Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

14º Domingo después de Pentecostés, 21.08.2016

Sermón sobre Lucas 13:23-30, por Pedro Kalmbach

En el texto de hoy escuchamos la pregunta que un desconocido hace a Jesús, y que es la pregunta si ante el juicio Divino son muchas las personas que se van a salvar:

Lectura de Lucas 13:22-30.

Estimada congregación: la pregunta por la salvación es tan antigua como la humanidad y ella siempre está presente en nuestras vidas (en forma consciente o inconsciente). Con su mensaje y su vivencia Jesús atrajo a muchas personas. Pero estas, poco a poco se dieron cuenta de que en realidad su propuesta tenía que ver con algo diferente de lo que ellas pensaban que iba a traer la salvación. [Se creía que con el mero cumplimiento de la ley y con el hecho de mantener y cuidar una tradición, las personas obtendrían la redención/salvación]

Por eso viene la pregunta: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”

Y ¿qué es lo que dice Jesús?

En realidad Él no responde a la pregunta en forma directa. Él señala que la salvación no es algo automático, que la salvación no es algo que se da por herencia, ni por tradición. Nadie va a ser salvo simplemente por pertenecer a tal o a cual cultura, a tal o a cual grupo étnico, a tal o a cual iglesia. No.

La salvación, dice Jesús, tiene que ver con un proceso: “luchen para entrar por la puerta estrecha.” Es decir, Jesús apunta, da algunas pistas para las personas que quieren ser sus discípulas y seguidoras. Con ello Jesús está señalando la importancia de la decisión por seguirlo, del empeño para colocarse bajo su guía y bajo la gracia de Dios.

El ofrecimiento de la salvación está ahí, para todas las personas. Sin embargo, ella no se da de forma automática. Ella busca y requiere de la aceptación, ella quiere despertar en nosotros la alegría de sabernos amados y aceptados por Dios y con eso ella busca una respuesta que es el “esfuerzo para entrar por la única puerta que está abierta para la salvación....., la puerta estrecha”. Una puerta estrecha, pero abierta y accesible.

Mucho más que eso, Jesús no dice. Él también deja en claro que no habrá favoritismos, clientelismos ni nada por el estilo. El haber actuado/obrado de buena manera, el haber ayudado a otras personas motivado por la recompensa que se recibirá a cambio, por ejemplo la bendición de Dios, no es lo que Dios quiere, ni nos pide. Pues, en este caso se trata de una actitud, de una amistad, de una ayuda interesada. En este caso no se trata de algo que hacemos por amor a Dios y al prójimo, sino exclusivamente por amor a nosotros mismos con segundas intenciones: la de obtener los favores de Dios. Él ya nos ha dado todo, y es por eso que estamos librados de tener que preocuparnos y ocuparnos solamente de nosotros mismos. Dios ya nos ha dado todo y así nos liberó para que podamos ocuparnos y preocuparnos por lo que es su voluntad.

Estimada congregación: Entrar por la puerta estrecha es haber entendido que el amor de Dios también es para uno mismo, pero que no es para ser guardado, sino para ser compartido.

Aceptar el amor y la gracia de Dios es haber comprendido que ya no podemos simplemente alegrarnos y agradecer por la comida diaria sin preocuparnos y ocuparnos de compartirla con aquellos que no tienen, para que a través de ese compartir ellos puedan reconocer a Dios actuando a través nuestro.

Aceptar el amor y la gracia de Dios es haber comprendido que ya no podemos simplemente alegrarnos y agradecer por la ropa que tenemos, por nuestra casa, sino escuchar al propio Dios decir: “Mi hijo/a! Yo no te doy vestimenta ni una casa para que vivas orgullosamente de eso. Yo te la doy para que estés bien, pero también para que otras personas que no tienen eso puedan ser abrigadas y cobijadas por ti. Con esa experiencia de mi bondad a través tuyo ellas también me alabarán.

Aceptar el amor y la gracia de Dios es haber comprendido que ya no podemos simplemente alegrarnos, agradecer y enaltecer a Dios por nuestra salud y libertad, mientras las personas a nuestro alrededor están enfermas y oprimidas. Dios nos da la libertad y la salud para que podamos disfrutar de la vida y para que podamos visitar y servir a las personas que están enfermas, que están solas, que están oprimidas. Dios nos da la salud y la libertad para que otras personas puedan experimentar a través nuestro su misericordia y amor.

Aceptar el amor y la gracia de Dios es haber comprendido que ya no podemos simplemente alegrarnos y agradecer por ello. Aceptar el amor y la gracia de Dios es haber entendido que estamos vocacionados/as para entrar por la puerta estrecha, es haber comprendido que Él nos llama para que seamos sus colaboradores/as, sus instrumentos, llevando paz donde hay odio; luchando por la justicia donde hay injusticias; llevando tiempo y afecto donde hay soledad, abandono, tristeza; llevando la verdad, donde hay mentiras; llevando la transparencia, donde hay mentira; luchando por el respeto, donde reina el “hacé la tuya”; luchando por el cuidado donde hay destrucción;... los dones que Dios nos ha dado, Él nos los ha dado para que los pongamos a su servicio y esto es, para que los pongamos al servicio del prójimo y de su Creación toda.

Quiera nuestro buen Dios abrir diariamente nuestros corazones y nuestro entendimiento para que podamos saber y entender cuál es su voluntad. Quiera nuestro buen Dios hacerse presente a través de su Espíritu en esta congregación y en la vida de cada uno de nosotros para que podamos aceptar su amor y su gracia y así encomendarnos en sus manos para que podamos ser sus instrumentos. Amén.



Pastor Pedro Kalmbach
Buenos Aires
E-Mail: pedro_kalmbach@yahoo.com.ar

(zurück zum Seitenanfang)