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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

1º Domingo después de Navidad, 27.12.2015

Sermón sobre Mateo 2:13-15 y 19-23, por Juan Pedro Schaad

 

Parece que la vida de Jesús, desde su gestación en el vientre de la pequeña María hasta su muerte y resurrección, fue recordada como una vida  llena de  sentimientos muy encontrados. Una vida llena de experiencias de angustia y alegrías. Justo antes de nacer, con un embarazo ya muy avanzado, al emperador se le ocurre hacer un censo para determinar con precisión, cuantos impuestos puede recaudar. No hay lugar en el pueblito y nace entre los animales. Aparecen cuidadores de ovejas y gente muy importante, de cerca y de muy lejos. Aparecen pobres y ricos, como los Sabios de nuestro texto.  En medio de la inseguridad, del miedo, de la soledad surge la solidaridad, la contención y la inclusión. Rodeada de gente que no se quiere perder esta historia. Gente que sabe que debe estar  ahí. Gente consciente que el trabajo de rutina puede esperar. Para ellos no había lugar  Todos los alojamientos estaban ocupados. Pero donde él nace, sí había lugar para todos. Bueno, todos los que tenían sentimientos nobles y un poco de misericordia, un poco de esa capacidad de ponerse en el lugar de aquella joven, con su niño recién nacido y el pobre José que no se bancaba lo que estaba pasando. Dios presente en las cosas más sencillas, pero muy importantes de la vida de todos los días. Su nacimiento, sin palabra alguna, es el primer mensaje, la primera enseñanza de Jesús. Es una enseñanza maravillosa porque la viven con toda naturalidad los que allí estuvieron. Es  “Emanuel” Dios actuando en medio de todos ellos. Es una experiencia del Reino de Dios.

Y las experiencias de vida siguen. Era demasiado bueno como para que dure mucho. No todos participaron de esa primera fiesta comunitaria. Están los que tienen miedo de juntarse con los pobres, los marginados, los que no tienen donde apoyar su cabeza.  Están los que  quieren festejar solamente  entre ellos.  Tienen   miedo que esa solidaridad puede afectar su ambición de poder y prestigio. Los que son de la idea que hay que terminar con ellos lo antes posible. ESTÀ EL POBRE HERODES que no entendió la actitud de los Sabios que se entusiasmaran con la fiesta solidaria del nacimiento de una criatura. Son los que  están convencidos de que los niños deben ser la variable de ajuste de sus programas económicos. Aquél Herodes literalmente  ordenó matar a los niños, y entre ellos a aquél que en la fiesta conocieron con el nombre de Jesús. Los Herodes de hoy son un poco más hipócritas. Dejan que los niños se mueran de  desnutrición o bajo las bombas y armas teledirigidas que caen sobre sus casas.  Son los que se ocultan detrás de “políticas sociales”  para justificar y calmar su conciencia diciendo que ha bajado un porcentaje x la desnutrición y la mortalidad infantil.

Pero sigamos un poco con la historia que nos cuenta Mateo. José, recibe un llamado para que salga de allí y se vaya a Egipto. Comienza  otra  experiencia traumática: el EXILIO. Es el segundo mensaje vivo de JESUS.

Así lo entendieron sus padres. Lo entendieron con la razón y con el corazón.  Otra experiencia del Reino de Dios. Otra vez EMANUEL. ¿No es acaso esta la misma  experiencia de los millones de refugiados, de Siria, Irak, África y tantos otros lugares  que hoy lo único que les importa es salvar y cuidar lo más sagrado que tienen: la vida? ¿No se repite en muchos de ellos la misma experiencia del Reino de Dios? Porque Jesús nunca dijo que ese Reino es solamente para los cristianos. ¿O me equivoco? Estoy convencido de que es así. Porque los débiles, los marginados, los que sobran en este modelo económico financiero, son niños  judíos, musulmanes, cristianos y también los niños ateos tan queridos por Dios como los demás.

Sigamos. “Después de la tormenta vuelve a alumbrar el sol”. Muere Herodes. “Podemos volver a Israel”. Parece que hay un cambio en la política de los romanos en esa zona. ¿Pero será que el hijo de de Herodes realmente es distinto? José prefiere ir a Galilea. Allí los romanos no iban muy seguido. No había mucho para sacar. Eran los más marginales. Lleno de ladrones, “gente de mala vida”. Años más tarde algunos, refiriéndose a Jesús, dijeron “qué puede salir de bueno de Galilea”.  A ningún romano se le ocurre que de allí pueda surgir un líder importante de los judíos. Aquellos vivían en Jerusalén y los tenían bien controlados. Se radican definitivamente en un pueblito, en Nazaret,  donde más tarde aprendió el oficio de su papá: el arte de trabajar la madera.

Quisiera rescatar de esta historia y especialmente de los diversos  actores algunos aspectos que me fascinan. Me gusta redescubrir la fe como un proceso muy dinámico que se vivencia en aquello  que nos pasa en la vida cotidiana.  Esa fe  se vive,  se siente, se sufre, se disfruta. Pero también es una fe que razona, pone en alerta todas nuestras neuronas para tomar las decisiones que hay que tomar en el momento indicado. Es más que un conjunto de verdades abstractas. Es la presencia de Dios en los momentos buenos y también en los difíciles.

Otro aspecto que me fascina es ver el componente comunitario. No estoy solo en este mundo. No soy el único al que le pasan cosas lindas y cosas muy malas. No soy el único que se alegra profundamente o que sufre terribles dolores al ver niños que se mueren de hambre, o jóvenes que son víctimas del “paco”, o mujeres que son terriblemente golpeadas por su pareja. ¡No! No estoy solo. Está EMANUEL  encarnado en tanta gente sensible y solidaria que sufre conmigo. Este aspecto de comunidad, donde la fe se diluye en cada gesto y palabra que reaviva la esperanza y que tanto bien me hace. Tal vez este aspecto comunitario de la fe sea el tesoro más grande que tenemos. Pensándolo un poco más sencillo: ¿Acaso no fuimos creados para vivir en comunidad? También se me ocurre, que por alguna razón importante, Jesús eligió un puñado de personas para que lo acompañen.  Tampoco este detalle se le escapó.

No por último me impacta en esta historia  descubrir que más allá de lo que yo pueda pensar, razonar, proponer o hacer –que ciertamente es muy importante- Dios ya está haciendo lo suyo. Está muy bueno reconocer que él ya se ocupa de que la vida sea protegida, antes de que yo me enganche. Esto es muy contundente: el niño apenas fue objeto de esa debilidad que tiene Dios de proteger a los más débiles.

Finalmente me viene a la memoria la palabra de un viejo que hace como 2500 años dijo: “El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”. Quiero entender  el “mis palabras” como palabra que genera vida. Palabra que es  acción.
Como esa palabra que terminó con el exilio del niño en Egipto y permitió volver a la tierra de Israel. Quiero entenderla como que la violencia y muerte que padecen muchos grupos humanos alrededor de nuestro mundo, no es lo último. Y si no lo es quiero engancharme con Emanuel para ir anunciando y viviendo  experiencias de vida y esperanza. Para diluirme, como la sal en la comida, en lo que es nuestro mundo.    



Pastor Juan Pedro Schaad
Entre Ríos, Argentina
E-Mail: jlisha@sion.com

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