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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

21º Domingo después de Pentecostés, 09.10.2016

Sermón sobre Lucas 17:11-19, por Luis P. Hidalgo Ruiz

Los textos son: Lucas 17,11-19; 2ºTimoteo 2,1-13; 2ºReyes 5,14-18; Salmo 98,1-4.

 

INTRODUCCIÓN:

 

Ser leproso en tiempos de Jesús era una verdadera fatalidad. Era el sacerdote el encargado de diagnosticar la lepra (Levítico 13 y 14). Cuando alguien era diagnosticado con lepra (aunque, como es obvio, no era fácil en aquellos tiempos determinar con exactitud la enfermedad), el enfermo era sacado del pueblo, quien hacia vida en comunidad con otros leprosos. Ellos debían raparse la cabeza, para que nadie que los vea se les acerque. Además, si alguien por ejemplo con problemas visuales, se les acercaba, ellos debían comenzar a gritar “¡¡¡¡Inmundo, inmundo!!!!”, para que esta persona huya del grupo. Si alguien tocaba a un leproso, quedaba impuro. Algunos incluso creían que si la sombra del leproso tocaba a alguien sano, éste quedaba impuro. Comían de los que las personas les lanzaban desde la distancia. Los leprosos estaban marginados de todo contacto con su pueblo, trabajo, familia y vida de fe.

 

Con uno de estos grupos se encuentra Jesús. Veamos qué aprendemos de este emocionante encuentro:

 

 

CUERPO DEL SERMÓN:

 

En este encuentro hay conceptos hermosos que nos invitan a la reflexión y a la acción.

 

a) Clamor (de los leprosos):

 

Dice el relato que estos leprosos, diez más específicamente, “…se pararon de lejos”… (v.12). Por razones obvias no podían acercarse a una persona sana, por eso se detuvieron a observar a la distancia. Al reconocer quien era la persona que pasaba cerca de ellos, comenzaron a gritarle “¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!” (v.13). Llama la atención el clamor (no sólo ruego) de los leprosos. El clamor es un grito desesperado del interior del ser humano que se hace lamento, grito… El clamor de ellos es por misericordia (Reina Valera 1960); por compasión (Biblia de Jerusalén, Biblia Cantera Iglesias y Nueva Traducción viviente). Al rogar misericordia, compasión, están reconociendo la miseria en la que se encuentran… completamente aislados. Este clamor es un grito desesperado completamente actual. Hoy, como ellos, podemos decir al Señor: ¡Ten misericordia de nuestra humanidad!, ¡Ten compasión de nuestro país! ¡Ten misericordia de nuestra familia! ¡Ten compasión de tantos jóvenes que vagan sin rumbo, movidos sólo por el placer de las drogas, alcohol, sexo libre! ¡Ten misericordia de nuestros legisladores y autoridades cada vez que miran sólo el propio beneficio y el de los poderosos! ¡Ten compasión de nuestros ministros del Evangelio, cada vez que desvían su mirada de las ovejas y en vez de cuidarlas, las comen, las maltratan, las esquilan!, ¡Ten misericordia, ten compasión de nosotros y nosotras cada vez que quitamos nuestra mirada de ti, Señor!

 

 

b) Obediencia (de los leprosos): Frente a la orden de Jesús de ir donde el sacerdote (v.14) y mientras iban de camino “…fueron limpios”. Los leprosos no cuestionaron la orden de Jesús, sólo obedecieron. Una anciana cristiana señaló: “En la obediencia está la ganancia”, ganancia que experimentaron estos diez leprosos.

 

Se cuenta una historia de un niño de 6 años que vivía en una estación de trenes, su padre era el encargado de aquella estación. El niño iba todos los días al colegio. Pero cierto día se portó mal y como una medida correctiva le pidieron que ayudara a hacer el aseo en su sala de clases. El niño se entretuvo, jugó, ordenó y se atrasó. Al volver lo hizo como siempre… sobre los rieles del tren que lo llevaban a su hogar… Al salir su padre a recibir el tren de esa hora, se quedó atónito frente a la imagen que veía…. Su hijo camino a casa sobre los rieles del tren y atrás el tren marchando rápidamente… el padre sólo atinó a gritar: “¡Al suelo!!!!!!”. El niño sin pensarlo se lanzó al suelo mientras el tren pasó sobre él sin hacerle daño. ¡En la obediencia está la ganancia!.

 

¿Cuántos de nosotros hemos obedecido a Dios en todo? ¿Qué hemos perdido al desobedecerle?

 

c) Gratitud (de un forastero): Los judíos y los samaritanos se odiaban a muerte. Cuando Jesús le pidió agua a una mujer samaritana (Juan 4) ella le dice “¿Cómo tú siendo judío me pides a mí de beber que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.” (Juan 4:9). En este relato habían nueve judíos, coterráneos de Jesús) y un samaritano. Este último fue el único que regresó a dar gracias por la sanidad (v.15-16). Este forastero se volvió en un modelo de gratitud para aquellos otros nueve y PARA NOSOTROS TAMBIÉN.

 

Nuestra sociedad cada vez se vuelve menos agradecida…. Dios cada vez va ocupando un lugar más lejano en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestro hogar. Nos hemos olvidado de dar gracias a Dios cada vez que comemos, cada vez que nos despertamos, cada vez que alcanzamos una meta, cada vez que superamos un problema, cada vez que recibimos ayuda….

 

Se cuenta que el obispo San Agustín narraba esta historia: Un novio llega donde su novia con un hermoso, grande y costoso anillo. El novio lo entrega a la novia y ésta lo recibe con mucha alegría. Comenzó a probárselo en la mano derecha, luego en la izquierda… luego en un dedo… en otro dedo… mientras el novio le hablaba y ella lo ignoraba… la novia se había olvidado del novio por culpa del regalo…. El Obispo San Agustín añadía como conclusión de esta historia que así nos pasaba en nuestra relación con Dios. Él nos ama intensamente y nos hace muchos regalos, pero nosotros amamos más los regalos y olvidamos al novio…

 

Los nueve samaritanos amaron más su sanidad que el novio que se las regaló.

 

¿Qué tienes en tu vida? ¿qué logros has alcanzado? ¿qué capacidades? ¿qué aptitudes? ¿qué comodidades? ¿qué lujos?... ¿Te acuerdas de dar gracias al novio Jesús por esos regalos o estás amando más los regalos que al novio?

 

 

CONCLUSIÓN

 

Tres palabras, tres conceptos: Clamor, obediencia y gratitud deben hacernos pensar seriamente en nuestro compromiso con el Señor y su propósito en nuestras vidas. ¿Estamos clamando por nosotros y los nuestros? ¿Estamos clamando por los que tienen menos que nosotros? ¿Estamos clamando por cosas esenciales como la salvación para los que aún no son salvos?

 

¿Estamos en camino de obediencia a Dios? ¿Es Él quien guía y gobierna nuestro andar diario?

 

¿Agradecemos al Señor por todo lo que nos ha dado? ¿Esa gratitud nos mueve al servicio con amor?

 

Que Dios quite de nosotros y nosotras toda lepra que esté sobre nosotros y nosotras. Amén.

 



Pastor Luis P. Hidalgo Ruiz
Nueva Imperial, CHILE.
E-Mail: reverendoluis65@gmail.com

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