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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

1er. Domingo de Cuaresma (Invocavit), 25.02.2007

Sermón sobre Lukas 4:1-13, por Felipe Lobo Arranz

‘OTRA VEZ DE VUELTAS CON EL PESADO DE SIEMPRE'

Queridos amigos y hermanos, que la bendición del Señor este hoy con todos nosotros en la consideración de este texto. Amén.

 

Buenos días,

 

La perícopa de hoy nos retrotrae a la historia de la tentación del diablo a Jesús estando en ayuno y meditación en el desierto antes de iniciar su ministerio.

 

Como todos sabemos fue tentado tres veces por el diablo. En la primera, según el texto de Lucas, (distinto en el orden al del resto de los Evangelios sinópticos) fue tentado a convertir una piedra en pan. La segunda, le fue ofrecido el mundo para que lo gobernase y señorease, si adoraba al tentador. La tercera, nos muestra a un Jesús puesto en el pináculo del Templo de Jerusalén para que se lance al vacío y así sea milagrosamente salvado por los ángeles de Dios.

 

Probablemente fue la historia de una visión, de un espejismo, propios de una mente y un cuerpo cansado y agotado por el ayuno, cuando se quiere probar las resistencias propias ante la tentación de volver a una vida normal, donde la comodidad podría estar esperándole, huyendo del sacrificio.

 

Los primeros cristianos, especialmente los que recibieron este Evangelio de Lucas, fueron los que vieron a Jesús como el Mesías probado y victorioso frente al mal, que ya había hecho mella en la mayoría de los mandatarios de la historia y no habían salido airosos ante la tentación del poder, de la fama y de la invulnerabilidad. Cristo, Jesucristo, es puesto en lo más alto ante el mundo que oía este relato para que todos contemplaran que había nacido una estrella, muy superior a cualquier otro ser humano y que sería capaz, en exclusiva, de ser el redentor que Israel y el mundo gentil necesitaban, el definitivo.

 

Notamos el papel del Espíritu, como compañero y no como herramienta de Jesús, en el principio de su ministerio, que llena a este de la fuerza y capacidad necesaria para cumplir con la misión, que había confirmado con el bautismo, de ser el Salvador. Esta capacidad parece dar vida propia, dotar de una energía especial al Señor, pues, después de haber sido descrito de forma pasiva en los anteriores capítulos, parece que ahora, en el poder de la plenitud del Espíritu, tomaba, por fin, las riendas de la acción que principiaría en ir al desierto, vencer la inicial tentación y después ir al mundo a proclamar las buenas nuevas de salvación, confirmadas por medio de su victoria.

 

Jesús anda, toma la iniciativa de andar hacia delante, hacia el cumplimiento de su ministerio. Así le vieron en la primitiva Iglesia y así lo vemos nosotros en el texto hoy... expectantes, casi sin aliento... esperando a cada tentación, si la superaría o si cedería a ella, acabando con nuestra esperanza.

 

Adán fue tentado... y pecó. Abraham y Sara fueron tentados a la desconfianza de tener un heredero y después de tenerlo, de perderlo en el sacrificio, dudaron. Israel fue tentado en el desierto del Sinaí tras la huida de Egipto y cayeron. David, el gran rey, fue tentado y sucumbió. Pareciera que la esperanza de la pureza, la fidelidad, para salvar al pueblo se perdía a cada fracaso. Cristo resistió la más cruel tentación, pero no una vez, sino dos y no dos solamente, sino tres veces. Los judíos, que podrían poner en duda el mesiazgo de Jesucristo, veían en la triple y perfecta victoria, la confirmación rotunda de la capacidad de él para serlo.

 

Jesús es tentado a abandonar la Ley de Dios y con ella, su vocación redentora. Su respuesta no es saltarse la norma a placer, sino la sujeción como Hijo de Dios. No hace de la trampa, el escape de cumplir el mandamiento de Dios. Es más, responde a la tentación misma con las palabras de la Ley, a la que se le invitado a traicionar. No hay más lucha, no hay más dialéctica. Sólo silencio.

 

Nosotros somos constantemente invitados a ceder a la tentación de abandonar los postulados del Evangelio, como Jesús. No quiero ni pensar en la respuesta que damos a la tentación... mejor no me lo digas... lo sé. Todos más o menos nos encontramos de nuevo en la parada del autobús del Evangelio, del que tenemos la costumbre de subirnos y bajarnos a placer también, casi nunca acabamos bien el viaje... tenemos demasiadas tentaciones como para llegar a nuestro destino. Los penitentes que esperan el siguiente autobús de la fe esperan en la misericordia y el perdón de quien nos vuelve a admitir en el viaje y nos ayudará a terminar el trayecto para el que se nos ha dado un billete.

 

El mismo Satanás ‘el adversario' pesado, que nos enreda en otros juegos de la vida distrayéndonos de el objetivo final nuestro, lo intentó con Cristo y éste lo superó. Es apelando a él que podemos seguir intentándolo con esperanza de alcanzarlo. Quien se jactaba de haber engañado a los más santos hombres y mujeres de la historia bíblica pensaba que se reiría de la misma manera con Jesús. Y encontró la horma de su zapato. Allí se le acabó todo. ‘Game over' había perdido la partida, que por siglos parecía ganar sin mucho esfuerzo a los hombres de carne. Jesús, su propósito y su obra, se les iban a escapar de las manos y con ello el imperio de la cautividad del mal, de todos los males que sufríamos los seres humanos y la creación entera.

 

Jesús no solo le ganaría la partida en el desierto, sino una y otra vez, en su predicación y andanzas en Palestina. Y con el diablo, a todos los que actuaban y se movían como él en el mundo. El Evangelio nos deja ver claro que la muerte no le sorprendería jamás, él se adelantaría a ella, entregándose voluntariamente para cumplir su misión por nosotros.

 

El texto parece querer gritarnos, en una afirmación cristológica: ¡Cuidado, que el que viene es el mismo Hijo de Dios, el esperado!

 

¡Ay de nosotros si nos piden o si alguien espera de nosotros que convirtamos meras y duras piedras en pan... para comérnoslo nosotros y congratularnos de haberlo hecho! Si crees que lo podrías hacer... habrás superado el poder de Jesús... ¡enhorabuena!, pero habrás cedido a la tentación.

 

¡Ay de nosotros si nos es dado el poder sobre los hombres y la gloria, perpetuándonos, no con la justicia y el servicio, sino con las argucias o la pasividad ante el mal de un demonio, para mantenernos allí! Nos habremos caído de nuevo.

 

¡Ay si pensamos que seremos intocables y que podemos burlar las mismas leyes de la vida o de la naturaleza, sin pagar un precio alto, por habernos auto-beneficiado del poder! Otra vez al suelo.

 

Si somos tentados a hacer lo malo, si el mal nos tienta... tentémosle a él con las palabras de las Sagradas Escrituras en nuestra mente, como hizo Jesús y se disipará.

 

Jesús en el principio de su ministerio, como en el nuestro como servidores de Dios, como hijos e hijas de Dios, hemos de evitar, en palabras de Juan Calvino: "...el alejarnos de Dios, el atribuir al diablo, o al mal, un poder que solo corresponde a Dios y por último en utilizar el poder de Dios en beneficio propio".

 

Ante la impiedad humana, comprometámonos con la ética de Cristo. Él es capaz de ayudarnos a llegar a nuestras metas, superando la acción del mal contra nosotros. Ambrosio decía: "Jesús tolera ser tentado por el diablo para que en él aprendamos todos a triunfar".

 

No bajemos la guardia. De igual manera que Satanás lo intentó todo con Jesús, agotando todos sus abanicos de tentaciones para bajarle del barco de su propósito. Se marchó y esta huida mostró su derrota. Pero les pido que no subestimen ni al mal, ni al malo ni a la tentación, pende la amenaza todavía sobre nosotros como relata el evangelio:

 

"Acabando toda tentación, se apartó POR UN TIEMPO". Mientras seguimos en el camino del testimonio de Cristo, el que vela por nuestras almas nos avisa. ‘Sometámonos a Dios, resistamos al diablo y huirá de nosotros'. (Santiago 4. 7).

 

Al fin y al cabo este ‘pesado', que siempre tiene la mala costumbre de aparecer cuando menos lo deseamos, podrá enredarnos por un tiempo, si tiene éxito. Pero, que quede esto entre tú y yo: en Cristo ha perdido la guerra, ¡larga vida a la verdad y a nuestro perdón eterno y a la liberación de sus cadenas en la muerte de quien amamos!

Felipe Lobo Arranz
IEE Granada
España
E-Mail: loboarranz@gmail.com

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