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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

17° domingo después de Pentecostés, 23.09.2007

Sermón sobre Lucas 15:1-10, por Felipe Lobo Arranz

 

UNA HISTORIA DE OVEJAS PERDIDAS

¿Cómo que ovejas?

Uno de los grandes miedos y momentos de crisis de los buenos pastores es la pérdida de las ovejas, lo queramos o no nuestra razón de ser está centrada en Dios y su mandamiento de cuidado y en nuestro servicio a ellas.

Hoy en día identificarnos con ovejas, rebaños o cualquier connotación de falta de independencia nos disgusta, por parecer que hace de menos la importancia de nuestra persona. Esto no es así. De hecho, lo queramos o no, todos pertenecemos a un rebaño social o un grupo social, cualquiera.

Los ejecutivos son un rebaño, los científicos otro, los deportistas, los obreros, los religiosos, los artistas otro... y así un sin fin de gremios, asociaciones, clubes, movimientos. Todos pertenecemos a un rebaño lo queramos o no, el ser humano no puede subsistir sin la pertenencia a un grupo, nuestro grado de indefensión es demasiado grande como para ir por la vida de "individuos que no necesitan a nadie".

Así, reconociendo lo que somos podemos continuar con la historia de hoy. La de una oveja o persona que se sale del redil, sale a la vida para disfrutar de todo lo bueno y también a merced de todo lo malo, como reconocía el editor de Génesis 3. 1- 6, cuando Dios prohibió al ser humano comer del árbol del huerto, porque conoceríamos el bien, sí, pero también el mal con toda la carga de consecuencias para nosotros.

Y la salida del redil de una oveja es la preocupación de cualquier pastor de este mundo, sea religioso, político, económico, educativo, cultural... como queramos identificarlo. O al menos lo debería ser.

Pensamos que cuando alguien se nos pierde decimos: - "Bueno, todavía me quedan noventa y nueve, estaba dentro de las posibles pérdidas para el año, al fin y al cabo es solo un uno por ciento. Nada se pierde"-. Un pastor de un rebaño podría pensar, que tiene otras ovejas a punto de parir y que recuperará la que se ha perdido con creces. Jesús exclama, que su preocupación es que ninguna se pierda (Juan 17. 12; 3. 15- 16).

Todos somos útiles y necesarios para cada comunidad y proyecto de Dios. Dura y difícil encomienda para los que hemos de guiar a esta clase de grey, con perdón de quien me esta escuchando. Pero en la que Dios nos ayuda.

El buen pastor se enfrenta ante la soberbia de la oveja perdida, el enfado y la condena del resto de las ovejas que le dicen al pastor lo mala oveja que era la perdida, lo despistada que era siempre y lo que se merecía por ser tan ‘desobediente y terca', echándole en cara que no es justo abandonar momentáneamente al rebaño para buscar a alguien que no les merece la pena. Pero no solo el pastor es herido por la perdida o las que se quedan en el rebaño, sino también lo es por los lobos a los que ha de enfrentarse de continuo, y no es nada extraño encontrarnos con cicatrices morales de estas luchas por hacer de muchos, un solo cuerpo que busque y sirva a Dios. Para Jesús, la oveja perdida parece ser la más importante.

La tentación de condenar a las ovejas perdidas.

-"Se lo merece"- es lo que podríamos pensar de alguien que tras amonestársele continuamente no responde, sino abandonando el rebaño.

¿Pero las ovejas nos despistamos a propósito? Quiero decir si es verdad que queremos que nos coma el lobo, como si fuéramos borreguiles suicidas. Mucho me alegra que no.

Las ovejas, todos sabemos, que no ven mucho, son bastante miopes, lo que les hace vulnerables al despiste. Tienen tres necesidades: les gusta los pastos más verdes, les encanta jugar con insectos y otros elementos del medio y les encanta la libertad de elegir qué hacer en el campo, esto es lo que justifica la acción del pastor y de los perros pastores, que con su fuerza y presencia evitan sus males, aunque no les guste.

El problema de la oveja no es tanto que sea desobediente, sino que no sabe que los lobos matan, que se pueden perder, no ven el peligro.

Enarbolando la bandera de la libertad las ovejas se salen del redil para buscar mil y una aventuras. Esto es bueno salvo cuando en el juego de la aparente libertad a la que tenemos derecho, perdemos de vista al rebaño y al pastor. Porque perder de vista al pastor y al resto de las compañeras, nos pone automáticamente a merced de esas mil y una buenas aventuras y de todos los depredadores hambrientos de carne fresca.

Perder de vista al pastor es la muerte. Bueno es el disfrute de otras hierbas, de otros juegos, de otros quehaceres, pero no debemos perder a Dios de vista nunca, nunca, nunca.

El pastor sabe lo que es la muerte, las ovejas probablemente no. El pastor sabe lo que costará tener que dejar al rebaño fiel para salir en busca de la que la necesita. El pastor ha calculado que puede ser herido, hasta de muerte, por lobos u otros oportunistas en el rescate de las que se pierden.

Un montañero no hace mal por escalar una montaña, pero cuando pierde el respeto a lo que hace, se enfrenta a tener un grave accidente o a perderse en la soledad y tener que verse auxiliado por rescatadores que se jugarán la vida por su descuido, sólo por devolverlos al redil de la vida. Esto no es barato. La gracia no es barata, es muy cara para quien se entrega a sí mismo a favor del otro, como para que la abusemos.

La pobre oveja perdida es encontrada y puesta sobre los hombros del pastor, con alegría, sin reproches excesivos, con el deseo de que las demás ovejas hagan lo  mismo, sin reproches, sean capaces de celebrar una fiesta de gracia, sin condiciones a la que se perdió y ahora es encontrada, para seguir siendo parte del proyecto divino, ocupando su útil lugar.

La culpabilidad del lobo.

De hecho, quien es culpable es quien es consciente del mal que proyecta como lo son los lobos.

Nadie como un depredador, sabe como engatusar a cualquier simple que pasa por la calle y enredarle en sus tramas, prometiéndole el cielo con tal de que caiga en sus redes. Estos son los que suelen protagonizar las portadas de nuestros periódicos y las cabeceras de los telediarios. Victimas de un mal, que en muchos casos, podrían haber sido evitados.

Pero, ¿Cómo evitar los peligros de este mundo, a sus lobos? Interesante y necesaria cuestión si queremos un final feliz, como el cuento- parábola que Jesús nos cuenta en este pasaje bíblico.

Para contestar quiero contaros una fábula de Esopo (s. VII a. C.), un escritor y educador griego que escribió historias de animales animados en las virtudes y los errores de la humanidad, con un fin moralizante.

"Un lobo hartado de comida y ya sin hambre, vio a una oveja tendida en el suelo. Dándose cuenta que se había desplomado simplemente de terror, se le acercó, y tranquilizándola le prometió dejarla ir si le decía tres verdades.

Le dijo entonces la oveja que la primera es que preferiría no haberle encontrado; la segunda, que como ya lo encontró, hubiera querido encontrarlo ciego; y por tercera verdad le dijo:

-- ¡Ojalá, todos los lobos malvados, murieran de mala muerte, ya que, sin haber recibido mal alguno de nosotras, nos dan una guerra cruel!

Reconoció el lobo la realidad de aquellas verdades y dejó marchar a la oveja."

Camina siempre soportado en la verdad, y ella te abrirá los caminos del éxito, aún entre adversarios.

El final de esta historia nos muestra que la clave de hallar a las ovejas perdidas de este mundo, tiene mucho que ver con qué manera tenemos de contestar a los ofrecimientos y trampas de los lobos. Si queremos vencerle, en estos casos, lo mejor es ser contestatarios, no a la voz del pastor, sino a quien desea devorarnos.

La vida estará llena de distracciones, de cosas atractivas, de derechos a ser libres para hacer lo que deseamos, sin que sea malo, pero siempre, hemos de tener en cuenta:

  1. Nunca perder de vista a Dios, pastor de nuestras almas, que vela y sufre lo que nos golpea.
  2. En el momento de enfrentarnos a los lobos de la vida, contestarles con la verdad del Evangelio que hemos recibido.

Y todos podremos celebrar el estar juntos en esta comunidad a la que hemos sido llamados.

Amén.

 



Pastor Felipe Lobo Arranz
Bilbao- Bizkaia España
E-Mail: loboarranz@gmail.com

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