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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

2° domingo de adveinto, 09.12.2007

Sermón sobre Mateo 3:1-12, por Fabián Paré

  

Cambiar el rumbo desde la conciencia

«Muestren los frutos de un sincero arrepentimiento...»

Juan el bautista es la voz que clama en el desierto.  Muchas veces lo que queda, o se deja, de la vida de muchas personas es un ‘desierto'.  La voz de Juan comienza a resonar en el desierto de nuestras vidas para preparar el camino.  El desierto es un lugar silencioso, árido, donde es posible encontrarse con uno/a mismo/a; lejos del ruido que genera la rutina cotidiana es posible transparentarnos.  Es el lugar donde vemos nuestras prisiones y nuestros temores, las cadenas que atan nuestro ser, cuando esto se evidencia es cuando se está escuchando gritar la voz de Juan.  Cuando la angustia, el dolor, la soledad, la vulnerabilidad de nuestro ser queda expuesta a nuestra conciencia, es un momento en el que suponemos que seremos arrastrados inevitablemente a un abismo del que no podremos salir, cuando ya no tenemos nada que nos sujete, es cuando llega la voz que clama en nuestro desierto.

Preparar el camino para que se produzca el encuentro de Cristo con nuestras vidas, necesita de esta exposición de nuestra vulnerabilidad, sin ella solo queda expuesta la arrogancia y soberbia de creerse superiores a los demás por algún motivo.  Es a aquellos que muestran este sentimiento de superioridad y especulación a quienes se dirige Juan diciendo: ‘Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca?' Mt 3,7; también les dice ‘Produzcan el fruto de una sincera conversión...' Mt 3,8.  De modo que la sinceridad es una condición necesaria para preparar el camino del encuentro con Dios, sin la sinceridad nos exponemos a formar parte de de esa ‘raza de víboras' que es evidenciada por la voz de Juan.

Yo bautizo para que se conviertan, dice Juan.  Convertir significa cambiar la dirección que se tenía en el desenvolvimiento cotidiano, rutina lograda, cómoda para algunos y miserable para otros/as.  El bautismo involucra una predisposición a reorientar el comportamiento que nos aleja de la sinceridad y del reconocimiento de nuestra vulnerabilidad, es decir de aquello que permite surgir el temor a Dios.  Podemos inferir que la ‘raza de víboras' se refiere a los que no tienen temor de Dios, por lo que no tienen remordimiento ni culpa por la muerte y violencia que provocan a la creación de Dios -por sus ambiciosos intereses-; tampoco es sincera, lo que le permite manejar la especulación a su conveniencia.

Los fariseos y saduceos, a los que Juan define como raza de víboras, es un grupo que extorsiona la obediencia de la población a sus propios intereses, Cristo denunció su legalismo y condenó su hipocresía (Cf: Mt 6,2.5.16; 12,34; 16,12; 23,33; Mc 7,6).

La preparación del camino tiene que ver con los pobres y afligidos que recibirán la salvación de Dios, pero no deja de lado a los que empobrecen y afligen que, de no mostrar una sincera conversión, caerán bajo la justicia e ira de Dios. ¿Qué es lo que empobrece y aflige a la población?  La falta de sinceridad, la especulación y lo que permite la extorsión de la obediencia del pueblo a los intereses del poder de turno.  Cuando hablamos de aflicción y pobreza que marca a la población, estamos hablando de un rumbo, un camino, que genera desiertos en la vida de las personas, desiertos que dan la sensación de que nuestra vida es tragada ‘irreversiblemente' por la sed de poder de algunos/as.  Ese es el rumbo que debe convertirse, ese es el camino que necesita un sincero arrepentimiento, porque lo que está siendo afectado/dañado/matado es la creación de Dios, un Dios que lejos de desentenderse, está atento y anticipa su llegada.

Si Juan clama pidiendo conversión, hay que reflexionar sobre aquello a lo que se refiere pidiendo que cambie de orientación.  La conciencia sobre aquello que genera daño y que necesita sufrir un cambio, no es tarea solamente de los que están sentados en lugares de poder político y económico; es principalmente tarea de la mayoría de la población.  La conciencia del pueblo es lo que puede cambiar el rumbo que genera ‘desiertos'.  En los desiertos que vivimos hoy, encontramos nuestra predisposición bautismal que une nuestras voces a las de Juan, sincerando nuestro temor de Dios y exigiendo al poder de turno los frutos de una sincera conversión.

Los poderosos comienzan a preocuparse cuando el pueblo puede darse cuenta de la extorsionada obediencia a la que es sometida, por eso fariseos y saduceos se acercaron a Juan, no para bautizarse, sino para saber qué le estaba diciendo a la gente.  Es tiempo de generar conciencia, el Reino de Dios está cerca.

 

 



Pastor Fabián Paré
pastor de la IELU
3380 - Eldorado Mnes, Argentina

E-Mail: fabianpare@arnet.com.ar

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