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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Primer domingo de Cuaresma, 09.03.2014

La tentación de Cristo
Sermón sobre Mateo 4:1-11, por Gustavo D. Romero

 

Este es el primer domingo de Cuaresma que comienza con el Miércoles de Ceniza, por lo cual durante este período estaremos transitando este tiempo cuaresmal, una de las épocas más importantes del año litúrgico cristiano. Y es por ello que resulta muy oportuno meditar sobre este pasaje de Mateo 4 acerca de la tentación de Cristo en el desierto.

Por eso, antes de reflexionar acerca de nuestras vidas en estos 40 días de Cuaresma, hoy les propongo pensar en Jesús y en lo que Él hizo durante el lapso de 40 días en el desierto.

Normalmente, el predicador puede iniciar el sermón sobre este tema formulando la pregunta retórica, "¿Alguna vez has sido tentado?" Pero cuando pensé en empezar mi prédica comencé a reflexionar sobre quién soy como persona y me decidí por la pregunta "más auténtica": "¿Alguna vez he dejado de ser tentado?". La realidad es que vivo con la tentación cotidianamente. No pasa mucho tiempo sin que me enfrente a la tentación de una manera u otra... Es no solo un problema perenne para mí: es una condición de mi ser. Y este no es el caso porque sea más pecador que el resto de ustedes, o porque sea más débil que los presentes, sino porque vivo en un constante estado de pecado a causa de mi naturaleza pecaminosa. Yo me pongo en el centro de mi universo y constantemente estoy buscando las maneras de complacerme a mí mismo.

Por supuesto, puedo fingir que soy un ser súper espiritual pero la realidad es que soy pecador y egoísta. Vivo en un estado constante de tentación, por lo que este relato de la vida de Cristo es tan importante para mí. Y es relevante porque necesito la esperanza de que verdaderamente haya una manera de salir de mi situación y de que el poder de la tentación no se enseñoreará sobre mí.

Así que vamos a reflexionar sobre este pasaje por unos minutos y ver lo que tenemos que aprender de él. El contexto es muy importante: La tentación de Jesús en el desierto viene inmediatamente después de la historia de su bautismo por Juan en el río Jordán. ¡Qué increíble! Que momento debe haber sido en la vida de Cristo: Luego de ser bautizado por su primo una voz del cielo declara ante la multitud: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. ¡Escúchenlo!" Este debe de haber sido uno de los pasajes más maravillosos de la vida de Jesús. Debe haber vivido un momento de una gran espiritualidad, cuando se sintió tan afirmado y tan amado por Dios, en una relación tan íntima con su Padre y así se concentró en su ministerio.

Después del bautismo, Jesús debe haberse sentido tan espiritualmente fuerte y confiado... Y luego leemos en el versículo 1: "Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo" Este es un versículo interesante pero difícil de entender. En primer lugar dice que "Jesús fue llevado..." En el relato de Marcos, la expresión griega es aún más fuerte: el evangelista escribió, "El Espíritu impulsó a Jesús..." Jesús acababa de ser bautizado y estaba a punto de tomar el control de su destino por lo que comenzó su ministerio en la tierra pero, de inmediato, renuncia a su poder y se somete al de Dios.

"Jesús fue llevado..." Desde el mismo comienzo de su ministerio, Jesús fue un siervo obediente a la voluntad de Dios. "Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo." El verdadero propósito del Espíritu llevando a Jesús al desierto fue permitirle ser tentado por el diablo. ¡Esta es una idea increíble! ¿Por qué Dios el Padre infligió tal terrible experiencia a su Hijo? ¿Por qué el Espíritu se avino a este evento tan tremendo? Tal vez era la única manera en que Dios Hijo verdaderamente pudiera identificarse con nosotros. Si él iba a convertirse en pecado por nosotros, si iba a estar con nosotros en nuestra debilidad, tuvo que experimentar nuestra humanidad rota en su plenitud. Como redactó el autor de la epístola a los Hebreos en el verso 4:15: "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado".

La tentación de Cristo es crucial para poder actuar como nuestro Sumo Sacerdote franqueando el camino de Dios para nuestra salvación. Si Cristo no hubiera sido tentado, no hubiese podido estar con nosotros, o interceder por nosotros. Así que se trata de algo imprescindible en esta historia: debe suceder indefectiblemente para que el Evangelio de amor se convierta en una realidad.

¿Alguien vio la controvertida película "La última tentación de Cristo" de Martin Scorsese? Pues bien, la pregunta crucial con que nos desafía en ella el cineasta es "¿qué hubiera sucedido si Jesús se hubiese bajado de la cruz?". Para él esa es la última tentación.

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Tenía que suceder... Pero a pesar de que esto era un imperativo, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para...también está el hecho de que la libertad que gozaba Jesús para responder a la tentación es crucial para la narración. Porque a pesar de que era una exigencia del plan del Padre y del Espíritu, Jesús optó por resistir las tentaciones. Y eso, en sí mismo, es importante porque en la elección de resistir, Jesús invierte los efectos de la caída en el Jardín del Edén. Recordemos que en Génesis 3, la serpiente tentó a Adán y a Eva y ellos también optaron, mediante su libre albedrío, por no resistir.

Y aquí estamos, ya no en el Jardín, sino en el desierto y el diablo tienta a Jesús. Pero a diferencia de Adán y Eva, él eligió, por su libre voluntad, resistir, y ahí es cuando la maldición comienza a deshacerse. Así que echemos un vistazo a las tentaciones:

Versículos 2 al 4: "Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."

Jesús había estado ayunando cuarenta días y cuarenta noches antes de la primera tentación. Este es un aspecto de la narración que a menudo no tomamos en consideración porque muchas veces consideramos en esta historia como si las tentaciones hubiesen sido una especie de eventos que se hubieran repartido de forma homogénea a lo largo de la época en que Jesús estuvo en el desierto. Pero ese no es el caso: Jesús había estado allí por más de cuarenta días y, ahora, Jesús está muerto de hambre: está cansado, se encuentra debilitado, resulta vulnerable.

El ayuno es difícil. Si usted lo ha intentado, sabrá lo arduo que es... El ayuno durante cuarenta días y noches debe ser un impacto tremendo en el cuerpo, ¡y mucho más al hacerlo en el medio del desierto en una situación de aislamiento! Y es en el punto más vulnerable cuando el diablo intenta su primer asalto a Jesús. Esto no es un juego para el diablo: él está decidido a "clavar su estocada letal" desde el comienzo mismo. ¡Jesús está tan muerto de hambre!: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan", lo desafió el tentador. ¿De qué se trata esta tentación que Jesús experimenta? Es nada menos que la tentación de la satisfacción personal inmediata. Y esta es una tentación que todos enfrentamos a diario. Parece que toda nuestra sociedad está predispuesta a ello, especialmente en el mundo consumista, posmodernista, del "llame ya", de la banda ancha en el que vivimos. Como alguien dijo: "Yo al Señor siempre le pido paciencia". Y agregó en su oración: "¡Pero dámela ya!". Un contrasentido ¿no les parece?

Sea lo que sea, lo queremos ahora y, de hecho, muchas veces lo podemos obtener ya, por lo que ni siquiera se percibe como una tentación más... En estos días, la paciencia parece ser que no fuera una virtud, sino que se ha convertido en un disvalor. La búsqueda de la gratificación instantánea es la colocación y la persecución de la satisfacción de mis necesidades en el centro del universo, signifique lo que signifique para los demás ... Como decía irónicamente mi querido suegro, pastor de mi congregación: "Primero yo, segundo yo y, por si acaso, tercero yo. Y el que viene atrás ¡qué reviente!"

Muy duro ¿verdad? Pero Jesús, por su libre voluntad, resiste a la tentación y cita en su defensa la segunda parte del versículo que encontramos en el libro de Deuteronomio 8:3: "no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre". Cristo elige no seguir adelante con la gratificación personal, sino que opta, en su lugar, por el hacer de la búsqueda de Dios su máxima prioridad. Él sabe cuál es su misión; él sabe quién es y elige confiar en Dios completamente. Conocemos lo que somos, sabemos que nuestra vocación es la de ser hijos de Dios y los cristianos somos conscientes de que no cumplimos nuestro destino mediante la persecución de la gratificación personal. Ahora, eso no quiere decir que el camino de Dios vaya siempre en dirección opuesta a nuestras sendas o que, para cumplir con nuestro destino, debamos ser miserables e infelices porque estamos en constante sumisión a Dios. Pero, en el análisis final, el camino debe ser siempre el de Dios y es allí donde encontramos nuestra felicidad última, aún cuando ese derrotero no siempre esté de acuerdo con nuestra gratificación personal.

En primer lugar, entonces, Jesús se resiste a la tentación de la gratificación inmediata personal. Pero como no funciona el intento, el diablo lo visita por segunda vez, y leemos en los versículos 5 y 6: "Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra". Interesante, por supuesto, que el diablo decida citar las Escrituras en su segundo empeño por tentar nuevamente a Jesús, aludiendo al Salmo 91:11-12. No son solo los fieles quienes conocen la palabra de Dios...

Pero Jesús se niega a ceder a esta tentación, que es la de utilizar el sensacionalismo para atraer a la gente hacia él. No necesitamos ser el Hijo de Dios para ser tentados de esta manera: ¿Acaso no nos gusta ser amados por todos? ¿No pretendemos que la gente piense de nosotros que somos maravillosos? ¿No nos sentimos fascinados por la idea de ser atractivos? Una vez más, este es un ejemplo para nosotros cuando queremos poner nuestro "Yo" en el centro de nuestro mundo, a fin de que los demás "dancen alrededor de él" en lugar de ubicar en ese sitio a Dios. Pero Jesús, a través de su libre albedrío, decide resistir y, de nuevo utiliza la Escritura del Deuteronomio para hacer eso, donde en la primera parte del verso 06:16, se lee: "No tentaréis a Jehová vuestro Dios."

Por último, el diablo lleva a Jesús a una montaña y le tienta con el poder mundano, como describen los versículos 8 y 9: "Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares."

Miramos a nuestro alrededor en el mundo de hoy vemos muchos líderes que han cedido a esta tentación pero, si somos sinceros, reconocemos también nuestras propias mezquinas persecuciones por el poder y la forma en que estamos dispuestos a hacer a la gente a un lado para poder tener el control. Pero Jesús, por su propia voluntad, decide resistir porque sabe que estos reinos no están realmente en la dádiva del diablo de todos modos. Toda autoridad en el cielo y en la tierra es de Cristo. Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Así que Jesús está con nosotros en nuestras tentaciones. Él realmente sabe lo que es hacer frente a la tentación y nos ha demostrado que es posible resistirla si estamos constantemente imbuidos en la palabra de Dios y en la intimidad de la relación con el Padre.

A medida que avanzamos hacia el tiempo de Cuaresma, es bueno prepararnos recordando el costo físico y espiritual de la consagración de Cristo. Es un tiempo de desafío y de decisión para que optemos nuevamente por sumergirnos en la palabra de Dios y procurar una nueva intimidad con el Padre a fin de poder ser más fuertes y resistir así a la tentación. En última instancia, es solo en el poder del Espíritu Santo y por medio de la cruz de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte que obtendremos la victoria. Pero debemos poner de nuestra parte en los conflictos y las batallas cotidianas, y hoy rogamos nuevamente con la oración que enseñara Jesús a sus discípulos: "No nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal." Pedimos a Él por fuerza para resistir. Y nos preparamos para acercarnos a la Mesa de Comunión, dando gracias a Dios por lo que Jesús estuvo dispuesto a soportar para que pudiéramos ser libres. Amén.



Lic. Gustavo D. Romero
Buenos Aires, Argentina
E-Mail: gusdrom@hotmail.com

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