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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

2er Domingo de Adviento, 08.12.2013

Transformados para bendecir
Sermón sobre Mateo 3:1-12, por Amelia I. Casillas Rodríguez

 

1 En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, 2 y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. 3 Pues este es aquel de quien hablo el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas. 4 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre. 5 Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, 6 y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados. 7 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: !Generación de víboras! ¿Quién os enseño a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, 9 y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 10 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los arboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.
11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mi, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizara en Espíritu Santo y fuego. 12 Su aventador está en su mano, y limpiara su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

 

¡Bendiciones del Señor sea sobre su pueblo por siempre!

Estamos en la celebración del segundo domingo de Adviento y observamos en muchos lugares de Argentina, Paraguay y aún nuestro país, Puerto Rico, que los grandes comercios tienen toda la decoración navideña, y están en todos los preparativos para las ventas de la época de Navidad. El pueblo también se prepara para comprar artículos de decoración, regalos para la familia y amistades. Muchos buscan satisfacer sus vacios existenciales en los grandes centros comerciales. Unos, simplemente se dedican a mirar. Otros, compran sin dinero y luego al concluir la época navideña descubren que siguen sintiéndose vacios, solos y posiblemente endeudados. Esto no es adviento, ni el verdadero sentido de la navidad.

La época de Adviento nos invita a prepararnos en asuntos más importantes y relevantes para la vida del ser humano. Su invitación va guiada a separar un tiempo de preparación para la gran transformación que necesitamos como pueblo. Es el estar alerta para la celebración de la verdadera Navidad. Es conmemorar el cumplimiento histórico de la promesa de la llegada de Jesús, el Mesías; con su nacimiento en Belén. Pero también, es el llamado a estar listo para el advenimiento cotidiano que debe darse cada día en nuestras vidas, con una actitud nueva y esperanzadora, que nos permite iniciar nuevos proyectos de vida que nos llevan al encuentro con nuestro Señor; confiados ante la seguridad de la llegada escatológica de su segunda venida al final de los tiempos.

Es el momento de meditar sobre el mensaje de Juan el Bautista, a quien nuestra tradición cristiana le llama el precursor del Cristo. De ese Cristo, que precisamente nos habla el profeta Isaías cuando nos dice: "Y reposará en Él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová" (Is. 11:2).

Juan el Bautista, aunque ha vivido con sus discípulos en el valle del desierto del Jordán, cerca del Mar Muerto, no ha estado ausente o aislado de la realidad que enfrenta el pueblo. Ha sentido el llamado profético y la necesidad de anunciar y denunciar la situación que sufre el pueblo de Israel; el cual está como un árbol seco de raíz que no da frutos, por lo que hay que cortarlo y echarlo al fuego. Están bajo el dominio romano y su historia de desobediencia, a los mandatos divinos, le ha llevado a cambios drásticos en su adoración a Dios. El pueblo se ha secado por la infidelidad a Dios, causado por el serio problema sociopolítico y condición espiritual. Es una tierra llena de imperfección por la falta de integridad y de solidaridad. Es una tierra de alta corrupción aun en los representantes espirituales, que también contaminados y enajenados, imponen normas que ni aun ellos mismos pueden llevar; y están aliados con lo que representa al sistema y autoridad de la nación.

Ante esta realidad, Juan tiene que anunciar y denunciar la condición de una generación de víboras; haciendo un llamado al arrepentimiento, porque no existe otra alternativa. Es el momento de reevaluar el proceder, identificar todo lo que les ha llevado a trastocar los valores y principios éticos y religiosos del pueblo, obteniendo estilos de vida que les alejan cada día más de Dios. Es necesaria la contrición confirmado con el símbolo del bautismo. Según la visión de Juan, esta generación, tiene asuntos importantes que enfrentar. El rechazar la pasada manera de vivir requiere cambios de actitud, de mentalidad, de razonamiento, y de comportamientos que tienen que reflejarse en las relaciones cotidianas con el prójimo y la comunidad; los cuales tienen que ser dignos de haber reflexionado sobre su proceder.

El mensaje de Juan va orientado a recuperar la esperanza de un pueblo que se ha corrompido y se ha alejado de Dios. El llamado al arrepentimiento es uno como dice el profeta Isaías, que hay que "enderezar las sendas o preparar el camino" del Señor. Hay que dar frutos dignos de arrepentimiento, mensaje que también nosotros, la Iglesia del siglo XXI tenemos que incorporar y proclamar. El prepararnos a esta época de adviento, nos tiene que llevar a estremecer nuestros cimientos de "confort", porque estamos en tiempos de advertir y declarar los estilos que continúan marginando y rechazando, en lugar de unir y bendecir. Hoy, también necesitamos el arrepentimiento personal, eclesiástico y social comunitario; que demuestren los cambios dignos de un pueblo transformado de manera integral. Es tiempo de evaluar y reflexionar sobre nuestros estilos de vida, si han viabilizado la justicia, la paz y la solidaridad con el prójimo. Preparar el camino nos debe llevar a mirarnos interiormente, con el propósito de dar lo mejor de nuestras vidas a la comunidad de fe y de no creyentes.

Mas sin embargo, para que esto suceda, tenemos que hacer actos de total entrega a Dios, para que fluya Su Gracia y nos guie a la plena profundidad del Espíritu. Esto nos ayudará a realizar los cambios personales, sociales y eclesiásticos necesarios, que nos guiarán a amar y a aceptar dentro de sus propias realidades al otro que no piensa como nosotros. El propósito va dirigido a adquirir nuevos valores del pueblo judaizante que excluía en aquella época, pero también a nosotros. El mensaje de Dios no es excluyente, todos somos parte de su plan salvífico. La justificación y las excusas no son validas, ni aun el ser del linaje de "Abraham".

Adviento nos invita a retomar lo que nos dice el Apóstol Pablo en Romanos 15, de que nuestra actitud tiene que reflejar la actitud de Cristo. Tenemos que abrir las puertas a la unidad, a la solidaridad y a vivir el amor que es el que nos va a permitir el aceptarnos los unos a los otros. Esto tiene que darse sin excluir a nadie, para que los grupos exclusivistas que rechazan y marginan puedan abrir el Reino de Dios a toda la humanidad.

Es tiempo de renovar nuestra alma y espíritu con la Palabra de Dios; que bendigamos al pueblo, sin hacer acepción de personas. No permitamos que el Adviento y la Navidad confirmen lo que revelan los estudios, que esta es la época de consumo por excelencia. Celebremos con gozo y alegría la Navidad, sin excesos de compras ni afanes. Tenemos que tener cuidado porque los valores cristianos de la Navidad, la conmemoración del nacimiento de Jesús y la unión familiar están en peligro. Debemos, intencionalmente, valorar y continuar educándonos hacia la verdadera celebración de la Navidad, el nacimiento del Gran Mesías, La Esperanza real de un mundo que se pierde.

Juan reconoce que él no es el Mesías, él es solo el precursor que bautiza en agua, pero Jesús, El que viene, Él les bautizará con el Espíritu Santo y fuego. Derramará de Su Gracia sobre todo el pueblo y quemará toda impureza. Celebremos el Adviento y la verdadera Navidad dando frutos de amor, koinonia y solidaridad con los menos aventajados. Vivamos la paz, la armonía y esa solidaridad los unos con los otros. Para hoy nos ha llamado el Señor. Vayamos a bendecir, para la Gloria de Dios.




Rvda. Dra. Amelia I. Casillas Rodríguez
Bayamón, Puerto Rico
E-Mail: rvda.ameliacasillas@gmail.com

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