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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

21° Domingo después de Pentecostés, 13.10.2013

Sermón sobre Lucas 17:11-19, por Fabián Paré

 

La actitud frente a lo extranjero

¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?

Jesús recorre los poblados más allá del propio, y es un dato interesante, dado que no es lo mismo un Jesús que permaneciera en su pueblo durante todo su ministerio, a un Jesús que traspasa los límites de su territorio y se dispone al encuentro con lo extraño o lo extranjero si queremos decirlo así. Es interesante reflexionar esta cuestión de lo ‘territorial', porque es algo que interviene de manera muy fuerte en los estilos de convivencia que se instalan en la vida social. ‘Yo soy de...' esta expresión refiere al lugar que nos atribuimos, un lugar desde el cual estructuramos nuestra identidad. Yo soy de argentina, yo soy de misiones, yo soy de ríver o de boca, yo soy radical o peronista, yo soy cristiano, musulmán o budista, yo soy heterosexual u homosexual, yo soy hombre o mujer... el ‘yo soy' que se va construyendo muchas veces se va modelando en contraste con lo que ‘no se es'; y hasta aquí podríamos hablar de diferencias que permiten la construcción de la identidad, y no habría nada que afecte o dañe, por el contrario pareciera la manera en que la identidad propia puede ser reconocida y valorada por el otro. Pero hay un momento en que este contraste o diferencias dejan de ser saludables para convertirse en una herramienta de desigualdades.

La sociedad en la que caminaba Jesús construyó una significación de las diferencias en base a las desigualdades, un pueblo no solo se consideraba diferente a otro, sino que se consideraba desigual, y desplegaban los argumentos de esa significación marginando a lo que consideraban diferente. Más allá de las desigualdades que se constituían entre los pobladores de Samaria, de Galilea y de Judea, los leprosos conformaban uno de los grupos marginados, y desde este lugar de marginación exclaman: ‘Jesús, maestro, ten compasión de nosotros' (Lc 17,13). Por las desigualdades instaladas, no era común que se tenga ‘compasión' por el lugar que ocupaba alguien marginado, dado que también se construían argumentos que explicaban las razones por las que ocupaban ese lugar. Algo similar a cuando en nuestros tiempos se suele escuchar respecto a que ‘los pobres son pobres porque quieren...', o que ‘los pobres pertenecen a una cultura y no pueden dejar de pertenecer a ella...'; artilugios del discurso para seguir sosteniendo las desigualdades sociales que sufrimos. Los leprosos, reciben la compasión de Jesús y son curados, sin preguntarles a qué ‘territorio' pertenecían. Es uno de los diez que son curados, que vuelve y da gracias por la compasión recibida, y es un samaritano, alguien que ocupaba el lugar de extranjero, desigual por considerársele inferior. Los otros nueve no sabemos a qué territorio pertenecían, ni habían regresado a dar gracias por la compasión recibida, pero es interesante, aun así fueron curados.

El ejemplo de Jesús nos lleva a reflexionar la actitud que debemos tener ante lo extranjero, ante lo diverso, ante la territorialidad sobre la que se estructura la identidad de otras personas y otros grupos sociales, y es una actitud distinta a la que se apoya en el argumento que justifica las desigualdades sociales. Su actitud de compasión no fue dirigida solamente a los que compartían su propio ‘territorio', sino que fue brindada por igual a la diversidad que pedía compasión.

La desigualdad genera violencias, y este maltrato que en primer lugar lo sufre el sector social más vulnerable, establece ciertas reglas de comportamiento que consolidan una identidad estructurada en la diferenciación de lo extranjero como inferior, como carente de las condiciones necesarias para la dignidad y respeto. Una sociedad que se apoya en las diferencias como fuentes de desigualdades, no puede recomponer la enfermedad que la está destruyendo. Para abordar las cuestiones que contribuyen al deterioro de la salud de las personas, grupos y poblados, es importante ‘caminar' más allá del ‘territorio' propio, con una actitud de compasión que no discrimine a los merecedores de la misma. Es decir, debemos preguntarnos qué significa esto de caminar más allá del territorio propio, dado que es mucho más que caminar más allá del territorio geográfico en que se habita, ¿cómo hace el heterosexual para caminar más allá de esa identidad con una actitud de compasión que no discrimine al que no está en ese mismo territorio?; ¿Cómo hace lo mismo un hombre, un adulto, un peronista, un cristiano, etc., etc.?

La actitud cristiana en este mundo, es la actitud que no sostiene las desigualdades, por el contrario, se caracteriza por brindar -de la manera en que esté a su alcance- oportunidades para desestructurar una convivencia social que manipula la dignidad y el respeto de acuerdo al territorio que puedan ocupar las personas, grupos y poblados.



pastor luterano Fabián Paré
Eldorado, Misiones, Argentina
E-Mail: fabianpare@hotmail.com

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