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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

9º Domingo después de Pentecostés, , 17.07.2016

Sermón sobre Lucas 10:38-42, por Eugenio Albrecht


Si damos una mirada a la historia y a nuestra realidad, nos vamos a dar cuenta que las mujeres han debido (y deben) atravesar por situaciones de marginación, discriminación y opresión, por el simple hecho de ser mujeres. Hay muchas situaciones de desigualdad y de injusticia que deben soportar. Muchas de ellas, naturalizadas y aceptadas, inclusive por las propias mujeres.

Simplemente cito dos o tres cosas.

- Hasta hace poco tiempo las mujeres no podían votar y estaban marginadas en la decisión de elegir a sus representantes. Esto recién comenzó a ser posible a partir de 1947, con la acción de una mujer conocida como Eva Duarte de Perón, o como mejor se la conoce "Evita".

- Las mujeres en general ganan menos que los varones, aun haciendo el mismo trabajo.

- La violencia física y verbal de las que algunas mujeres son víctimas actualmente es a veces muy angustiante y esto trasciende las clases sociales y la religión.

- El acoso cotidiano que a veces deben enfrentar las mujeres en la calle y por espacios públicos. Algunos hombres (de diferentes edades) creen que a las mujeres les gusta que les digan barbaridades.

Demás está decir que, estas y otras, son situaciones que deben cambiar y todo nuestro esfuerzo debe estar puesto en ese sentido. Son algunas de las situaciones de opresión que necesitan de un proceso de liberación, sencillamente porque no es del agrado de Dios.

Leemos ahora el texto de Lucas 10: 38 – 42:

38 Mientras Jesús iba de camino, entró en una aldea, y una mujer llamada Marta, lo hospedó en su casa. 39 Marta tenía una hermana que se llamaba María, la cual se sentó a los pies de Jesús para escuchar lo que él decía. 40 Pero Marta, que estaba ocupada con muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje trabajar sola? ¡Dile que me ayude!» 41 Jesús le respondió: «Marta, Marta, estás preocupada y aturdida con muchas cosas. 42 Pero una sola cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará.»

¿Con qué nos encontramos aquí?

En el versículo 38 vemos a Jesús yendo de camino y llegando a una Aldea,  a la casa de Marta y María (y Lázaro). El versículo 39 se presenta lo que hace María frente a la visita de Jesús, limitándose a escuchar lo que Él decía. Uno podría encontrarla como desestresada, tranquila, pasiva, en paz, escuchando, prestando atención a Jesús. Mientras que el versículo 40 nos presenta la actitud de Marta, que estaba ocupada, trabajando, preocupada, atendiendo y recibiendo a quien llegaba a su casa. Un ejercicio muy interesante podría ser imaginar los rostros de ambas. ¿Cómo sería el rostro de María y cómo el de Marta?

María escuchando a Jesús y Marta trabajando y renegando.

Toda la situación está más o menos en tensa calma, hasta que Marta se enoja con su hermana y le dice a Jesús que le venga a ayudar, a lo que Él responde con algo que nos resulta un poco incómodo. Le dice “Marta, Marta… estás preocupada y turbada… María sin embargo a elegido la mejor parte”.

Se nos hace difícil de entender esto. Quizás porque en la vida no se puede pasar todo el tiempo con la actitud de María y, en caso de querer comer, debemos asumir necesariamente la actitud de Marta y hacer las tareas.

¿Cómo entender entonces este texto y estas palabras de Jesús?

Un modo moralista es diciendo que Marta es mala porque no escucha la palabra y María es buena porque escucha a Jesús. Esto sería injusto, porque sabemos que la vida no es así.

Otro modo de interpretar este texto es retomando lo del principio. En este caso, viendo esta historia como una oportunidad de liberación y de descubrimiento de una mujer, que probablemente no tenía otro espacio que el de la cocina y de la atención de la casa.

¿Qué descubre María a los pies de Jesús?

En esa época los únicos que podían escuchar a un maestro eran los hombres. Una mujer no lo podía hacer. Lo que Jesús hace es darle a María el mismo lugar que tenían sus discípulos. Por eso dice que ella había elegido la mejor parte. Había descubierto que también ella podía ser discípula y parte de la comunidad de Jesús y no solo un agregado. Se ha podido liberar de una cadena, asumir su rol en la historia de eso tan lindo y desafiante que ella a había palpado. Mientras tanto su hermana seguía preocupada y turbada. Lázaro por otro lado, que había sido resucitado por Jesús, ni siquiera recibe a Jesús.

En la comunidad nos podemos sentar a los pies de Jesús. Así como María descubrió que también ella era parte, a veces nos hace falta descubrirlo.

Quedarnos en la cocina de Marta es lo mismo que no animarnos, quedarnos aprisionados a los miedos, o en lo que quisiéramos. Sentarnos a los pies de Jesús, al igual que lo hizo María, es sinónimo de ponernos a disposición de servir a Dios, hacernos discípulos y discípulas en las cosas concretas y cotidianas donde se nos necesita.

Jesús reta a Marta por vivir muy preocupada (no por estar trabajando en la cocina) y por estar ocupándose de cosas que pueden esperar para otro momento.

Tantas maneras tenemos de vivir preocupados. Según este texto, quien vive demasiado preocupado, no puede asumir y vivir correctamente la fe.

Si uno vive con demasiadas preocupaciones no podrá encontrar el modo de disfrutar de la presencia de Dios en nuestras vidas.

 Hay un libro escrito sobre este texto bíblico. El libro se llama "Cómo tener un corazón de María en un mundo de Marta" y su autora trabaja el tema de las preocupaciones diciendo que:

40% de las cosas por las que nos preocupamos nunca llegan a suceder

30% están relacionadas con el pasado que no podemos cambiar

12% están relacionadas con las críticas de los demás (a veces infundadas)

10 % tienen que ver con el futuro muy lejano.

Solo 8% se refieren a problemas reales que pueden ser solucionados

Si lográramos liberarnos de aquellas preocupaciones que nos afectan y que ocupan nuestro tiempo y nuestra mente, siendo que ni siquiera podemos cambiar las situaciones que las originan, tendríamos la mente liberada para ocuparnos de las cosas que pueden ser cambiadas. Según Jesús, y tal cual lo testimonia este texto, la preocupación y el discipulado no pueden ir jamás de la mano.

Preocuparnos no es lo mismo que ocuparnos.

Que juntos nos podamos ocupar de las cosas de la vida y de las cosas Dios, trabajando juntos por la comunidad, por la iglesia y por la Misión de Dios en el mundo. Ese es el modo sencillo de sentarnos hoy a los pies de Jesús.
Amén




Pastor Eugenio Albrecht
Oberá, Misiones, Argentina
E-Mail: aleugenio@yahoo.com.ar

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