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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3º Domingo de Adviento, 11.12.2016

¿a quién estamos esperando?
Sermón sobre Mateo 11:2-11, por Reiner Kalmbach

 

La gracia de nuestro Padre, el amor de Jesús nuestro Señor y la fuerza vivificante del Espíritu Santo, estén con todos nosotros. Amén.

 

¿A quién estamos esperando…, en este tiempo de Adviento?, podría ser una pregunta retórica, y “todo el mundo” diría: “a Jesús, claro está”. Tan sencillo no es, y nos hace muy bien tomarla en serio. Ya que había otro, un compatriota y pariente (de Jesús), que la había formulado de la misma manera…: Juan el Bautista.

 

Lectura del texto: Mateo 11, 2 – 11

 

Hoy, el protagonista parece ser Juan Bautista. Su “gran boca”, su coraje y sus convicciones lo condujeron directamente a la cárcel de Herodes. Podríamos decir con buena razón que Juan Bautista era un preso político. Cuestionar las actitudes decadentes de las autoridades políticas y dirigentes y representantes del Clero desde siempre es peligroso. Los “poderosos” usan su poder y sus posibilidades para reprimir y hacer callar a los opositores. Los métodos se adaptan a las circunstancias y situaciones del momento, pero los objetivos  siempre son los mismos: no tener que rendirle cuentas a nadie y eternizarse en el poder. Por eso hay que eliminar a todo aquel que piensa distinto.

Juan Bautista: su “gran boca” finalmente le cuesta la cabeza (literalmente). “Raza de víboras, ¿acaso podrán escapar al castigo que se les viene encima…?”, les grita a los “buenos” de la sociedad que vienen con la intención de limpiarse mediante el bautismo, para luego volver a lo de antes (ahora con la consciencia más liviana, por supuesto).

Juan predica el arrepentimiento sincero, la “conversión”, está convencido de la pronta llegada del Mesías. Y el Mesías no se va a conformar con el cumplimiento de un ritual o con la excusa de la pertenencia al pueblo elegido, como si fuera un seguro de vida. Juan sabe, “todo el mundo” sabe, que tanto el Clero como los lideres políticos están enredados en el aparato corruptivo de los Romanos, y que se enriquecen a costa del pueblo.

En este sentido se considera un Heraldo, un mensajero que anuncia la llegada del Rey. El anuncio le da tiempo a la gente para “prepararse”, aprovechando la oportunidad para hacer una limpieza de fondo, no superficial…, según Juan, el Mesías no se deja engañar ni coimear.

Pues bien, ahora está preso…, y la llegada anunciada aún no se ha producida…, al menos no como Juan se la imaginaba. Por eso tiene dudas. Además, Jesús no era el único que andaba por las calles polvorientas del país reclamando la titularidad mesiánica. Salvadores autoproclamados aparecen y desparecen y vuelven a aparecer especialmente en tiempos de crisis. Es como si el ser humano necesitara – por naturaleza – siempre ser guiado por un líder, alguien que le diga qué hacer y cómo, alguien que le resuelva los problemas como por arte de magia.

Entonces, Juan Bautista quiere saber, necesita saber, quiere ver indicios, señales claros. Y con toda su duda, sus preguntas, Juan se hace presente en nuestra realidad: Adviento, Navidad: ¿qué o a quién estamos celebrando, a quién estamos esperando…?

Porque estas preguntas esconden otra más importante que me involucra como predicador, nos involucra como Iglesia: ¿qué mensaje estamos predicando…?, ¿qué imagen de Dios estamos transmitiendo, enseñando…?, ¿qué testimonio estamos dando?

 

¿al Jesús mago, que resuelve, como por arte de magia, mis problemas personales? Las iglesias que predican esa “versión” de la historia, en nuestros países crecen como los hongos después de la lluvia otoñal. Jesús se ocupa personalmente de mi situación, y con garantía…, los problemas de salud, de matrimonio, el conflicto con los hijos, la complicada situación económica…, ¡olvídate!, ¡deje de sufrir!

¿al Jesús – Niño, que no molesta a nadie, que nos emociona con su mirada dulce de ojos celestes desde el pesebre…? Creo que no son pocos los que van a la iglesia una vez al año justo para disfrutar el ambiente navideño, con sus luces, la obrita, el pesebre, los niños…

¿al Jesús Revolucionario que con el fusil en la mano lucha contra un sistema injusto que produce miseria, hambre y muerte?, Reconozco, yo pertenezco a esa generación de los que querían construir el Reino de Dios en este mundo y, si es necesario, a la fuerza. La Revolución siempre tiene un costo. A la primera parte me niego a renunciar, sigo luchando desde el pulpito y mi vida cotidiana..

¿al Jesús que bendice a las ganancias astronómicas de las multinacionales…? Es también todo un fenómeno de estos tiempos…, iglesias que predican una “teología de la prosperidad”, que centran todo en el dinero, “dele a Dios un dólar y él te devuelve diez..”. Lo que vale y cuenta es el éxito, especialmente el éxito material.

¿a nadie, a nada…?, también están los que ya no esperan más nada ni de este mundo ni tampoco del otro…, la indiferencia como lema para la vida que no es más que existir.

 

¡Que interesante!, Jesús no contesta, “Sí, soy yo”, sino que dirige la atención de Juan (y de sus discípulos) a la realidad. “Fíjate en lo que puedes ver, abriendo los ojos te darás cuenta de que el Reino ya está cerca…”

El drama de los refugiados, de los que huyen de la guerra. De a miles llegan, todos traumatizados, especialmente los niños, a Berlin. Las instituciones estatales están desbordadas y piden ayuda a organismos de la Iglesia. Estos tienen experiencia, actúan a partir de un compromiso de fe, movilizan energías y fantasía para solucionar los problemas. Y sí, producen milagros, yo los he visto, estuve allí hace poco, visitando los centros para los refugiados, vi como los cientos de voluntarios, muchos de ellos jóvenes de todo el mundo, asumen un desafío de dimensiones inimaginables: mueven montañas, la fe mueve montañas…, organizan la comida para miles, transforman, en cuestión de horas, fábricas abandonadas en refugios con espacios separados para familias, consuelan a los sufridos, ayudan a resolver situaciones conflictivas entre distintos grupos étnicos. Un sastre, musulmán de Aleppo, cose una enorme cruz de restos de tela para la “capilla” de los cristianos: “somos todos hermanos, durante siglos vivimos en paz y como vecinos, a mi no me pueden obligar a odiar a nadie”

En estas fabricas abandonadas, donde antes las máquinas llenaban el espacio con su ruido, ahora son las voces de los niños que ¡gracias a Dios!, corren, juegan, pueden ser niños, aún con las almas heridas, pero con las perspectivas de un futuro mejor y digno.

Lo que vi y oí me hizo llenar los ojos de lágrimas: Jesús caminando entre los refugiados.

 

Todo depende de nuestra respuesta a las preguntas que hemos reflexionado. Como Juan anunció la llegada del Mesías y entró en dudas, y Jesús tuvo que abrirle los ojos y oídos, así también nosotros: ¿qué imagen de Dios nos enseñan?, ¿qué interpretación del Evangelio?, mejor dicho: ¿qué Evangelio estamos anunciando?, ¿responde a lo que nos imaginamos, a nuestra postura ideológica, a nuestro estatus social y cultural…?

Jesús, en nuestro párrafo, como en tantas ocasiones, es maestro y guía. Enseña y dirige nuestra atención a los esencial: el Evangelio, la “Buena Nueva”. El Evangelio está por encima de nuestros conceptos y va más allá de nuestra imaginación. Si fuéramos capaces de ver de verdad, y no solo mirar, si fuéramos capaces de oír el sonido del Reino, nuestro testimonio sería más apasionado, lleno de alegría y optimismo. Hay “Reino de Dios” en todo el mundo, la Gracia de Dios existe, es real, la podemos ver, tocar, oír. Estoy con mi señora y mi nietita de dos años en una pizzería. Se acerca un niño de no más de siete añitos y con Síndrome de Down. Nos abrazó a los tres, nos “tapa” con sus besos. Luego se suma el papá, nos cuenta que hace muy poco tiempo falleció su esposa y madre del niño. Ahora está solo y cada día es una lucha. En nuestra ciudad no hay instituciones para estos niños. Pero ya se está formando un grupo de padres que se encuentran en situaciones similares…

Desde el nacimiento del Cristo este mundo ya no es el mismo, no el de antes.

 

Mi fe no es un salvavidas personal, es la fuerza que guía mis pasos a los que sufren las pequeñas y grandes injusticias de este mundo. Como cristiano soy ciudadano del mundo al revés: en ese mundo los que, para el “viejo mundo”, no valen nada, los descartados, los perdedores, los que no tienen lobby…, son los preferidos del Señor, son los que le preparan el camino y lo reciben con una inmensa alegría.

¿A quién estamos esperando?, una pregunta personal, una que se dirige a mi comunidad, a mi iglesia, al mundo…

La respuesta está a la vista.

 

Amén.



Pastor Reiner Kalmbach
IERP-IELU, San Martin de los Andes, Argentina
E-Mail: reiner.kalmbach@gmail.com

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