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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

1° Domingo de Adviento, 29.11.2015

Sermón sobre Lucas 21:25-36, por Wilma E. Rommel

 

Hoy es el primer domingo del nuevo año eclesiástico, tiempo de Adviento. El relato de Lucas para este domingo nos pone sobre aviso de situaciones extremas e insólitas que están aconteciendo en la historia del pueblo de Israel. Nos habla de su relación con Dios y también del poder que ejercen las autoridades políticas y religiosas en ese tiempo.

Estamos en el tiempo de la segunda destrucción del templo de Jerusalén, en ese entonces por parte del ejército romano en el año 70 de la era cristiana. Aclaramos que el Evangelio de Lucas ve la luz después de ese acontecimiento nefasto para Israel. Sin embargo el evangelista retoma la tradición oral de los anuncios de Jesús, entre los cuales se encuentra la descripción de la situación política, social y religiosa que generará un caos.

Lo que leemos de las palabras de Jesús en los evangelios sinópticos sobre estos mensajes extraños de destrucción del templo y de Jerusalén, de guerras y cataclismos, de temor y angustia, en fin, de  calamidades varias, se mezclan con las palabras sobre la venida del Hijo del Hombre. Tenemos una combinación de mensajes que retoman la profecía de Daniel, los datos históricos ocurridos en Jerusalén después de la muerte y resurrección de Jesús, la constatación de que el Hijo del Hombre ya ha venido y es el propio Jesús, y todo ello con un lenguaje apocalíptico. ¿Qué significa esto? Que las descripciones que leemos en los evangelios tienen una forma de expresarse que no es la nuestra, que es mítica, para referirse a Jerusalén, el templo, el final del ministerio de Jesús y su resurrección, así como a las experiencias traumáticas de muchos seguidores/as de Jesús en las primeras décadas de la iglesia.

Frente a esa desesperanza Jesús anuncia un tiempo de esperanza. Pero este tiempo de esperanza no  será fácilmente perceptible, por ello, desde la metodología pedagógica que utiliza Jesús, insta a poder mirar más allá de la vivencia cotidiana, anunciando que las señales aparecerán a través del sol, la luna, las estrellas, etc.-

Jesús llama a estar atentos a que, en medio de la injusticia humana y social, Dios mira el dolor de la gente. Estamos ubicados en el tiempo de la pasión y entrega de Jesús al poder político de los romanos, el cual está instalado en Jerusalén. El mismo Pilato, gobernador romano, será quien interrogará a Jesús.

Cuando Jesús anuncia que en este tiempo difícil también hay una esperanza, no está anunciando su segunda venida sino su resurrección.

Este relato para el Primer Domingo de Adviento nos encuentra frente a situaciones cambiantes en el mundo. Hace dos semanas atrás Francia ha vivido una ola de atentados, al igual que varios otros países en Europa, África y Asia. Éstas son también señales de muerte, incertidumbre, desconfianza, fanatismos religiosos y políticos. Pero en medio de esas señales que no generan vida hay señales de esperanza: solidaridad, misericordia, el volver a valorar las pequeñas cosas, los pequeños gestos, y también, ¿por qué no?, el volver a soñar y generar espacios de diálogo. Viene a nuestra memoria la imagen del pesebre como una señal desde lo simple y marginal, donde se construye vida, esperanza y la manifestación de Dios. Dios no se manifiesta en los grandes acontecimientos de inequidad, destrucción, poderío económico, sino en esas cosas que ya no queremos ver: el pesebre vuelve una y otra vez como punto de inflexión, de fragilidad y de una vida que se hace fuerte.

Jesús nos convoca a que encontremos en nuestra comunidad de fe el pesebre que acoge y genera vida. Desde esta vida que se promueve en comunidad podamos ser señales de esperanza en un mundo desigual, promoviendo redes de contención, consolación y dignificación. Entonces aportaremos al Reino de Dios, del cual Jesús nos invita a ser parte.

 



Pastora Wilma E. Rommel
Buenos Aires, Argentina
E-Mail: vidaymision@ielu.org.ar

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