Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach
4° Domingo después de Pentecostés , 12.06.2016
Tres conceptos en el proceso del discipulado
Sermón sobre Lucas 7f:36-8,3, por Luis Hildalgo Ruiz
INTRODUCCIÓN
La lectura del Evangelio de San Lucas de hoy, destaca uno de los énfasis que permea todo su libro: Su atención por los abandonados y marginados. Las mujeres, en tiempos de Jesús, eran marginadas, abandonadas en muchos aspectos de su vida. Así, por ejemplo, las mujeres eran consideradas una propiedad del hombre. Podían negociarse sus matrimonios; podían ser vendidas con sus hijos; no podían salir solas, de su casa, y no se les podía hablar en público. No podían estudiar ni hacer un sinnúmero de cosas que sí podían hacer los varones.
En el Evangelio de hoy vemos no sólo a una sino a muchas mujeres que se deleitan en servir al Rey de reyes como fieles discípulas (8:2-3).
CUERPO DEL SERMÓN:
Quiero destacar, del Evangelio, tres conceptos importantes en el proceso del discipulado, conceptos que es posible encontrar en el relato de estas mujeres discípulas de Jesús:
- CONVERSIÓN: Dice Lucas que “Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él, a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies…” (v.37-38). La conversión, el cambio de vida, es la puerta de entrada al camino del discipulado. No existe discípulo, discípula del Señor (Discípulo significa “aprendiz”) si no hay conversión, arrepentimiento, cambio de vida, abandono del pasado que nos ata al pecado. La mujer del evangelio experimentó su arrepentimiento, su conversión. Era pecadora, pero al presentarse a Jesús su pecado lo derramaba con cada lágrima que salían de sus ojos. Jesús vio ese corazón arrepentido, por eso no se preocupó que el fariseo que le había invitado estuviese dudando de que él fuese profeta y por ello no supiese que quien le tocaba era una mujer pecadora (v.39).
- SERVICIO: Un discípulo convertido dedicará su vida al servicio. Servicio a Dios, como lo vemos en esta mujer pecadora que entrega todas sus atenciones a Jesús. Ella va con un frasco de alabastro y le lavó los pies con sus lágrimas, secaba sus pies con sus cabellos, besaba sus pies y los ungía (v.38). Pero también un discípulo, una discípula, sirve a su prójimo. Ve en el rostro del prójimo, el rostro mismo de Jesús. Por lo tanto cada vez que hace o deja de hacer algo, a Jesús mismo lo hace o deja de hacer (Mateo 25:40.45).
- AMOR: Sin embargo, si el servicio que damos a alguien no está movido por el amor, no me sirve de nada. Pablo lo deja claro al decir: “… si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” ( 1 Cor. 13:3). Vemos en este evangelio que Jesús dijo de esta mujer “…sus muchos pecados le son perdonados, porque amó…” (v.47).
CONCLUSIÓN:
Tres conceptos para tener en cuenta en nuestra relación, como maestro-discípulo, de Jesús con nosotros: Conversión, servicio, amor. Tres conceptos que no son pasado, son presente. Hoy y cada día debemos convertirnos al Señor; hoy y cada día debemos servirle a Él y servir al prójimo; hoy y cada día debemos hacer todo lo anterior movidos por el amor y no por otras motivaciones.
Pidamos al Señor que haga de nosotras y nosotros siervas y siervos conforme a su corazón; discípulas y discípulos que se consagran día a día en arrepentimiento, servicio y amor.
Amén.