos, y si reconocemos que somos pecadores, vamos a
saber también que Jesus recibe pecadores. Él nos es amigo de los "justos", de
los que son muy orgullosos para reconocer que precisan arrepentirse, pero es
amigo de los pecadores que se arrepienden. Cuando nos arrepentimos sinceramente
y confiamos en su amor y perdón, Jesús nos recibe en su presencia como sus
amigos.

Jesús es aquel que busca y salva el perdido, como
el pastor y la mujer de las parábolas. Él nos busca y, cuando el perdido es
encontrado, hay grande alegría en cielo, pues ¡un pecador arrepentido es alegría en el cielo!

Hoy Jesus sigue buscándonos, nos recibe y nos
invita a comer com Él. Tenemos
un lugar en su mesa - el altar, donde Él ofrece su cuerpo y sangre para el
perdón de nuestros pecados. La Santa Cena es la comunión más íntima que
podemos tener con Cristo. Allí Él confirma que es verdaderamente el amigo de
los pecadores, nuestro mejor amigo, que ¡ha sido muerto por nosotros!

¡Un pecador
arrepentido es alegría en el cielo! Dios también se alegra con la conversión
del prójimo. Nosotros, que somos ya ovejas del redil de Cristo, a veces nos
perdimos, y sabemos como es bueno ser encontrados, llevados y cuidados por  el Buen Pastor Jesús. Él nos busca y
encuentra, y sin tener en cuenta nuestra ingratitud, nos alimenta la fe, nos
protege y nos guía con su amor. Este amor de Cristo por nosotros llena nuestro
corazón de alegría y del deseo de le contar a otras "ovejas" como es bueno
tener un Pastor tan amoroso y lleno de perdón.

Dios se alegra con la conversión del prójimo. Por
eso, nosotros que ya somos ovejas encontradas y amigos del Buen Pastor, vamos a
buscar las ovejas perdidas  que conocemos
y, llenos de alegría, vamos conducirlas al redil del pastor Jesús.

Dios nos da la salvación y la vida eterna no para
que seamos perezosos o descuidados (Lucas 14.25-35), sino para hacernos alegres
y agradecidos por la comunión que tenemos com el amigo de los pecadores, Jesús.
No importa lo cuanto hemos nos alejado de Jesus o por cuanto tiempo, pues si
volvemos a Él en  arrepetimiento, Él nos
recibe de vuelta en sus brazos de amor.

De la misma forma Él  desea que nosotros recibamos a otros
pecadores en esa comunión com Él, que llevemos a ellos su Lei, para que
reconozcan sus pecados y puedan arrepentirse, y entonces su Evangelio, para que
reciban el perdón, la fe y sean salvos.

Como ocurre con nosotros, las otras personas
también van a errar y desviarse muchas veces de Dios. Pero, así como Jesús está
siempre buscándonos, nosotros no vamos a dejar de intentar ser amigos de ellas
en el amor de Cristo. No podemos parar de hablarles a ellas acerca de nuestro
Salvador, que está buscando también a ellas. Vamos seguir siempre imitando a
nuestro Señor, que ha venido para buscar y salvar el perdido, porque Dios se
alegra con la conversión de nuestro prójimo.

¡Un pecador
arrepentido es alegría en el cielo! Arrepentimiento significa tristeza por el
pecado, deseo de cambiar de actitud y confianza en el perdón de Jesús. Él nunca
desiste de nosotros, pero, como leemos en Lucas 14.25-35, Él quiere nuestra fe
solamente en Él y nuestro compromiso total como sus discipulos.

Por eso, arrepiendase de sus pecados todos los
días, confiando en el perdón de Jesús y, motivado por su amor, busque cambiar
de actitud, llevando este perdón y amor para otros que necesitan también del
arrepentimiento, de la conversión y del perdón del Salvador Jesús.

¡Un pecador
arrepentido es alegría en el cielo! Dios se alegra con nuestro arrepentimiento
y se alegra con la conversión del prójimo. Por eso, vamos a llevar la alegría
de ser salvos a otros, comenzando con los que están más cerca de nosotros, en
nuestra casa, família, trabajo, escuela, barrio, etc.

Para empezar, usted puede elegir una persona para
ser su "oveja perdida", para a ella llevar el perdón del Buen Pastor Jesús, con
sus palabras y actos de amor, con la Bíblia y de todas maneras posibles. Si una
persona se convierte y cree en Jesús, hay más alegría en cielo que por 99
personas que piensa ser justas, dice nuestro Señor.

¡Que Dios nos haga
vivir em arrepentimiento diario y a llevar con alegría el perdón de Jesús a
muchas otras ovejas perdidas! Amén.

 



 



 



Pastor Leandro D. Hübner
Rio Branco, AC, Brasil
E-Mail: ledahu@gmail.com

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