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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Penultimo domingo del año litúrgico, 18.11.2007

Sermón sobre Lucas 19:11-27, por Jorge Weishein

 

Estimados hermanos y hermanas,

 

Esta parábola sobre el rey que le da su dinero a sus empleados durante su ausencia y luego vuelve para juzgarlos arbitrariamente es una historia con la cual Jesús responde a la expectativa de la gente sobre la pronta llegada del reino de Dios.

¿Qué es lo que pasa en esta historia? Jesús relata una parábola basado en una historia conocida para la gente. Un imperio que designa reyes según sus intereses y en defensa de sus intereses. Reyes que tienen el poder para ser absolutamente impunes sembrando el terror entre la gente. En este caso se trata de un judío del lugar que proviene de una familia noble y se pone al servicio del imperio romano. Esto es una constante en la historia bíblica, en la historia de la iglesia y en la historia de la humanidad: los sectores enriquecidos son favorables a la ideología dominante en desmedro de los sectores más pobres. Esta es la eterna denuncia de los profetas del Antiguo Testamento. Como era de esperar, a pesar de la disidencia de algunos sectores, el imperio coronó como rey a esta persona y volvió a su tierra como rey de la región.

Esta persona al irse designa diez empleados para que administren sus bienes durante su ausencia. Dos de los empleados consiguen multiplicar varias veces el dinero que les fue dado en administración. Otro de los empleados guarda el dinero intacto sin hacer una sola operación comercial ni financiera. El rey retribuye cuantitativamente conforme el rendimiento de sus administradores. A quien más rinde más bienes le confía y a quien menos rinde menos bienes le confía y, a su vez, a quien no arriesga no le brinda ninguna oportunidad. Aquél que más beneficio produjo mayor cantidad de bienes recibe en confianza para su administración.

Las personas que se opusieron a su coronación son asesinadas en presencia del rey. El sadismo y la crueldad no tienen medida. El rey se cerciora personalmente de que cada uno de sus oponentes efectivamente sea asesinado. La lealtad hacia su persona y su reinado debe ser absoluta e indiscutida. El rey no admite disidencias políticas.

El administrador temeroso expresa temor frente al rey por ser una persona exigente (¡literalmente en griego: austera!) Este administrador expresa que el rey "saca de donde no puso y cosecha de donde no sembró" El administrador le manifiesta abiertamente al rey que no confía en él debido a su arbitrariedad y su carácter explotador. El rey califica a este administrador de mala persona. Mientras el administrador describe la actitud del rey, el rey califica la persona del administrador.

Ahora bien, el rey mandó a llamar a todos los empleados que les entregó sus bienes y se presentaron tres. El noble había entregado en administración 10 minas a diez empleados. Entre los tres administradores le devolvieron 16 minas. El noble en un par de meses obtuvo el 600 %. Sin embargo, esto no era suficiente. El rey le reclama al administrador temeroso el no haber ofrecido la mina en interés en la mesa de cambio. El rey manda a sus empleados a sacarle la mina y dársela a quien obtuvo más beneficios. El rey siguiendo con su lógica expresa: "Al que tiene se le dará y al que no tiene, aún lo poco que tenga se le quitará" Ahora bien, si "no tiene", ¿qué es lo que se le quitará?

¿Qué es lo que castiga el rey: la falta de confianza, la ineficiencia, la desobediencia, la disidencia, la oposición política? El rey no se pregunta demasiado. El rey se guía por sus intereses y su intuición personal. Ahora bien, ¿dónde quedaron los otros siete administradores? ¿Qué pasó con ellos? Es posible pensar que son parte de aquellos que el rey considera sus enemigos y los sentencia a ser decapitados en su presencia.

Antes de comenzar con esta parábola Jesús se hospeda en casa de Zaqueo, el jefe de los cobradores de impuestos que, al escuchar a Jesús, decide dar la mitad de sus bienes a los pobres y restituir cuatro veces a quienes haya cobrado demás. Algunas personas que están allí, posiblemente los mismos pobres que reciben dinero de parte de Zaqueo y gente que es restituida, se preguntan si está llegando el reino de Dios, si acaso Jesús es este rey esperado, ya que también está en camino a Jerusalén.

Jesús con esta parábola sobre el rey que vuelve coronado contra la voluntad de su pueblo denuncia la corrupción, la arbitrariedad y la impunidad del poder político. Jesús entra a Jerusalén y es vivado por el pueblo como el verdadero rey, el rey instituido por Dios, el Mesías (Salmo 118). El pueblo no tolera ni reconoce a los reyes designados por el imperio por toda la injusticia que sufren. Sin embargo, los empleados del templo mandan a callar a la gente legitimando toda la situación política y social que sufre la gente. Las mismas palabras de Jesús sobre las piedras que gritan la injusticia (Habacuc 2,11) señalan esta realidad. Jesús entra al templo y echa a todos los comerciantes que se enriquecen a costa de la fe de la gente con las mesas de cambio y la venta de ofrendas para los sacrificios. Jesús enseña en el templo en abierta oposición con las autoridades del templo que cuestionan la autoridad de Jesús para llevar a cabo toda esa hazaña, pero temen la reacción de la gente -porque saben que la gente lo sigue a Jesús y cree en su enseñanza.

Jesús vuelve a contar otra vez una parábola sobre una persona que da su viña en arriendo a unos trabajadores pero éstos no quieren pagarle. También encontramos tres empleados que van a cobrar pero vuelven con las manos vacías. Los arrendatarios se vuelven cada vez más tercos y violentos hasta que deciden matar al único hijo del dueño para quedarse con la viña para su propio beneficio. Ahora es Jesús quien cita el salmo 118 para recordar que la piedra que los constructores rechazan sucesivamente, aquella que es la última en colocarse, ésa es la piedra angular: la piedra que sostiene toda la construcción. Aquél sobre quien caiga esta piedra será su fin.

Jesús enseña a la gente que tanto los reinos como el templo mismo están al servicio de los intereses de sus reyes y autoridades. Ni el reino gobierna para la gente ni el templo está al servicio de Dios. Quienes se prestan para los negociados del rey son premiados con autoridad y dominio sobre ciudades enteras. Quienes se oponen a esta situación y denuncian las injusticias son asesinados cruelmente sin compasión. El pueblo confía en los enviados de Dios pero el templo que arrienda la viña, administra la piedad del pueblo de Israel, desconoce a los profetas y los mata como lo hizo con Juan el Bautista, y amenaza hacerlo con el mismo hijo de Dios. Los reyes buscan poder y dinero. Los sacerdotes y sus empleados solo buscan acrecentar sus intereses y sus propiedades. El Mesías está en medio de ellos, es vivado y celebrado por el pueblo, pero es una amenaza para los poderosos.

Una lectura común de este texto es la que asocia al rey arbitrario, impune y asesino con Jesús, el cual es coronado por Dios en su reino para premiar a sus empleados fieles y asesinar a aquellos que denuncian su injusticia. Esta lectura del texto bíblico es literal y aberrante. Esa lectura justifica la protección de la propiedad privada, justifica la práctica comercial y financiera sin respeto por la vida de nadie, fundamente la teología de la prosperidad, legitima la búsqueda de recursos a cualquier costo por parte de iglesias y organismos que dejan de ser empleados para pasar a pensarse como dueños de absolutamente todo: el reino, la vida, la viña y el mundo. Esta lectura del texto sostiene teológicamente a la iglesia en la apostasía y a sus miembros cautivos en una mentalidad servil y obediente. Esta lectura niega el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

Estas dos parábolas unidas por la entrada de Jesús a Jerusalén para poner las cosas en su lugar afirman el rol profético del Mesías que denuncia una situación en la cual la vida y su vida, el evangelio y el reino de Dios mismo están amenazados:

Jesús advierte a sus discípulos: "¿De qué le sirve a una persona ganarse el mundo entero si ella misma se pierde y se arruina?" (Lucas 9,25) El reino de Dios ya está presente en el mundo y este reino no es como los reinos de este mundo. Jesús mismo dice, luego de compartir la cena con sus discípulos, durante la pascua: "Los reyes dominan las naciones y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar gente de bien, pero entre ustedes no ha de ser así: el más grande que sea como el más chico y el que gobierna que se ponga al servicio de la gente" (Lucas 22,26)

Estimados hermanos y hermanas, la parábola que hemos compartido nos llama a pensar profundamente al servicio de quien estamos trabajando tanto en nuestra vida secular como en la iglesia misma. No es lo mismo trabajar para destruir la vida de la gente que estar al servicio del bien común. No es lo mismo hacer lo que sea para mantener la iglesia que servir a Dios y al prójimo como a nosotros mismos.

Dios permita que su Espíritu Santo obre en nuestras vidas a través de esta enseñanza de nuestro Señor Jesucristo para discernir claramente cómo seguir su voluntad en cada una de nuestras situaciones y en cada una de nuestras luchas. Que estas palabras de nuestro Señor sean de bendición para sus vidas. Amén.

 

 

 

 



Pastor Jorge Weishein
Iglesia Evangélica del Río de la Plata
Argentina

E-Mail: parroquiaballester@yahoo.com.ar

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