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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Domingo de Ramos, 20.03.2016

Sermón sobre Lucas 19:28-40, por Atilio Hunzicker

 

Hermanas y hermanos:

Bendito el que viene en nombre del Señor (Sal.118.26), paz en el cielo y gloria en las alturas.

La entrada mesiánica de Jesús a Jerusalén cierra, completa, en Lucas, lo iniciado con la visita de los ángeles a los pastores de Belén: Os ha nacido el salvador, el Mesías, el Señor. La aclamación de los que caminaban con Jesús al llegar a Jerusalén confirman lo anunciado a los pastores, en la tierra ocurre la gloria de Dios. El Mesías llega al centro del poder religioso y político: Jerusalén. Un rey enviado por Dios, viene en el nombre, en representación del Dios de los cielos.

Mucho esfuerzo hay que hacer para ignorar o negar la connotación política de este acontecimiento. Si este rey viene en nombre de Dios, convierte en usurpadores a los que están gobernando, a los que ostentan y ejercen el poder sobre el pueblo, sean los ocupantes romanos, sean los dirigentes religiosos judíos. Bien leído y entendido este acontecimiento quita toda espiritualización de la voluntad de Dios y del evangelio anunciado por Jesús. El poder de los poderosos no es el poder de Dios. Así como los humildes pastores fueron bendecidos con el anuncio del nacimiento, también gente común, caminantes creyentes reconocen a este rey montado en un burrito. La paz en la tierra es un anhelo total, material y espiritual, con pan material y espiritual.

En el transcurso de la semana, que en este domingo se inicia, se verá la trama y el drama del enfrentamiento del poder del mundo, religioso judío y político romano con el enviado de Dios. Queda a las claras que el triunfo provisorio del poder religioso y político logrado con la crucifixión de Jesús se reduce a eso, solo eso: matar.

Hermanas y hermanos: dos milenios nos separan de aquel domingo en que Jesús junto a sus discípulos llega a Jerusalén. Sin embargo la trama básica aún permanece: el poder y el gobierno del mundo, de los poderosos, poco y nada tienen que ver con el gobierno de Dios que pedimos cada vez que oramos el Padre nuestro: venga tu reino.

Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que a nivel mundial se acentúa la crisis del liderazgo político, vivimos una peligrosa descalificación (confirmada por los hechos) de la política y de los políticos. Esa situación es peligrosa en tanto que el descreimiento en las formas democráticas genera fantasías mesiánicas que profundizan la crisis.

Debemos decir que los organismos financieros y sus gerentes tienen más poder que cualquier presidente electo por los votos. El dinero en sí mismo tiene más poder que los alimentos que se puedan producir, del agua que se tenga para beber, de la tierra que se tenga para habitar.

Inclusive la religión, como fenómeno social, tiende cada vez más a convertirse en una mercancía de salud, de bendición o de muerte, como lo vemos cotidianamente. Debo mencionarlo aunque quizá no sea políticamente correcto: signo de la decadencia de los liderazgos mundiales es que el obispo de Roma, tenga tanto protagonismo a nivel global. Él, aunque se le cante “bendito el que viene”, está muy lejos de hacerlo como el Jesús de burrito, y lo hace desde una institución que aún sigue teniendo mucho poder “temporal” más que espiritual.

Para que verdaderamente podamos aclamar a Jesús de corazón cantándole “bendito el que viene en nombre del Señor” necesitamos de una profunda conversión. Necesitamos vernos y situarnos frente al poder del mundo, saber en qué medida colaboramos con ese reino que se opone al de Dios. Es una tarea quizá dolorosa, pero necesaria. Debemos hacerlo como individuos y también como comunidades. Sin miedo, sabiendo que desprendiéndonos de nuestras seguridades provisorias, podremos asirnos a las promesas de aquel que puede hacer hablar a las piedras. Amén.




Pastor Atilio Hunzicker
Paraná, Entre Ríos, Argentina
E-Mail: ajh54@hotmail.com

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