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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Cristo Rey, Domingo de eternidad, 20.11.2016

NUESTRO REY
Sermón sobre Lucas 23:35-43, por Luis Eduardo Obregón

Nace pobre y es el Rey,
tiene hambre y es el Pan,
tiene frío y es el Sol.”

(J. M. Santini) 

En esta fecha, algunas denominaciones cristianas celebran la festividad de Cristo Rey. La referencia de Jesucristo como rey tiene base bíblica. De hecho, el pasaje de Lucas, que leemos hoy, indica que, sobre la cabeza de Jesús, había un cartel que decía: “Este es Jesús, el rey de los judíos”. Los textos paralelos (M.c. 15:26; M.t. 27: 37 y J.n 19:19) también comparten esta versión. Además, el Nuevo Testamento expone otras referencias con respecto al reinado de Cristo: “El rey de los siglos”, afirma 1 Tim. 1:17; “El Rey de Israel”, apunta el Evangelio de Juan 1:49; “El Rey de los Judíos” asevera Mateo 27:11, y “El Rey de Reyes” afirma 1 Tim. 6:15, entre otros títulos que expresan el mismo sentido.

A través de la historia, ha sido un denominador común que, organizaciones políticas conservadoras y reaccionarias, hayan levantado, como un estandarte, el título de Cristo Rey: tal fue el caso de los realistas de Francia, quienes, a fines del siglo XVIII, se enfrentaron a los republicanos; mientras que, en México, “los Cristeros”, enfrentaron las políticas anticlericales del presidente Plutarco Elías Calles, entre 1926 y 1929; el Rexismo belga, un movimiento político similar al nazismo alemán, al fascismo italiano y a la Falange española; el bando nacional, especialmente Los Carlistas, gritaban “¡Viva Cristo Rey!”, en la guerra civil española, y posteriormente, fue retomado por “Los Guerrilleros de Cristo Rey”, al final de franquismo, y en la transición a la democracia. En Argentina, hemos tenido expresiones que han construido imágenes cristológicas similares al Cristo Rey: la alianza cívico-militar que intentó derrocar al gobierno del General Perón, en junio de 1955, bombardeó la Plaza de Mayo, con aviones cuya inscripción era “Cristo Vence”. La intervención de la fuerza aérea, produjo 308 civiles muertos. Estas organizaciones políticas concibieron la imagen de un Cristo rey, autoritario, violento y opresor.

Sin embargo, el evangelio nos ofrece una imagen de Jesús radicalmente opuesta, ya que narra su crucifixión, junto a otros dos condenados. Durante el período del imperio romano, luego de la celebración de las Pascuas, era habitual que hubiese condenas masivas por crucifixión, pues todo aquel que las autoridades romanas, acusasen de subvertir el orden, en contra de Roma, sufría esa terrible condena. La muerte en cruz era una muerte humillante, cuyo propósito era, además de torturar al colgado hasta la muerte, sembrar el terror en el pueblo, pues el cuerpo del crucificado muerto yacía putrefacto, sin tener el derecho, si quiera, a ser enterrado. Volvemos con el evangelio: el texto narra que los llevaron a un lugar que se llamaba “De la Calavera”, los crucificaron y desnudaron a Jesús, sorteando sus ropas.

El pueblo contemplaba el espectáculo y torcía la naríz en señal de desprecio, y las autoridades se burlaban de Jesús, haciendo muecas, y diciendo: “a otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido”. Por su parte, los soldados también se burlaban de él: “Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!”. Lucas, a diferencia de los relatos paralelos de Marcos (15:16) y Mateo (27:32), distingue el motivo de una u otra expresión: en el caso de las autoridades (los sumos sacerdotes y los escribas, según Marcos, y Mateo agrega a esta lista a los ancianos), su burla se centra en el aspecto religioso, despreciando a Jesús por su condición de Mesías. En el fondo, ellos repudiaban la figura del Mesías, porque construyeron un complejo sistema ritual y su poder hegemónico, a partir de una estructura legal, entonces, ¿para qué querer un Mesías? ¡Y para colmo, este galileo pobre agita al pueblo, nombrándose como Mesías! ¿Quién es él para desafiar la autoridad de las autoridades del templo? Por otra parte, los soldados centran su repudio a Jesús en el aspecto político: ¿Quién es este para llamarse a sí mismo el Rey de los Judíos? La única autoridad que debe regir ante los judíos, y ante todo el mundo, es el Cesar; quien ose querer hacer sombra a su poder, debe morir pues es enemigo del imperio.

Incluso, hasta uno de los crucificados lo injuria a Jesús: “¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!”. También en este aspecto, el relato de Lucas se distingue de los textos que lo antecedieron, de Marcos y Mateo, pues, según el primero, uno de los malhechores insulta a Jesús, mientras que el otro se compadece de él, por su parte, los otros evangelistas, señalan que ambos bandidos insultan a Jesús. Esta distinción, le permite al médico historiador, desarrollar argumentos teológicos con el fin de exponer mejor el proyecto mesiánico del nazareno. En primer lugar, llama la atención que Lucas denomine a los otros crucificados como “malhechores” (kakourgon). Es decir, no especifica cual fue la causa de su condena; es cierto, las causas de muerte en cruz podrían ser por rebelión de los esclavos en contra de sus amos, o por promover una subversión política en contra del imperio. Lucas no está interesado en definir cuál es el motivo de la detención de aquellos hombres, mientras que Marcos y Mateo los denominan “lestai”, que en griego significa: “ladrón”, “bandido”, “insurrecto” o “revolucionario” (Mc. 15:27 y Mt. 27:28).

Mientras que el primer malhechor injuria a Jesús, el segundo le reprocha con rigor su actitud: “¿Tú tampoco temes a Dios, siendo que también estás condenado?”. En ese sentido, el segundo malhechor expone una paradoja política: seguro, el primer malhechor, tenía intereses contrapuestos a las autoridades del templo, sin embargo, su burla a Jesús coincidía con la de ellos. El texto nos invita a pensar que, sea cual fuese el motivo de sus esfuerzos, tenemos ante nosotros a un hombre frustrado, por lo que él entendía que era el fracaso de su proyecto liberador.

Pero el segundo malhechor, en su humillación, es capaz de visualizar, en la contradicción de su compañero de condena, que el proyecto de Jesús trata sobre otra cosa: “nosotros hemos sido juzgados por lo que hemos hecho, pero éste ¿qué hace acá? ¿qué es lo que hizo?”. El colgado evaluaba que, como resultado de sus acciones, las cuales respondían a la misma lógica de los dominadores, obtuvo una respuesta del mismo tenor pero, entiende que Jesús no debiera estar allí, pues “nada fuera de lugar (atopon) hizo”, es decir, las acciones de Jesús contienen otros motivos, radicalmente distintos a la lógica violenta y opresora de los gobernantes.

Y agrega, el condenado: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino”. Él está condenado a muerte, pero no se resigna, y ve en Jesús a su salvador, a quien reconoce como Mesías y Rey. Jesús aprueba el pedido del condenado, y le responde: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Aun en la circunstancia de sufrir la humillante crucifixión, Jesús es capaz de brindarle la salvación a aquel condenado. Y esta salvación no será mañana, ni pasado, sino que es hoy mismo, ahora.

El pasaje de Lucas nos invita a reflexionar sobre qué tipo de reinado es el de Jesús: a diferencia de la suntuosidad que rodea a los gobernantes del mundo, de su prepotencia, violencia, y afán de dinero y poder, el Mesías se muestra como un rey crucificado. Jesús es un rey desnudo (pues sortearon sus ropas), sin ninguna pertenencia material, que padece la muerte más humillante que hubiese en su tiempo, la condena a la cruz, y sin embargo, es el salvador de los y las pobres, es el que dignifica a los y las que sufren violencia, es el sanador de los/as enfermos/as, y el liberador de los/as cautivos/as.

Como vemos, no hay ningún rey que se asemeje a nuestro Rey. Hay expresiones cristianas que representan a Cristo Rey como si fuese un emperador autoritario y vencedor, pero ningún rey humano se asemeja al reino de Jesús. La tentación del mesías guerrero y victorioso, se apoderó de las mentes de los propios seguidores de Jesús, por esta razón, a ellos les costó comprender de qué se trataba el mesianismo de Jesús. Luego, en la historia del cristianismo, la imagen de Jesucristo Todopoderoso, Vencedor y Rey, les sirvió a algunos para justificar sus posiciones dominantes y sus privilegios. Pero Jesús nos invita a ser humildes, y a reconocer que nuestro Rey es un sencillo, que vivió entre los y las sencillos, para la salvación de éstos y de todos los oprimidos y oprimidas de la sociedad.

Algunos hermanos y hermanas, se plantean seriamente comprometerse con su momento histórico, y comienzan a militar en diversos espacios políticos. Pienso que, en ese sentido, los cristianos y las cristianas, tenemos un plus de responsabilidad que el resto de los militantes políticos, porque el fin de nuestros esfuerzos apunta a promover la transformación plena de los seres humanos, en pos de la comunión con los otros seres humanos y con toda la creación. Esta búsqueda política nos ubica en una relación crítica con todas aquellas relaciones políticas que signifiquen la reproducción de las relaciones de opresión, aunque fuesen pequeñas, porque, a la corta o a la larga, redundan en injusticias y violencia de unos para con otros. Además, nuestro parámetro de justicia y de realización política tienen que ser los y las más pobres. Si ellos sufren es que el proyecto político que sustenta ese padecimiento no es justo, y no tiene nada que ver con el reino de Jesús. Así mismo, si hay personas que padecen discriminación, violencia y diversos modos de exclusión, que mancillan su dignidad, allí debiéramos tener nuestros ojos, y nuestras manos, en pos de la realización plena de todos los seres humanos.

Este plus de esfuerzo político, por parte de los/as cristianos/as, significa emprender una búsqueda para construir identidades políticas propias, que trasciendan las identidades políticas presentes en la sociedad. Pienso que, un riesgo que pudiésemos correr los cristianos y cristianas comprometidos con el devenir de la sociedad, es que, si no miramos la realidad política a la luz del evangelio, podríamos ser arrastrados/as por las lógicas opresoras que, más o menos, pudiesen estar presentes en las organizaciones políticas. Pienso que este desafío es muy importante en este tiempo, en donde el mundo parece empeñado en levantar cruces por aquí y por allá, llamémosle “inmigrantes”, “pobres”, “mujeres”, etc.

Este pasaje nos enseña que, a pesar de las crucifixiones, nuestro Rey es capaz de salvar, venciendo a la misma muerte.



Pastor Luis Eduardo Obregón
Provincia de Santa Fe
E-Mail: yasy.yatere01@gmail.com

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