Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Último domingo antes de Cuaresma, 02.03.2014

Transfiguración
Sermón sobre Mateo 17:1-9, por Romina Roger

 

A mi abuela le encanta leer. En general, yo le llevo libros de regalo cada vez que viajo, de historia, de anécdotas. Cada vez que yo llego a la casa a pasar unos días, tiene cosas que contarme sobre los libros. Hace unos años, le regalé una Biblia nueva, porque tenía una con letra muy pequeña. Así que después de eso, con mucha curiosidad, se ha tomado en serio leer el Antiguo Testamento. Cuando estoy allá, en algún momento, ella me pregunta sobre alguno de los textos que leyó. La última pregunta, era sobre la mujer de Lot, convertida en estatua de sal... ¿puede una persona convertirse en sal? me preguntó. Cuando yo leí este texto, confieso, un poco quería tener alguien a quien preguntarle y que me explique...

Sucede que el relato de Mateo del día de hoy -y sus paralelos en Lucas y Marcos-, tiene muchos elementos simbólicos y están escritos con mucha libertad narrativa -el monte sagrado, Moisés, que representa la Ley, Elías que representa a los profetas (ambos fundamentos del Israel bíblico), la nube, que nos recuerda el Éxodo, la luz resplandeciente-, y todo arma una escena que conocemos como la "transfiguración" para comunicar a sus lectores -y a nosotros hoy- que en Jesús se cumplía y se cumple, todo lo anunciado por los antiguos escritos del pueblo de Israel. Y finalmente ese Jesús que queda solo es el único que basta.

Leer el texto, me ha llevado a una primera división: hay una experiencia propia de Jesús, y una experiencia propia de Pedro, Santiago y Juan, los discípulos.

La experiencia de Jesús, está llena de pequeños eslabones que la unen o equiparan a la experiencia de Moisés en el Monte Sinaí (en Ex 24 y 34-35), y eso tiene que ver con el lugar que quiere reafirmar el evangelista. Es decir, debemos ver esto en relación con el convencimiento de quien relata, de que lo que Dios está haciendo ahora en Jesús, está en línea con su modo de obrar a lo largo de la historia... pero en Jesús se cumple TODO el propósito de Dios.

El monte es el lugar de retiro para encontrarse con Dios. Aquí, Jesús está confirmado en el destino que él ha anunciado por sí mismo, y los discípulos presentes miran la visión que poco a poco deben aceptar.

Cuando Jesús está allí, y se prepara para su reunión con Moisés y Elías, su rostro cambia, y su ropa se ilumina... es una visión de gloria, como si estuviera "en el mismo cielo". ¿Por qué Jesús se encuentra solo con estos dos, Moisés y Elías? Otro símbolo del texto, porque ellos son las únicas dos figuras del Antiguo Testamento que se asocian a encontrarse con Dios en el Monte Sinaí/Horeb (En Éxodo 24; 1 Reyes 19). Moisés es el gran predecesor de Jesús debido a su papel en la formación del pueblo de Dios. Elías es históricamente el restaurador del pueblo de Dios.

Moisés y Elías hablan con Jesús -en el texto paralelo de Lucas dice que hablaban de su éxodo, de su partida-. Por un lado, quiere decir su muerte, pero por el otro, quiere mostrar esa muerte en la perspectiva, en la visión de que no es la última instancia de la vida de Jesús.

El viaje que emprende Jesús es camino a la gloria de la resurrección, que tiene su principio en una muerte innoble en Jerusalén. La muerte de Jesús, será un tipo de "liberación" comparable al éxodo de Egipto bajo Moisés. En cada paso delante de aquí, Jesús se irá haciendo cargo y confirmando la visión presente en este pasaje. Recibe, como en el bautismo, ser el elegido de Dios, y recomienda a los discípulos que guarden para sí esta experiencia, hasta que la lleguen a comprender.

Hasta aquí la narración ha sido la experiencia personal de Jesús. Ahora bien, el relato de Mateo nos recuerda que Jesús no subió solo al monte. Los discípulos acompañantes, contarán la historia desde el punto de vista de su experiencia. Los tres ven la escena de gloria, pero solo simplemente parecen verla, que es como si nosotros estuviéramos viendo una película pero superficialmente, sin comprender el fondo de lo que ocurre en la trama.

Ellos relatan lo que se llama una "teofanía" (aparición de Dios), al estilo de muchas relatadas en el Antiguo Testamento. Y el final de esa experiencia de observadores de cine, es para ellos el momento en que se escucha la voz de Dios. En el relato de Mateo las palabras de Dios son las del Salmo: "Este es mi Hijo amado", y son las mismas del Bautismo de Jesús.

¡Este Jesús -podrían pensar- que raro es...! Después de tirar abajo todas las expectativas propias de su tiempo como Mesías guerrero, las que ellos se habían hecho, y remarcar que como Mesías lo van a matar, y así salvará a todos, -después de todo eso-, dice que sus seguidores deben caminar su mismo camino, deben pasar las mismas cruces, y esto ¡cada día!... ¿Quién lo entiende? Y encima, cuando todo parece, casi, una invitación al masoquismo, se nos manifiesta cambiando su rostro, "envuelto en gloria" y luz como diciendo: "¡esto es lo que les espera!", ¿qué es lo que nos dice ahora, cambiando el eje del discurso?...

Dice que Cruz y Resurrección, van tan de la mano, que se hace imposible separarlas. La resurrección da un sentido nuevo y fructífero a una vida que quiere gastarse y entregarse, como el fruto da sentido a enterrar la semilla. Pero también, la muerte da un sentido nuevo a la resurrección, ¡el amor nunca se hace tan generoso como cuando da la vida! Jesús, el Mesías camina nuestros pasos... y el primer paso es el camino a la cruz de Jerusalén, el lugar donde llegará la Pascua, y tierra que es punto de partida de la misión. Mostrarles esta otra parte es un anticipo. Es una luz en medio de la noche. Da un sentido completamente nuevo a la vida, y a la muerte, y tal vez por eso hace falta que ellos lo vean.

El hecho que más despierta la atención de todo este episodio que relata Mateo, y que es parte de la experiencia de los discípulos, es la palabra de Pedro. Esa palabra interesa, no por el contenido de lo que propone, sino porque ante la extraña situación, se lo ve a Pedro tomado por la emoción del momento.

La propuesta de Pedro es interesante para nuestra reflexión, porque en ella se deja ver la tentación de hacer eterno el momento. Se trata de una tentación propia de las personas cuando están abrumadas por la emoción. Personas que cuando se emocionan con algo son capaces de los actos más heroicos, de las promesas mas imposibles, de la convicción de que todo es simple, y va a ser resuelto por ese gesto del momento.

Las personas cuando actuamos así, normalmente no comprendemos el milagro. Ansiosos, nos comportamos como los fotógrafos delante de un hecho histórico: creemos que podemos congelar el momento fotográficamente, conservarlo para mantener la emoción, como sucede muchas veces cuando volvemos de un retiro, de un culto.

En nuestro día a día, esa tentación es nuestro continuo esfuerzo de querer que el milagro acontezca siempre, que no exista la parte "fea". Es aquí, que la tentación se vuelve pecado, que cuando acontece el milagro, queremos institucionalizarlo. Llamamos al presidente del consejo, a la junta de la parroquia, establecemos un procedimiento, lo ordenamos... pero nunca funcionaría. ¡Pobres de nosotros cuando queremos instalarnos y acomodarnos! ¡Pobre del mensaje del Evangelio si queremos hacer eso con él, encerrarlo! Muchas veces no escapamos a la actitud de Pedro, que quiere quedarse. Es lindo encontrar un lugar cómodo, y evitar los cambios: "más vale malo conocido, que bueno por conocer"... y es muy diferente al planteo de nuestro texto.

Así todo, Jesús no lo reprocha o lo censura. Creo que es porque esa transfiguración de Jesús que el evangelio de Mateo nos cuenta puede ser un símbolo también de otras muchas "experiencias de transfiguración" que todos experimentamos. La vida cotidiana, nuestro día a día diaria tiende a hacerse monótono, cansador, nos provoca desánimo, nos agobia con noticas de muerte, nos agota las fuerzas.

Pero hay momentos especiales, y a veces inesperados, en que un fuego prende en nuestro corazón, y los ojos nos permiten ver mucho más lejos y mucho más profundo de lo que estábamos mirando hasta ese momento. La realidad es la misma, pero nos aparece transfigurada... mostrándonos una profundidad y un sentido que el agobio no nos dejaba ver. Esos momentos y experiencias nos ayudan a renovar nuestras energías, nos entusiasman... cada uno de nosotros necesita de esas experiencias, como los discípulos de Jesús la necesitaron.

El relato de la transfiguración también dice: "esto es lo que les espera", el camino que caminamos -el anuncio de Jesús yendo hacia Jerusalén- tiene sentido porque tenemos esta visión, y una roca firme, una promesa que garantiza nuestra vida fecunda. Por eso la importancia que tiene escuchar a Jesús: "este es mi Hijo, mi elegido, escúchenlo". Una vez que sabemos que la muerte, la violencia, la injusticia, no tienen la última palabra, hay mucho más por predicar.

Lo que celebramos cada domingo es un hecho vital. Nos volvemos a Cristo presente en los hermanos. Jesús, selló -en su sangre- una alianza nueva y eterna, pues ciertamente el amor nunca es más verdadero como cuando llega hasta el final, y en el caso de Jesús, hasta dar la vida, que es el signo de amor por excelencia. Estamos ante una alianza que es amor ofrecido en generosidad, y que cada creyente debe confirmar y reafirmar "cada día" en el amor cotidiano, y gastarla en la lucha por la justicia y la solidaridad, por la verdad y la vida...

No es que Dios quiera que nos cueste la muerte esa predicación y esa lucha, Él es Dios de Vida. Tampoco quiere, es cierto, que nos encerremos en un momento de gloria breve y reservado para unos pocos. ¿Cómo sabrían los demás de esto, si nos quedáramos sentados en nuestros bancos disfrutando lo que vemos? Somos enviados ante todo, a dar testimonio de lo que oímos, y vemos, y proclamar el amor de Dios.

Jesús no solamente se llevó a estos 3 discípulos a la cima, sino que los llevó nuevamente de regreso. Allí abajo, en el valle, era su lugar y allí estaba su tarea. Este acontecimiento del monte no les concedió ningún privilegio sobre los demás, no les daba una fe de mejor calidad. No se diferenciaban de los demás. No pertenecían ahora a un grupo exclusivo. Del monte de la transfiguración al valle sobrio de todos los días, de regreso hacia los seres humanos, los enfermos, los hambrientos... De regreso también al lugar de los conflictos, de regreso al mundo de los conflictos armados, de las guerras civiles y tribales, de Ucrania y Venezuela, de los acuerdos empresarios y los despidos, de los inmigrantes y del hambre, de los maltratos al medio ambiente, de la familia, de los niños, de los amigos... de regreso al mundo de la estupidez y soberbia humanas, de regreso al valle.

Llevamos la imagen del "monte de la transfiguración" en nuestros corazones, pero llevamos al valle las manos y los corazones activos... "Mira a las estrellas y presta atención en tu camino", decía M. Luther King.

El milagro no puede ser eterno, si no deja de ser milagro; por eso, por hermoso que sea "estar aquí" no debemos hacer tres tiendas. Vamos a disfrutar del milagro, y a seguir creyendo. Vamos a escuchar a Jesús, a pedir su Espíritu, vamos a orar y a leer su palabra, vamos a compartirla con otros, y a confiar en Dios para construir nuevos milagros.

Jesús nos acompaña en el camino.



Lic. Romina Roger
Buenos Aires, Argentina
E-Mail: romina.roger@gmail.com

(zurück zum Seitenanfang)