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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

5º Domingo después de Pentecostés, 19.06.2016

Sermón sobre Lucas 9:18-24, por Atilio Hunzicker

 

Lucas 9. 18 Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». 19 Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». 20 «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». 21 Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. 22 «El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día». 23 Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.

Ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Esa pregunta de Jesús se renueva cada día y exige de nosotros una respuesta impostergable.

Las iglesias, los creyentes, los seguidores y discípulos coincidimos con Pedro: “Tu eres el Mesías de Dios”. Lo enseña la iglesia y lo aprendemos los cristianos generación tras generación. Más aún, insistimos en que ese Jesús debe estar en nuestro corazón; debemos aceptarlo como “nuestro salvador personal”. Miles de iglesias están construidas y sostenidas por esta afirmación; sin embargo, cada una piensa que lo hace de una manera más verdadera, más “bíblica”, etc.

Y con todo, nos hemos olvidado que el Jesús vivo, nos sigue preguntando: Y ustedes, ¿Quién dicen que soy? En realidad nuestra confesión de palabra se refrenda (o no) con nuestro testimonio, con nuestras acciones, con nuestra práctica. Y desde esa perspectiva más de una vez nos preguntamos ¿Qué tiene todo esto que ver con Jesús?

Veo que los cristianos, las iglesias, nos hemos apropiado de Jesús y transformado en sus custodios. Custodiamos con la doctrina, con normas, reglas y leyes aquella parte de Jesús que más nos convence, que más cómodo nos calza, según nuestra pertenencia de clase, nuestra herencia cultural.

Hemos transformado al Jesús peregrino en un Jesús paralítico, quieto; el Jesús de los caminos y las calles en un Jesús de interiores.

Lucas continúa relatando lo que Jesús dijo (y nos dice): “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga”.

La fidelidad a Jesús está en el seguimiento, en la negación de sí mismo y en la cruz. La cruz de Jesús marca la irreconciliable diferencia entre el proyecto del reino de Dios y los proyectos del mundo.

Lucas nos muestra al Dios misericordioso, que nos recibe a todos, que espera nuestro regreso cuando estamos lejos de él, y espera que seamos misericordiosos para recibir a todos los que necesitan de esa misericordia.

Seguir a Jesús no es incorporarlo a nuestro músculo cardíaco para continuar más fortalecidos con nuestros proyectos. Seguir a Jesús es preguntarle ¿Dónde estás Señor hoy? ¿A dónde me quieres llevar? ¿Dónde necesitas de mis manos?

Seguramente Jesús nos espera junto a todos los que sufren, junto a todos los que no tienen lugar en este sistema de éxito, de felicidad ilimitada con el poder del dinero.

La respuesta a la pregunta de Jesús espera de nosotros la mayor sinceridad; y el seguimiento es la única garantía de no separarnos de él.



Pastor Atilio Hunzicker
Paraná, Entre Ríos, Argentina
E-Mail: ajh54@hotmail.com

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