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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

8º Domingo después de Pentecostés, 10.07.2016

Sermón sobre Lucas 10:25-37, por Miguel Ponsati


Nuestro Señor Jesús continúa su conversación sobre lo que significa ser discípulo suyo. La ocasión: una pregunta planteada por un intérprete de la ley acerca de cómo puede lograrse la salvación, vale decir alcanzar la vida eterna. Al responder, Jesús indica cuál ha de ser la conducta de un verdadero discípulo, aquella de la sabiduría de los humildes en obediencia al triple mandamiento del amor testificado en la ley de Dios.
El intérprete de la ley quisiera mayores precisiones. Es entonces que Jesús ilustra con la parábola un caso límite: compara la falencia de los ministros de Dios con la actitud de olvidarse de sí mismo que presenta el samaritano dando a entender que el mandato de amar no conoce límites. ¿Quiénes son estos ministros de Dios? Un referente religioso del pueblo y un asistente del Templo. ¿Qué temor los mantiene a distancia del hombre golpeado, despojado y caído en el camino? Tal vez está muerto, piensan. Si se acercan y lo tocan quedarán impuros ritualmente hablando. El samaritano en definitiva es quien va en ayuda. Como muchos otros judíos de su tiempo Jesús no tenía un trato habitual con los samaritanos. Sin embargo, es justamente este extranjero quien parece poseer la clave del acceso a la vida eterna. El intérprete de la ley, en cambio,  parece no poder ni siquiera pronunciar la palabra “samaritano”. Por el contrario, éste muestra un amor espontáneo, desinteresado, tierno, personal, eficaz… con su actitud concreta define qué y quién es prójimo.

I

Sea por instinto o inclinación, nada le impide al ser humano tener comportamientos que deshumanizan a sus semejantes. En el texto unos seres humanos golpean, asaltan, dejan agonizante a la vera del camino a otro ser humano. Otros seres humanos lo ven y, no obstante, siguen de largo. ¡Cuántas situaciones iguales o parecidas vemos a diario! Esta capacidad humana de negarle humanidad a su semejante posibilita todo lo que vemos: masacres, torturas, despidos de trabajadores, abandonos de personas…
Aunque suene paradójico decirlo así, la humanidad no es algo natural o innato en el ser humano. Necesitamos (re)aprender siempre de nuevo a ejercerla. Así como aprendemos a pensar social y culturalmente, aprendemos a clasificar los que son “de los nuestros” y los que son “los otros”; amigos y enemigos; vagos y trabajadores; confiables y traicioneros; los que cobran un plan y los que se ganan decentemente la vida…
Los samaritanos eran producto de una historia de deshumanización. Para los judíos no eran étnicamente puros. Además, no frecuentaban el Templo de Jerusalén. Tampoco eran considerados parte de la Alianza con el Señor. En definitiva ellos eran “de los otros”. Y justamente es un samaritano el que tiene compasión, quien actúa conforme a lo establecido por la Alianza. Uno “de los otros”, alguien considerado ‘de afuera’ por los judíos. El sacerdote y el levita, siendo “de los nuestros”, de los que hacían parte legítima de la alianza no obran de acuerdo con la Alianza y con ello se excluyen a sí mismos de ella.

II

Al poner de ejemplo a uno que no es “de los nuestros” Jesús roza la provocación ante sus oyentes. Invierte la visión del intérprete de la ley.
Jesús establece una Nueva Alianza, en la cual no están ya vigentes el origen étnico, cultural, social, cultual (hoy diríamos confesional). Una alianza a la que solamente pertenecen aquellos/as seres humanos que hayan aprendido a cambiar sus reglas de juego, que incluso hayan aprendido de una manera diferente a la habitual y obran de acuerdo con las nuevas reglas.
En la propuesta de Jesús ir al prójimo, no sólo la compasión, quiebra todas las barreras establecidas por costumbres , hábitos, tradiciones, convenciones … Aquí Jesús denuncia los preconceptos y prácticas deshumanizantes, las actitudes y opiniones formadas sin sensibilidad, reflexión e información cierta. Porque de eso estamos hablando. Y nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de incorporar nuevos conceptos del prójimo que permitan que “los otros” se nos aproximen y habiliten - en consecuencia - que podamos conmovernos y aproximarnos nosotros a ellos yendo a su encuentro. Como Dios manda.
Dios es capaz de impulsarnos a un amor que derrumba muros y preconceptos culturales, étnicos, sociales, religiosos y muchos otros impedimentos para volvernos (¿convertirnos?) a nuestro prójimo. El Dios que es fuente de la vida y el ser de la humanidad es el único capaz de crear espacios donde un judío y un samaritano se pueden encontrar, donde nos podemos ver unos  a otros y ante la necesidad, el maltrato, la violencia, la exclusión hacernos una sola pregunta que nos ponga en movimiento: ¿Acaso hay algo más próximo a un ser humano que otro ser humano?

Conclusión

¿Cuál puede ser nuestro papel, personal y comunitario, en las parábolas que “escribimos” en la vida de cada día a día?
Veámoslo a través de los cinco gestos  que podemos señalar en el samaritano.
-El samaritano se acercó al hombre herido y, al verlo, se compadeció de él. Lo que quiere decir: un extraño se acerca a un extraño y al verlo herido se conmueve y actúa.
-El samaritano unge las heridas del judío con óleo y vino. Lo que quiere decir: un extraño cuida de las heridas de otro extraño con los medios a su alcance.
-El samaritano coloca al judío sobre su animal y lo llevó hasta un hostal. Lo que quiere decir: un extraño alcanza a un extraño y le facilita tener un techo y una cama donde poder reponerse.
-El samaritano da un par de denarios para ayudar al judío. Lo que quiere decir: un extraño saca de su bolsillo para poner nuevamente de pie a un extraño.
-El samaritano vuelve a ver cómo está el judío. Lo que quiere decir: un extraño vuelve para volver a ver a otro extraño.
¿Entendemos toda la profundidad de significado que tiene cada uno de esos gestos? ¿Cómo sería si nos animásemos a seguirlos hoy con quienes nos son próximos, vale decir, prójimos? El Señor le encomienda a todo ser humano que sea prójimo de todo ser humano. No importa quién. Sólo por ser eso, un ser humano como cada uno, cada una. Que Él nos ayude. Amén.



Pastor Miguel Ponsati
Buenos Aires, Argentina
E-Mail: miponsat@gmail.com

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