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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3er Domingo de Cuaresma, 28.02.2016

Sermón sobre Lucas 13:1-9, por Dario Dorsch

 

Que la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo sea con cada una y cada uno de nosotros. Amén.

El texto del evangelista Lucas para el día de hoy está dividido en dos partes. La primera hasta el versículo 5 nos habla de las pérdidas mortales de personas producidas por masacres y desgracias circunstanciales, a las cuales le otorgan una connotación pecaminosa, relacionando al pecado con el sufrimiento.

La segunda parte del texto, versículos 6-9, nos habla de la higuera que no produce frutos. En la época de Jesús era común que junto a los viñedos se plantaran todo tipo de árboles frutales, porque la tierra fértil era escasa y había que aprovechar hasta el último espacio donde se encontraban buenas tierras. Por esta razón convivían distintas plantaciones junto a las vides.

La higuera es un árbol que necesita mínimamente tres años para que dé sus primeros frutos, mientras tanto utiliza un espacio físico y extrae los nutrientes de la tierra, escasos en esa región. En la parábola que Jesús relata, el propietario de las tierras había tenido muchas expectativas sobre este árbol y los frutos que ya tendría que haber dado, pero por razones desconocidas no los estaba ofreciendo. Es entonces que manda al encargado del huerto a cortarlo, para que deje de consumir los nutrientes de la tierra y deje lugar a otra especie que sí puede producir frutos.

La figura del encargado del huerto es clave en el relato porque pone un manto de misericordia a la historia. Propone dejar la extracción del árbol para último momento y darle una nueva oportunidad. Remover la tierra, dar algo de agua seguramente, una atención preferencial por un tiempo, con la esperanza de que reaccione y cambie la historia. Si esto no resulta, recién ahí cortarlo y tirarlo…

Esta parábola llamada “de la higuera sin frutos” la podríamos denominar la “Parábola de una Oportunidad Más”. Teniendo en cuenta que será la última. Esta imagen remite a la acción de Dios en la historia de la salvación. Los profetas habían comparado a Israel con una viña, y los hombres de Judá eran los árboles escogidos por Dios. Pero estos árboles no dieron su fruto. Por eso el final estaba cerca para ellos.

Ese Dios hecho hombre a través de su hijo Jesucristo, brinda la última oportunidad a ese pueblo. El tiempo de Jesús es la última posibilidad de tomar una decisión, es el tiempo de la conversión del pueblo de Israel. Es la última oferta hecha por Dios para que hagan penitencia, ya no se puede esperar más y dejarlo para después. Es hora de dar frutos.

Jesucristo sabiendo que el juicio se acerca y que va a caer sobre Jerusalén la destrucción, interviene en su favor, le ofrece amor, sacrificio y vida, con el objetivo de que se salve.

A lo largo de la vida de una persona sería interesante poder contar las veces que se le da una nueva oportunidad, ya sea en lo laboral y en otros aspectos como el personal y espiritual. Cuántas veces sucede a las personas como sucedió al pueblo de Israel, que miró hacia otro lado, no aceptó la nueva oportunidad y no dió los frutos esperados. En cambio otras veces las personas sí ven la posibilidad de cambio que se les ofrece. Lo capitalizan transformando sus vidas, dando un interesante testimonio de Dios para que otros sean transformados.

En el trabajo con personas adictas al alcohol y otras drogas es posible observar claramente esto. Sumergidos en estas enfermedades, a las personas se les dificulta ver las posibilidades a través de los seres queridos y allegados. Sin embargo siempre llega una oportunidad en la cual pueden conscientemente pedir ayuda porque ven una posibilidad de salir y de recuperarse, para volver a tener una vida relativamente normal. Con esa última oportunidad comienza un camino de lucha para toda la vida, pero sabiendo que no se perdió la posibilidad. La confianza puesta en las manos de Dios da la oportunidad para cambiar actitudes y comenzar de nuevo, dando los frutos esperados.

Cada una de las personas que habitamos este hermoso mundo tiene una historia con oportunidades. Y en este tiempo de cuaresma, tiempo de reflexión y penitencia se nos presenta la posibilidad de pensar y repensar en nuestra vida, en nuestro actuar, en nuestras relaciones humanas y con nuestro Señor. Él nos interpela en este tiempo y nos pregunta ¿cuántos frutos has dado? ¿Qué has hecho con los dones que te he dado? ¿Cuánto colaboras en la construcción del Reino de Dios? Son todas preguntas que apuntan a reflexionar sobre el nivel de productividad de nuestra vida, pero desde una perspectiva espiritual y tomando como ejemplo al gran maestro, hijo de Dios, que lo dio todo por nosotros, hasta su vida, para darle vida nueva a las generaciones futuras.

Que Dios nos ayude a transformar nuestra vida seca y pobre de frutos, en un huerto verde y colorido donde todos puedan venir a alimentarse del pan de vida, que es Jesús en nuestros corazones. Amén



Pastor Dario Dorsch
Entre Ríos, Argentina
E-Mail: dariodorsch@yahoo.com

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