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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

24º Domingo de Pentecostés, 03.11.2013

Sermón sobre Lucas 19:1-10, por Amós López

Introducción

¿Cómo estamos concibiendo hoy en día la experiencia de la evangelización?

Recuerdo aquellos tratados que leía hace algunos años, y que todavía circulan por ahí y muchas iglesias usan. Hablaban del plan de salvación, consta de cuatro momentos: reconocer los pecados, aceptar a Cristo como Salvador, comenzar a reunirse en alguna congregación cristiana para perseverar en la vida cristiana que se resume en oración, lectura de la Biblia y asistencia al culto. Y el último paso, convertirse en un evangelista para seguir ganando almas para Cristo.

 

Sinceramente, no sé en cuál evangelio se fundamenta este plan de salvación. La historia de la conversión de Zaqueo es bien diferente. En Zaqueo se da un proceso donde podemos distinguir tres momentos importantes: la aceptación del mensaje de Jesús, la conversión ética que en su caso consistió en devolver lo que había robado;  y en tercer lugar la disposición al servicio al compartir sus bienes con los pobres, la diaconía. La conversión no se reduce a una aceptación de la buena noticia del evangelio y expresarlo verbalmente, tiene que producirse una transformación ética, un cambio o sustitución de valores. En el caso de Zaqueo, el cobrador de impuestos se convierte en un amigo de los pobres, es un cambio radical.

La historia, en su brevedad, no nos da detalles de cómo fue ese proceso en Zaqueo. Cuando leemos el pasaje, nos da la impresión de que todo sucedió en poco tiempo, apenas unas horas. Pero la historia de Zaqueo, más que un acontecimiento histórico –que pudo haber sucedido, sin duda- es una parábola sobre la experiencia de la conversión.

Primer momento de la evangelización: compartir el mensaje de Jesús

Zaqueo busca a Jesús y sobrepasa todos los obstáculos para encontrar a Jesús. En ocasiones, cuando hablamos del evangelio a las personas, no tenemos en cuenta su búsqueda, sus intereses, sus preocupaciones, sencillamente transmitimos o imponemos el mensaje del amor de Dios. A la búsqueda sincera y apremiante de Zaqueo, corresponde Jesús con un gesto de atención y simpatía. Lo llama por su nombre, le pide que baje del árbol y le comunica que se hospedará en su casa. Son gestos que comienzan a generar una relación de amistad y confianza, donde los sentimientos se corresponden y se identifican mutuamente.

Jesús no está siendo atento y solicito con cualquier persona. Zaqueo es alguien a quien muchos en el pueblo no miran con buenos ojos. La gente rica lo rechaza porque él les quita parte de su dinero. Los conflictos de los publicanos eran especialmente intensos con los mercaderes, con quienes constantemente entraban en tratos, pues revisaban toda su mercancía y al mismo tiempo husmeaban en las pertenencias personales de estos.

¿De dónde provenían los juicios que hacían ver a los publicanos como personas inmorales? Los escribas y fariseos atacaban a los publicanos cuando eran deshonestos, los comerciantes lo hacían todo el tiempo. La gente pobre, en cambio, tenían poco o nada que pudiese verse sometido a impuestos, y no tenían razones para despreciar a los recaudadores. El publicano no era una persona impura por naturaleza, sino que al manipular tantos y tan variados objetos en su diaria faena, al entrar luego en la casa, dejaría impuro al resto de sus habitantes, no podía observar las normas de pureza ritual practicadas por los judíos legalistas. Algunos autores entienden que en la historia de Zaqueo hay aquí una crítica de Lucas a los ricos de las primeras comunidades cristianas quienes rechazaban a los publicanos convertidos al evangelio.

El pueblo judío en general tenía a los recaudadores de impuestos como traidores, como vendepatria. Tanto los líderes religiosos nacionalistas como el pueblo humilde los consideraban enemigos por estar al servicio del imperio romano, por ser una columna de apoyo al sistema opresor por medio del tributo. El texto nos dice que cuando Jesús decide quedarse en su casa, la gente murmura que Zaqueo es un pecador. Pero ya sabemos que Jesús, frecuentemente, se reúne con los pecadores y las pecadoras, porque él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Jesús vino a llamar a los pecadores y no a los justos, porque los que se creen buenos, en su autosuficiencia, rechazan la necesidad de la conversión al pensar que no necesitan cambiar en nada. Jesús reconoce en los publicanos, las prostitutas y los pecadores, su apertura a la conversión, son enfermos que se dejan curar. Johan Konings, teólogo jesuita belga, nos dice: “La persona que, conciente de su miseria moral, se dirige a Jesús, encuentra en él un amigo con quien puede entrar en comunión, es decir, participar del mismo sentimiento de Jesús”.

En la cultura judía de la época, sentarse a la mesa con alguien significa tener comunión con esa persona, compartir valores e ideas, poder incluso llegar a convivir. El pueblo daba por sentado que todos los publicanos eran ladrones, la gente reacciona por medio de los estereotipos.

En algún momento, escuché esta expresión: “Jesús puede ayudarnos, porque él ve nuestra posibilidades y no nuestras limitaciones”. Me pregunto, ¿qué nos gusta ver más en las personas? ¿qué buscamos en nuestras relaciones humanas? Si nos mueve la lógica de la competencia, de la lucha por el poder, veremos en los otros solamente sus limitaciones. Si nos mueve el amor y la solidaridad, veremos siempre las posibilidades.

Zaqueo busca a Jesús, vence los obstáculos y lo encuentra. Jesús, de alguna manera, también buscaba a Zaqueo, vence otros obstáculos, los prejuicios sociales y religiosos, y se relaciona con Zaqueo, visita su casa, acepta su hospitalidad. Evangelizar es preparar el terrero para que se produzca el encuentro entre el ser humano y el evangelio. Pero para que este encuentro sea eficaz y profundo, la persona sin evangelio debe encontrar en él una respuesta satisfactoria a su búsqueda. Por su parte, la persona que comparte el evangelio debe ir también al encuentro del ser humano necesitado, sobreponerse a cualquier obstáculo y sentir, humildemente, la alegría de servir y amar, la satisfacción de ser un canal de la misericordia de Dios.

Segundo momento de la evangelización: la conversión ética

El evangelio se hace vida en la vida de las personas cuando les ayuda a clarificar cuáles son sus principales necesidades de cambio. El amor de Dios no renueva a las personas de cualquier modo, nos convierte en seres humanos responsables. Cuando el apóstol Pablo dice que somos una nueva creación en Cristo, está hablando de una persona éticamente transformada, cuya vida ahora se orienta hacia la causa del amor y la libertad, hacia la causa del reino de Dios y su justicia.

¿En qué consistió la conversión ética de Zaqueo? Aquel jefe de los publicanos, un hombre increíblemente rico, que gozaba de todas las comodidades que estaban al alcance de su posición social y económica, decide devolver todo lo que ha robado. A partir de su encuentro con Jesús y de su apertura al mensaje del evangelio, Zaqueo comienza a mirar las cosas desde otra perspectiva y se reencuentra con el prójimo, con aquellas personas a las cuales estuvo robando, maltratando y humillando. Su visión de la realidad cambia y su sistema de valores es sacudido radicalmente.

Zaqueo reconoce como hermanos a quienes sólo veía como deudores, como fuente de ganancia y lucro. Ahora, ellos son fuente de misericordia e inspiración para la práctica de la justicia. Zaqueo, el recaudador, se convierte en deudor de sus hermanos y compatriotas judíos. Zaqueo ha recuperado su identidad, su verdadera dignidad humana en el reconocimiento de la dignidad del otro y la otra, se ha encontrado a sí mismo, en una palabra, se ha salvado.

Cuando Jesús afirma que Zaqueo es también hijo de Abrahán lo reincorpora al lugar que le corresponde en Israel. Se trata de un relato de curación, el poder de Jesús ha restaurado unas relaciones comunitarias rotas por los prejuicios de la gente. Ser hijo de Abrahán es ser hijo de Dios y hermano de Jesús, integrarse a la nueva comunidad cristiana, que no se define por parentesco de sangre, raza o cultura sino por la respuesta común al llamado de Dios.

Frente a la conversión ética de Zaqueo, Jesús puede afirmar: “hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Si bien la conversión no es una experiencia momentánea, una emoción pasajera, la salvación tampoco es superficial ni se logra con una simple expresión verbal de fe. “No todo el que me dice: ‘¡Señor, Señor!’ entrará en el reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre”, dice Jesús. La conversión ética de Zaqueo no solo le llevó a colocarse en el camino del prójimo, sino también en el camino de Dios para cumplir su voluntad.

Resuenan aquí las palabras de Jesús en el sermón de la montaña: “Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia”. En la cultura mediterránea del primer siglo, “misericordia” es la obligación de restituir las deudas contraídas en la relación interpersonal, ser misericordioso implica estar dispuesto a pagar como se debe dichas deudas.

Solo es posible hacer la voluntad de Dios cuando experimentamos la conversión ética que pone nuestra voluntad en sintonía con la divina. Y la voluntad de Dios puede resumirse en la decisión trascendental de colocarnos al servicio de los demás.

Tercer momento de la evangelización: compartir los bienes al servicio de los pobres

El fruto de la conversión auténtica es reconocer que el sentido de nuestra vida es el servicio a los demás. La diaconía expresa lo más esencial en el ser de Dios, quien ha creado el universo no solo para compartir su amor y sus ansias de belleza, sino también para ponerse al servicio de esa creación. Dios ha tomado la iniciativa y se dispone a servirnos. Jesús, quien mejor nos muestra la naturaleza del Padre, nos enseña que él ha venido para servir y no para ser servido. En Jesús, Dios ha revelado su verdadera vocación en el mundo: servir. Aunque muchos digan que la principal tarea de Dios es controlar, gobernar y decidir todo cuanto acontece en el mundo, el evangelio nos enseña que Dios es el siervo por excelencia.

Zaqueo ha comprendido el mensaje de Jesús, se deja transformar por él y se coloca al servicio del proyecto de Dios. El hombre rico decide compartir la mitad de sus bienes con los pobres. No nos confundamos, esta acción de Zaqueo puede hacernos pensar en la limosna, pero no es así. Dar la mitad de sus posesiones significa, en primer lugar, reconocer que lo que él tenía no era lo que él necesitaba para vivir. De esto se trata cuando Jesús nos dice: “el que tenga dos prendas de vestir, déle una al que no tiene”. Zaqueo ejemplifica, en segundo lugar, un gesto de justicia social y una denuncia ante aquella sociedad donde unos pocos tenían mucho y las mayorías tenían muy poco. El mundo no ha cambiado mucho desde entonces, al contrario, los pobres son cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Esa es nuestra injusta realidad.

Recordamos aquí la historia en el evangelio del joven rico. Llegado el momento de la verdad, el joven rico no pudo dar el paso decisivo, no pudo compartir sus bienes con los pobres, y como resultado, no pudo seguir a Jesús. El joven rico es el contraejemplo de Zaqueo, la historia de quienes practican la religión de las tradiciones y no la fe de las transformaciones. Como el joven rico son aquellos cristianos que aceptan las verdades del evangelio pero no sus consecuencias.

Zaqueo nos invita entonces a ser solidarios y a compartir. A ser coherentes con nuestra propia conciencia: si queremos una sociedad y un mundo donde haya justicia y fraternidad, empecemos por nosotros mismos. La evangelización no es completa si la vida del creyente no se dispone para el servicio. El evangelio no ha calado profundo si no somos convertidos al mundo y sus necesidades. Siempre escuchamos decir que la conversión era separarnos del mundo, pero el evangelio nos dice que la conversión es acercarnos al mundo para identificarnos con sus dolores y alegrías, y así poder transformarlo.

Conclusiones

La salvación ha llegado a la casa de Zaqueo, en el aquí y el ahora. La salvación que Jesús ofrece no se realiza más allá de la muerte, sino que llega en medio de la vida y sus conflictos. Jesús vivió la salvación cada día de su vida, intensamente, la predicó y la vivió. Sin esa convicción no habría podido enfrentar la muerte y salir victorioso. La salvación de Jesús y la salvación en Jesús, puede perdurar más allá de la muerte si sabemos vivirla, con todas nuestras fuerzas, en la vida presente.

La salvación llegó a la casa de Zaqueo porque él supo acoger el mensaje de Jesús y hacerlo vida en su vida presente, experimentó la conversión ética y se dispuso a servir a sus semejantes. Nadie está excluido del llamamiento a participar del reino de Dios. El reino es también para aquellos que no son bien vistos socialmente. La intención de Jesús es siempre salvar lo que estaba perdido. Esta es, mis hermanos y hermanas, la evangelización que necesitamos, este es el evangelio que predicamos, esta es la salvación que queremos vivir desde este mismo instante. Amén.    



Pastor Amós López
La Habana, Cuba
E-Mail: lopez.amos70@gmail.com

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