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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Primer domingo después de Navidad, 01.01.2017

Tomó a su familia y huyó…
Sermón sobre Mateo 2:13-23, por Daniela Belén Cainzos

Para comenzar a reflexionar el pasaje de este domingo, debemos tener en cuenta el texto anterior ubicado en Mateo 2:1-12, “La visita de los sabios de Oriente”. Nos interesa de este relato el personaje del Rey Herodes. Porque en el texto de Mateo 2:13-23 se ven las consecuencias de la decisión de Herodes en los versículos anteriores. En el vs. 2, Herodes se siente amenazado por el nacimiento del Rey de los Judíos y esto desencadena una sucesión de hechos que traerán huidas, matanzas, exilios y sufrimiento. Por ello es necesario tener en cuenta los versículos anteriores, que describen el accionar de los sabios frente al enojo y la ambición de Herodes.

El relato comienza con la aparición del ángel a José en sueños, advirtiéndole que Herodes buscaría al niño para matarlo porque los sabios habían dicho que él era el Rey de los Judíos. José no dudó ni un segundo. En medio de la noche oscura tomó al niño y a su madre para irse a donde Dios los estaba guiando. Imagino a José asustado y desconcertado. Tenían un largo camino hasta Egipto con un niño recién nacido y sin saber si allí tendrían un lugar para quedarse. Posiblemente fueron junto a otras personas que se encontraban en la misma situación que ellos, con un niño recién nacido. De esta manera Dios protege, a través del ángel y con la obeciencia de José y María, a su hijo Jesús.

Ellos van a Egipto. El mismo lugar que varios siglos antes había sido un espacio de opresión y esclavitud, del cual había huido el Pueblo de Israel, ahora era un lugar seguro y de contención. Aquí Mateo hace un paralelismo entre Jesús hijo de Dios y el pueblo de Israel, también hijo de Dios. Antes Israel estuvo exiliado en Egipto, ahora lo está Jesús.

Finalmente se cumple lo anunciado, ahora por el ángel, y anteriormente por el profeta Jeremías (31:15). El Rey Herodes manda matar a los niños menores de dos años que habían nacido en Belén o cerca de allí, esto quiere decir que eran parte del pueblo de Israel. ¿Podemos imaginarlo? Familias huyendo desesperadas, al igual que María y José, niños arrebatados de los brazos de sus madres, familias desechas, llanto, tristeza y cuantas situaciones más. Todo por una decisión de Herodes fundada desde su orgullo, maldad, ambición y despotismo.

Es extraordinaria y alarmante la actualidad de este pasaje bíblico. Cuántas familias de refugiados tienen que salir en medio de la noche, tomando solo lo que tienen puesto, huyendo, sintiendo miedo, soledad e incertidumbre y muchas veces sin saber a dónde ir. Cuántos padres son separados de sus hijos, cuantos mueren injustamente por la causa de decisiones tomadas por líderes que están enceguecidos por el poder. Es triste pensar que no todos pueden sobrevivir en medio de tantas injusticias sociales y que tienen que dejar su tierra, con el propósito de salvaguardar a su familia.

Volviendo al relato bíblico, Jesús y su familia se encuentran en Egipto, el texto bíblico dice que estuvieron allí hasta que Herodes murió, lo cual nos hace suponer que Jesús pasó sus primeros ocho años en Egipto. Esto quiere decir que fueron recibidos y hospedados, que alguien les abrió las puertas de su casa y que los invitaron a ser parte de su familia. Esta contención les da la fuerza de seguir luchando, seguir hacia adelante. Por ello José parte, nuevamente guiado por el mensajero de Dios y fortalecido por los vínculos hechos en Egipto, hacia la región de Galilea, para establecerse en Nazaret. Allí será el lugar del encuentro de Jesús con su pueblo y desde donde enviará a sus discípulos a todas las naciones (Mt 28:16).

Queda en evidencia la dualidad que presenta Mateo en su evangelio, por un lado la estrategia del Rey Herodes en Jerusalén, el egoísmo, el maltrato, el poder, la ambición las riquezas y por otro lado el Rey Jesús en Egipto y posteriormente en Nazaret. Un Rey humilde, que promueve el encuentro, el cuidado mutuo y la protección.

El relato bíblico del evangelio nos confronta con la miseria generada por las grandes potencias mundiales, guerras, injusticias sociales, enriquecimiento y empobrecimiento,  pero también nos ayuda a ver que frente a la situación de incertidumbre y temor, la fuerza de la hospitalidad, el encuentro, el compartir, el caminar juntos y la guía de Dios, nos permite soportar lo peor y nos da esperanzas.

Quizás el relato bíblico nos inspire a pensar en aquellos/as refugiados e inmigrantes que hoy tienen que salir de sus tierras, de sus casas, de sus familias y de sus culturas. Y nos permita revisar, desde nuestros lugares ¿Cómo ayudamos a tender redes de contención, hospitalidad y acompañamiento a aquellos/as que se encuentran en una tierra extraña y sin familia?

Oremos por todos aquellos que están lejos de sus casas, de sus familias y en especial por los/as refugiados.

Que Dios nos utilice para hospedar a aquellos/as que necesitan un lugar de refugio, ya sea físico o espiritual.

Amén.



Pastora Daniela Belén Cainzos
Buenos Aires
E-Mail: danielacainzos@gmail.com

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